¿En qué momento el ser humano sintió la necesidad, el placer o la inexplicable urgencia de expresarse con el cuerpo?, acaso nunca sabremos la fecha precisa, de lo que no hay duda, porque hay testimonios pictóricos y escultóricos que lo demuestran, es de que nuestros ancestros practicaban la danza desde hace, al menos, diez mil años.

En las cuevas de El Cogul, ubicadas en la comarca catalana Las Garrigas, fue descubierta una serie de pinturas rupestres de carácter narrativo, en una de las más notables aparecen nueve mujeres —ataviadas con faldas acampanadas y con los pechos al aire— danzando en torno a una figura masculina de menor tamaño pero con un miembro viril desmesurado. La imagen podría representar un ritual relacionado con la fecundidad.

«Desde los inicios de la humanidad —sostiene la arquitecta española Judith Urtiaga de Vivar Gurumeta en su estudio Evolución de la danza y su lugar de representación a lo largo de la historia—, la danza ha sido muy importante en el desarrollo de los rituales y creencias religiosas, para relacionarse con las divinidades y lo sobrenatural, los magos y chamanes empleaban repetidos movimientos corporales para comunicarse esperando protección, requiriendo espacios determinados y a veces sagrados para su realización. El movimiento siempre se ha empleado con dos finalidades: alcanzar valores tangibles y aproximarse a lo intangible a través de los actos religiosos y las plegarias. Danzas de fecundidad, danzas guerreras, danzas sacras… formaban parte de los ritos de los pueblos antiguos (egipcios, griegos, romanos…)».

La danza ha estado sido ingrediente irrenunciable de la humanidad a lo largo de los siglos, representa, a la vez, lo más álgido de la creación y el retorno a la caverna; sublimidad y frenesí, por ello, en 1982, la Unesco atendió la propuesta del Comité Internacional de la Danza de dedicar un día a celebrar en todo el mundo tan remota actividad humana e instituyó el 29 de abril como Día Internacional de la Danza. La fecha corresponde al natalicio de Jean-Georges Noverre, bailarín francés a quien se atribuye la paternidad del ballet moderno.

Desde entonces, año con año la Unesco invita a una personalidad reconocida de este arte a que emita un mensaje que es difundido en todo el mundo. Este 2019, la misión fue encomendada a la bailarina, coreógrafa y educadora egipcia Karima Mansour. Transcribo la versión en español de Arantxa Azurmendi:

«En el principio hubo el movimiento… y desde el inicio de los tiempos, la danza ha sido un medio poderoso de expresión y celebración. Desde su aparición en los murales de los faraones egipcios hasta el presente, ha inspirado a los creadores de danza. La danza se usó para evocar a los muchos dioses y diosas de la danza, que simbolizaban significados y conceptos como el equilibrio, que se vincula con la justicia, la musicalidad, el tono, la conciencia individual y cósmica, etcétera.

«Una vez leí que: ‹Se creía que, en tiempos de los faraones, la danza servía para elevar el espíritu del bailarín y de la audiencia de espectadores o de los participantes. La música y la danza alentaban los impulsos más elevados de la condición humana al mismo tiempo que consolaban a la gente de las decepciones y de las pérdidas de sus vidas›.

«Todos nosotros hablamos el lenguaje del movimiento. El movimiento es un lenguaje universal que nos pertenece a todos siempre que estemos dispuestos a aguzar nuestros sentidos y a escuchar. Es preciso escuchar, escuchar sin interferencias, escuchar sin juzgar, escuchar en silencio y permitiendo que el movimiento recorra el cuerpo en cada momento, porque tanto nuestro interior como todo lo que nos rodea está en movimiento, en movimiento constante. Entonces es cuando el cuerpo no miente, porque está escuchando su verdad y la está expresando.

«Al escuchar el latido de nuestro corazón, podemos bailar la danza de la vida, que requiere movimiento, agilidad y adaptabilidad, una coreografía en constante variación.

«En esta época en la que la conexión y la conectividad han adquirido nuevos significados y estamos en el punto más bajo de nuestra capacidad de conexión… La danza sigue siendo el acto al que más recurrimos para ayudarnos a restablecer esa conexión perdida. La danza nos devuelve a nuestras raíces, tanto en un sentido cultural, como en el sentido sensorial, personal e individual más inmediato, hasta alcanzar el núcleo y el corazón, al tiempo que nos capacita como animales sociales.

«Porque solo cuando nos conectamos con nosotros mismos, cuando escuchamos nuestro ritmo interior, podemos conectar verdaderamente con otros y comunicarnos.

«La danza es el lugar donde la cultura se comparte y las fronteras se derrumban en el espacio de la inclusión y la unidad, a través del lenguaje tácito de la universalidad.

«El cuerpo es un instrumento de expresión, el vehículo de nuestra voz, nuestros pensamientos, sentimientos, historia, de nuestro ser y existencia, de nuestro anhelo de expresar y conectar, que se manifiesta por medio del movimiento.

«La danza es un espacio que nos permite conectar con nuestra verdad; por eso, necesita un espacio tranquilo. La danza nos permite conectarnos y sentirnos plenos, y solo en ese sentimiento podemos encontrar la paz, y con la paz llega el silencio y gracias a él, podemos oír, escuchar, hablar y a través de la quietud, aprendemos a bailar nuestras verdades y es entonces cuando la danza se vuelve pertinente.

«En el movimiento y en la danza, nos podemos mover de la vertical a la horizontal, de arriba a abajo, y viceversa. El movimiento y la danza pueden crear el caos, reorganizarlo o no. Ahí es donde somos capaces de crear nuestras propias realidades y los momentos fugaces y efímeros, uno tras otro. Momentos que nos pueden conmover y permanecer en nuestros recuerdos para inspirarnos y cambiarnos para toda la vida. Ése es el auténtico poder de la verdadera expresión y, por lo tanto, el poder de la danza.

«La danza es sanadora. La danza es donde la humanidad puede encontrarse.

«Invito a la gente a ir más allá de las fronteras, más allá de la crisis de identidad, más allá del nacionalismo y más allá de las definiciones. Liberémonos de esas limitaciones y encontremos el movimiento y el impulso en ese lenguaje universal. Invito a todos a bailar al ritmo de su corazón, de su verdad interna, porque son esos movimientos internos los que conducen a las revoluciones internas, donde el cambio real tiene lugar».

La Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana —institución que el pasado ocho de febrero recibió el reconocimiento de programa educativo de calidad que otorga el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior de las Artes A.C. (CAESA)— celebrará el día con la impartición de quince talleres de otros tantos géneros dancísticos y un maratón de danza que dará inicio a la una y media de la tarde y se prolongará, al menos, durante seis horas. Pueden encontrar el programa completo en la página de Facebook de la Facultad de Danza.

Felicitar a los oficiantes de la danza el próximo lunes implica felicitar al pleno de la humanidad; felicidades, pues, danzantes de todos los tiempos y todos los rincones del planeta.

 

 

CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN INSTAGRAM        CONTACTO EN TWITTER