Con retazería de sus dos grandes escuelas, la formación académica de la Facultad de Música y las tablas de los fandangos campesinos del sur, Laura Rebolloso ha construido una voz tan original que, por ejemplo, el Cirque du Soleil le pidió una pieza para uno de sus espectáculos, varios realizadores la han invitado a musicalizar sus producciones cinematográficas y Magos Herrera se ha interesado en interpretar su música. El jueves once, presentará el concierto Sones y canciones para reverdecer, constituido por algunas de las piezas que ha ido componiendo a lo largo de su trayectoria y algunas novedades que serán estrenadas en ese foro. Ella misma nos platica.
«Llevo toda mi vida en la música, a los nueve años empecé a tocar la jarana con Gonzalo Camacho, a los once, ese maestro nos llevó a un grupo de niños a festivales de música del mundo, fuimos a París, a España, a Canadá y a otros lugares. Luego estudié música mexicana en los talleres que daba Guillermo Contreras en la UNAM.
«En 1993, me vine a Xalapa para estudiar en la Facultad de Música, pero desde que estaba en la prepa iba a Tlacotalpan a los encuentros de jaraneros, y cuando me vine, estuve tocando son jarocho tradicional durante varios años. Después empecé a componer y tuve varias becas: la María Grever que otorga el Auditorio Nacional y otras en el extranjero.
«Cuando nacieron Santiago y Lucía [sus dos primeros hijos], renuncié a ciertas cosas de la carrera de música, pero la vida es buena onda porque cuando tú das, se te regresa; en el tiempo de la maternidad, además de las becas tuve varios encargos para hacer música de cine, compuse los temas de varias películas. También hice talleres en mi casa —doy talleres desde que tenía veinte años—, eran chambas en las que no tenía necesidad de irme de gira un mes o algo así, entonces no me quejo de haberme alejado totalmente de la música. Después nació Natalia y seguí componiendo en mi casa.
«Ahorita estoy en el Sistema Nacional de Creadores de Arte, también en composición, y es un paquete porque tengo que componer muchísimo. Una vez, Magos Herrera me dijo que le había gustado una Bamba migrante que hice y me dijo:
—Cuando vengas a Nueva York, háblame
—Oye, ¿tú cantarías mis piezas?
—Sí, claro
Entonces voy a verla yo creo que este año y también estaré trabajando algunas cosas en Nueva York y algunas cosas en París, quizá otras en Bélgica, y aquí.
«Hace poco fui a un conversatorio sobre el son jarocho a la Facultad de Música, nos invitaron a Randall Kohl, a Rafael Figueroa y a mí, había gente de varios países porque era una semana de educación musical en la que había conciertos, conversatorios y otras actividades académicas con ponentes de muchos lugares. Me gustó mucho que incluyeran al son jarocho, después de esa actividad, la directora de la Facultad, Julieta Varanasi, me invitó a dar un concierto y me dio mucho gusto porque es mi escuela.
«El concierto va a ser próximo el jueves, se llama Sones y canciones para reverdecer. Es el sonido que he ido haciendo a lo largo de los años, uno va componiendo de acuerdo a su edad, a lo que va viviendo, a lo que le va preocupando; cuando mis hijos estaban chicos y yo componía en mi casa, hice una pieza que se llama Natalia, el parto, otra que se llama Tres niños y varias más. Ahora voy a estrenar una que es una pregunta que dice Y tú, ¿en qué trabajas?, la hice porque veo que actualmente hay mucha gente que vive como dividida, como insatisfecha, en crisis, hay muchas parejas que se desbaratan, estamos en un tiempo en el que hay mucho ego, en un mundo el que la gente vive para sí misma y yo ando huyendo de proyectos en los que hay gente egoísta, y a la mejor es egoísta de mi parte hacer eso (risas), pero sí, independientemente del nivel musical —eso no tiene nada que ver—, cuando a la hora de convivir, de comer, de saludar, de hablar, de decidir y todo eso, la gente es egoísta, ya no le entro porque para mí, el mejor sonido es el sonido de camaradería, como la que se da con los músicos con los que voy a tocar. Van a acompañarme Paquito Cruz en el piano, Carlos Zambrano en el bajo, Wilka en las percusiones y Mirna Gómez va a estar en el zapateado, todos ellos son modestos, son generosos, y para mí, esas son las cosas que valen más, además de que son unos reyes a la hora de tocar su instrumento.
«Casi siempre incluyo el piano en la música que compongo, desde que mis hijos eran muy chicos —Lucía tenía cinco años, Santiago, siete y Natalia era recién nacida—, conocí a Alonso Blanco, que aparte de ser muy buen músico tiene muy buen carácter y siempre accedía a estar ensayando en mi casa, no era un músico que me presionara, otro podría pensar cómo voy a ir a ensayar hasta casa de esta señora que está dándole de cenar a sus hijos. He tocado mucho con Alonso pero viaja mucho y entonces invité a Paquito, que también es un gran músico y un gran ser humano.
«Otra cosa que me gusta de estos músicos es que todos tienen muy afianzada su dirección en la música, ninguno dijo ahorita voy a dedicarme a tal cosa y luego hago esto y luego lo otro y luego toco; Wilka está enfocado en la música desde niño y no hace otra cosa más que tocar, su tema en la vida es ser músico; Carlos Zambrano, también; Paquito Cruz toca el piano desde los seis años; Mirna —que es una bailarina que salió de la Facultad de Danza— fue mi alumna cuando era niña y siempre estaba en mis talleres, tiene muy buena técnica y además muy buen ritmo, ya lleva como veinte años en la danza y es muy disciplinada.
«El concierto va a ser el jueves once de abril a las ocho de la noche en el auditorio de la Facultad de Música. Además de todos estos músicos, mis hijos van a echarse un palomazo; Santiago cumple veinte años un día antes y ahí lo vamos a celebrar. La entrada va a ser libre, esperamos que vaya mucha gente».
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