El 12 de agosto de 2016, en el café El Patio de Xalapa se presentó un grupo de son jarocho que por su formación —arpa, leona y jarana— y su novedosa manera de tratar los sones tradicionales, mostraba una personalidad propia: La Calandria.

Alejandra Paniagua, Arantxa Peláez y Raymundo Pavón, quienes habían coincidido en fandangos y tocadas informales, irrumpían en la escena del son jarocho con una propuesta cuya novedad se basaba en la renovación de las letras tradicionales, a las que imprimían contenido social, y en un tratamiento musical diferente, producto la rica y diversa formación musical de cada uno.

El año pasado, Arantxa Peláez me comentó: «Un 26 de junio, estábamos tomando mezcal en mi casa Ale [Alejandra Paniagua], Ray [Raymundo Pavón] y yo, y justo estábamos hablando de estos grupos que habíamos tenido todos en algún momento, no solo de son jarocho. En ese momento estábamos llevándonos mucho los tres y había mucha química y dijimos estaría súper chido hacer un grupo con arpa, porque no es tan común, el arpa se toca más en otro ámbito del son jarocho. Están Adriana [Cao Romero], Viche [Octavio] Vega y hay referencias impresionantes como Mario Barradas y Andrés Alfonso, gente que tocó arpa hace algunos años, pero estaría muy bien una propuesta nueva. Los tres queremos tocar, vamos a tocar juntos.

«Empezamos y la verdad es que desde el primer ensayo, esa química de amistad que había entre nosotros, también se reflejó en la música, coincidimos en muchas ideas, Ray proponía muchas cosas, Ale y yo también; poco a poco fuimos tejiendo el nido de La Calandria y ya van a ser dos años que estamos tocando».

Ese año tuvieron varias presentaciones en Xalapa, una en Puebla y una Chinameca. Al año siguiente, 2017, ya consolidado el grupo, las invitaciones se multiplicaron y La Calandria llevó su trino a varios lugares del estado, a Oaxaca y a Colombia.

A tres años de distancia, además de consolidarse, la agrupación ha clarificado sus objetivos, sus metas, sus sueños; en un publicación reciente expresan: «Nuestra principal inspiración proviene de la realidad que vivimos como jóvenes en México, porque creemos profundamente que a partir del canto y de la música hecha con amor, se puede cultivar humanidad y empatía en las personas. Los tres hemos crecido influenciados por la música veracruzana de distintas regiones, por el jazz, la música de concierto, las rancheras y una infinidad de sonidos que nos llevan a querer reflejar lo que sentimos y lo que vivimos a través del arpa, la leona, la jarana y la versada que escribimos».

Este año han sido invitados al festival Sonamos Latinoamérica, «un encuentro —se lee en su página web— donde la cultura se nutre y se comparte. Una reunión donde se construye la identidad latinoamericana (…), un esfuerzo conjunto de artistas independientes empeñados en recuperar y poner de manifiesto todo aquello que nos hace únicos».

La edición de este año se realizará en Bruselas, Bélgica. La organización del encuentro exige que los grupos que se presenten tengan al menos un disco grabado, para poder cubrir ese requisito, los integrantes de La Calandria han presentado un proyecto en la plataforma de financiamiento de proyectos creativos Kickstarter. Como en todas las fondeadoras de este tipo, los apoyos obtenidos son recompensados con algún premio proporcional al monto del donativo, en este caso, los premios van desde stickers, descargas digitales, ejemplares impresos del disco, hasta la realización de un concierto privado, y los montos inician con 50 pesos. Hay que apoyarlos, 50 pesos es el costo de dos chelas en los bares más baratos de Xalapa, bien podemos renunciar a ellas para coadyuvar a que La Calandria trine en tierras belgas. Para participar, solo den click aquí: La Calandria y su disco rumbo a Bélgica.

 

 



 

 

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