Acostumbrado a lo largo de su trayectoria pública a no dar explicaciones convincentes de lo que se le acusa sino sólo a descalificar y amenazar a quienes lo señalan –así ha sido su comportamiento en general como funcionario de gobiernos estatales y federales tanto del PRI como del PAN–, Miguel Ángel Yunes Linares está por ser obligado ahora como ex gobernador a rendir cuentas de un presunto desfalco multimillonario que dejó en su administración, similar o peor que el atribuido a su odiado némesis, el ex priista Javier Duarte de Ochoa.

Así evadió, por ejemplo, en el sexenio del ex gobernador Patricio Chirinos, en 1994, su responsabilidad como secretario de Gobierno en el brutal caso de los hermanos Rolando y Atanasio Hernández, dos indígenas torturados y masacrados en Ixhuatlán de Madero durante un desalojo que la policía de la Dirección General de Seguridad Pública del Estado,  dependiente entonces de la SEGOB, realizó en un rancho del ex alcalde priista Tranquilino Hernández Reyna; igual actitud asumió como subsecretario de Seguridad Pública federal ante el desalojo de Atenco, en el Estado de México, donde 11 mujeres fueron abusadas sexualmente por los elementos policiacos en 2006; también, al ser implicado con el pederasta de Cancún, Jean Succar Kuri, buscó ser exonerado por un funcionario de la PGR en Quintana Roo; cuando la primera fuga del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán del penal de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco, en enero de 2001, él se retiró anticipadamente pero dejó al frente de los reclusorios federales a su incondicional Enrique Pérez Rodríguez; igual hizo en 2010 en el ISSSTE, donde fue acusado de millonarios desvíos pero para cubrirse la espaldas dejó en la Dirección General a su operador financiero Jesús Villalobos, el cual terminó siendo inhabilitado y quien, por cierto, fue su principal cómplice en la renegociación de la deuda pública del gobierno del estado en el pasado bienio.

En 2016, cuando una televisora de Miami detonó el escándalo de los “Panama Papers”, en el que fue mencionado su hijo Omar Yunes Márquez, igualmente se negó a explicar su inmenso patrimonio familiar, con millonarias cuentas bancarias y propiedades inmobiliarias de altísima plusvalía en México, Estados Unidos y España.

Ahora, ante la denuncia de hechos que este martes presentó el auditor general del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS), Lorenzo Antonio Portilla, ante la Fiscalía General de la República, Yunes Linares, en lugar de presentar toda la documentación contable y contratos para responder a los señalamientos en contra de su corto régimen por presuntos desvíos e inconsistencias financieras, mejor optó por responder que “no serviré de ‘Caja China’ para desviar la atención de los temas que lastiman a los veracruzanos, tampoco de escalón para que se reelija un auditor corrupto, protector de Duarte y de sus cómplices”, argumentando que “por ello no responderé señalamientos falsos y torpes; sería hacerles el juego.”

Pero Portilla, ese “auditor corrupto”, fue sostenido en el ORFIS por él durante los dos años de su gobierno, cuando bien pudo sacarlo tal como a finales de 2016 hizo con el fiscal duartista Luis Ángel Bravo Contreras, quien no resistió su presión y terminó entregándole la Fiscalía General del Estado a Jorge Winckler, un abogado nativo de Oaxaca incondicional de Yunes.

 

CARLOS TERCERO, EL ESCURRIDIZO

 

Por cierto, hablando de rendición de cuentas, nos remiten el siguiente caso de un ex funcionario yunista menor actualmente incrustado en el Órgano Público Local Electoral (OPLE), quien se distingue por ser extremadamente discreto, de muy bajo perfil y escurridizo. Dicen que no le gusta aparecer en público ni que le tomen fotos, ni estar en directorios de ninguna dependencia. Recientemente fue secretario particular del ex titular de la SEGOB, Rogelio Franco Castán, de donde fue promovido al OPLE para trabajar muy cerca de José Alejandro Bonilla Bonilla para la sucesión estatal de 2018.

Pero Carlos Arturo Tercero Solís colaboró antes con diez políticos de todos los colores y sabores y lo impresionante de su carrera es el patrimonio construido. Su vida es una muestra elocuente de lo que dijo aquél famoso clásico: “no hay político pobre…”.

Así ha quedado descubierto recientemente en tres libros negros que han hecho llegar a nuestras manos. Se trata de un compendio en tres capítulos que dan santo y seña de lo amasado a lo largo de varios años, al lado de su esposa Ivette Gómez Gámiz. Propiedades en todo el territorio nacional y el extranjero, destacando una mansión en Residencial Colorines, Cuernavaca, que al parecer adquirió con triquiñuelas, a través de varios copropietarios, algunos de ellos verdaderos delincuentes de “cuello blanco”. En Estados Unidos, el pasado 29 de abril, vendió una propiedad en cuya escritura están estampadas su firma y la de su cónyuge. La residencia de lujo está ubicada en la ciudad de Spring, perteneciente al Condado de Harris, en Texas, una zona rodeada de prestigiados clubes de golf, conurbado por cierto a Woodlands, en donde el ex gobernador Javier Duarte y su pandilla compraron las residencias para su retiro. Junto a esto, en uno de los “libros negros” de Carlos Arturo Tercero Solís aparece la información de inversiones en distintos bancos del país y el extranjero. Información documentada, fidedigna, que en breve daremos a conocer ampliamente.