La historia del cine mexicano, la situación actual y el futuro del cine, son los temas de esta segunda parte de la conversación con el crítico de cine Juan José González Mejía.

«México es de los pocos, si no el único país de América Latina en el que el desarrollo del cine fue paralelo con el desarrollo del cine mundial, el cine se dio a conocer en diciembre de 1895 en París, el 6 de agosto del año siguiente, 1896, se proyectó la primera función en México. Se dieron dos factores: uno, el gabinete de Porfirio Díaz era, mayoritariamente, de la corriente del positivismo que estaba a favor de los avances tecnológicos y de la incorporación de las artes, esto ayudó mucho para recibir al invento de los hermanos Lumière que en ese tiempo era la gran novedad; por otro lado, Porfirio Díaz era fan de lo francés y el cine, lo sabemos, nació en Francia, esto favoreció mucho para que se fuera introduciendo a lo largo de México, empresarios como Salvador Toscano, Jesús Avitia, Enrique Rosas y otros invirtieron su capital en comprar cinematógrafos y se dieron a la tarea de filmar tomas, que era lo que duraba un rollo. El cine tuvo una gran aceptación y un crecimiento en los Estados Unidos, en parte porque los inmigrantes europeos no hablaban inglés, y obviamente el cine en ese tiempo era mudo, por ende iban frecuentemente a ver películas y le dieron un auge y relevancia al cine como tal, y al terminar la Primera Guerra Mundial, muchos técnicos se compartieron mutuamente, yendo de aquí para Estados Unidos y viniendo de Estados Unidos para acá.

«El cine sonoro nació en 1927, cuatro años después, en 1931, con Santa se incorporó el sonido en México. Después sucedió algo muy extraño, una película que detonó la actividad cinematográfica como industria en nuestro país fue Allá en el rancho grande, de 1936, como tuvo mucho éxito de taquilla y ganó premios internacionales, se hicieron muchas películas de la hacienda, del campo, con charros cantantes, muchachas bonitas a las cuales ellos le cantaban y su única razón en la vida era enamorarlas, era algo idílico. Esto propició que inversionistas, talentos, técnicos —no solamente mexicanos sino estadounidenses, de América del Sur y españoles que había llegado por la Guerra Civil—, ampliaran la banda de interés no solamente como entretenimiento sino como negocio. Con su incorporación a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se ausentó de la producción cinematográfica a gran escala, bajó la producción y México ocupó esos mercados.

«Con la distancia, esa época de 1940-41 al 48, se conoció como la Época de Oro del cine mexicano, para ello se dieron dos aspectos muy importantes; uno, se generó por primera vez el concepto de industria, es decir, por primera vez en México se hablaba de un star system, actores estrellas de la pantalla grande; dos datos, los actores más cotizados eran María Félix y Arturo de Córdova; María Felix llegó a cobrar por primera vez un millón de pesos; una película de Arturo de Córdova que se iba a distribuir en Argentina, Chile y España, ya estaba comprada antes de filmarse, entonces, los productores tenían gran elasticidad financiera gracias a que nuestras películas se consumían.

«Vinieron otras etapas del cine mexicano, no es gratuito decir que lo que ha pasado del 2000 para acá, sobre todo con Amores perros, ha impulsado a nuevos cineastas con más información y estudios académicos sobre el cine, y ha hecho que se voltee no solamente al mercado interno sino, como dice McLuhan, se incorpore de una vez por todas a la globalización.

«No podemos negar que la tecnología digital hizo más democrático al cine porque abarató costos, hoy casi ya no se filma en cine, es más, en las escuelas de cine ya no se enseña cine en celuloide, ya todo está en digital, esto permitió lo que ya dije, que se democratizara, es decir, que se abrieran oportunidades muy importantes no solamente para cineastas de las urbes, sino para cineastas que vienen de pueblos, incluso hay cineastas indígenas gracias a ésta que yo llamo época prodigiosa de la era digital, muchas películas, por no decir que casi todas, ya están no filmadas, ya están grabadas en video digital.

«Eso no ha impactado en la calidad porque el cine es un lenguaje, tiene códigos, gramáticas, y cuenta una historia con base en ello, no es que la textura del celuloide fuera determinante para contar la historia, no digo que fue sustituida, sin embargo los avances tecnológicos han hecho que este video de alta definición se acerque mucho y casi parezca que es celuloide.

«Cuando salió la televisión se dijo que era la muerte del cine, luego vino la computadora y se dijo ya murió el cine; vino el digital y se dijo ahora sí ya se muere el cine, y no, el cine sigue vivo, dice David Lynch —un gran cineasta— que el cine se ha atomizado en miles de pantallas, es decir, ya el streaming, los recursos de video por televisión —Netflix, Amazon, etcétera— se han derivado en una ventana en donde están, por ejemplo, las series y miniseries. No sé que venga en el futuro, está pendiente el cine hecho en realidad virtual, esto generaría una nueva gramática, incluso una nueva tecnología para verla, creo que para allá va el cine.

«En México, cada vez aumentan más las salas de cine, yo sostengo que esto sucede porque, al fin y al cabo, frente al teatro, a la ópera, incluso al circo, el cine sigue siendo el espectáculo más barato a pesar de que hay salas con mucho confort, con butacas que se mueven, con tecnología 3D, 4DX.

«En el 2007, cuando Iñárritu, Cuarón y del Toro estuvieron nominados en diferentes categorías al Oscar por El laberinto del fauno, Babel y Los hijos del hombre, se vino una oleada de que había que hacer algo por el cine. Vinieron a México los llamados tres amigos, propusieron a diputados que legislaran en favor de estímulos fiscales para los inversionistas en cine. Se aprobó la famosa ley de 226 que hacía deducible el ISR a los que invertían en cine y en teatro, esto ayudó mucho a que aumentara la producción mexicana, pero en términos de la importancia que ha tenido el cine para los políticos y la academia —entiéndase universidades y escuelas—, creo que para allá vamos pero aún estamos en pañales, no sé por qué no le han entrado a declarar al cine como patrimonio cultural de este país, para que surja una legislación que no solamente proteja al material que ya se tiene, o que se va a tener, sino para que se distribuya, se fomente, para que desde niños se les eduque a ver cine.

«Es muy importante entender que el cine no solamente es entretenimiento, también es una forma de entendernos como civilización, yo tengo acuñada una frase que siempre arrojo: el cine es la memoria humana de la eternidad, porque lo que se produzca ya va a quedar ahí, a menos que venga una hecatombe nuclear, pero si no sucede, va a quedar ahí y nos va a dar, conforme pasen los años, una instantánea del momento, la época en que fue filmada, y por lo tanto, en que captó una sociedad, no importa que sea cine de ficción».

(CONTINÚA)

PRIMERA PARTE: El cine, una forma de percibir el mundo
TERCERA PARTE: Ver cine

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