Prácticamente desde que arrancó el proceso interno por la dirigencia estatal del PRI, Marlon Ramírez Marín intensificó sus visitas a los militantes de su partido. Sin embargo, lleva meses realizando ese trabajo.
El regidor del Ayuntamiento de Veracruz dice que la consulta a la base, método a que recurre el PRI para elegir a su dirigencia estatal, le resultó conveniente, favorable para su causa, dado que se percibe como un político cercano a la militancia del tricolor.
Cauto en sus expresiones cuando se refiere a los adversarios en esta contienda, Ramírez Marín habla de disciplina partidista; probablemente de eso sabe mucho, dado que dos veces ha buscado ser diputado y en ambas tuvo que hacerse a un lado para que otros priistas fueran a campaña.
El único cargo de elección que ha ocupado Marlon Ramírez es la regiduría en Veracruz; ha intentado otros espacios, pero simplemente las candidaturas se le han negado; en vez de ello, ha sido dos veces subsecretario de Gobierno, lo que le ha permitido tejer lazos con diferentes grupos del priismo; “son quienes ganan las elecciones”, sostiene.
Marlon Ramírez ha operado en dos procesos electorales en favor del PRI; en ambos podríamos decir que ofreció buenas cuentas; la última experiencia fue en 2015, cuando como uno de los orquestadores de la estrategia electoral priista en Veracruz ganó casi todo; casi, porque perdió el distrito del Puerto y eso bastó para propiciar su salida de la Subsecretaría. Al PRI parece que le urgía encontrar culpables de las dos o tres derrotas en la entidad.
Sin embargo, habría que decir que como operador priista, Ramírez Marín no tiene malas notas.
Un año después de esa elección, en 2016, llegó la primera gran derrota en Veracruz del tricolor, que había postulado como abanderado a Héctor Yunes Landa. 2017, en las municipales, los priistas vieron la misma historia adversa y en 2018 no se pudo levantar el partido.
Hoy, Marlon Ramírez aparece como una de las cuatro cartas priistas –sin duda una de las más fuertes– que buscan el Comité Directivo Estatal; tiene claro que el principal adversario no está dentro, sino fuera del partido; y afirma que el gran reto será convencer a los militantes para legitimar una dirigencia que se base en la voluntad mayoritaria de los afiliados; y a partir de ahí reconstruir para presentar una imagen sólida en 2021.
AMLO, Huerta y el conflicto de TransCanada
El pasado viernes, en el marco de la visita presidencial a la zona norte de Veracruz, Víctor Rodríguez, activista de Tamiahua, encabezó una pequeña manifestación en Santiago de la Peña, municipio de Tuxpan, donde abordó al ejecutivo federal.
López Obrador, al ver las pancartas que llevaban algunos pescadores contra la empresa TransCanada, ordenó que se detuviera la marcha de su convoy y escuchó las demandas de la gente.
El presidente dejó claro que quienes están contra la construcción del gasoducto atentan contra el mismo pueblo, pues afectan el presupuesto de los mexicanos por las multas que el Gobierno Federal tendrá que pagar a TransCanada, por el bloqueo que tienen en Barra de Corazones, Tamiahua.
El dirigente del pequeño grupo que protesta en ese lugar se quedó pasmado. Probablemente esperaba una respuesta diferente.
Lo cierto es que al final, López Obrador ordenó al delegado del Gobierno Federal en la entidad, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, que atendiera y resolviera el conflicto. El presidente fue claro: «hagan una comisión y vean a Manuel Huerta».
Sin embargo, en virtud del evento, los cercos de seguridad no permitieron a los manifestantes llegar a donde se encontraba el delegado y volvieron molestos y decepcionados, incluso pensando tomar el palacio municipal de Tamiahua como medida de presión.
El punto es que antes de que el problema sea mayor, el delegado debería resolver, desactivar el conflicto, o bien designar a alguien para que atienda el tema. @luisromero85