En esta segunda parte de la conversación, Mauricio Franco habla de sus experiencias en la música de big band, su inicio en la música académica, su paso por el mariachi, su llegada a Xalapa y sus primeras incursiones en el jazz.

Orquesta Manhattan

Desde que estaba en la banda, me empezaron a invitar a una big band que estaba en Salamanca, Guanajuato. Necesitaban músicos, invitaron al maestro Olivares y a sus hijos, y ellos me llevaron. Tuve la oportunidad de tocar con esta orquesta que se llamaba Orquesta Manhattan. Yo tenía 15 años, estaba tocando y aprendiendo repertorio de la tradición mexicana de la big band y me encantaba el sonido, los arreglos, la armonía. Fue una oportunidad increíble para mí porque esa big band se convirtió en mi laboratorio, el maestro Velázquez me decía ya tocas con la big band, me daba un casete y me decía vas a transcribir la canción que está ahí y me traes el score para revisarlo, y cuando ya lo tenía me decía ahora vas a escribirlo para la big band, vas hacer el arreglo y la orquestación.
Yo me sentía soñado, la primera vez que llegué con todos mis papeles escritos a mano —no había computadoras ni nada de lo que hay ahora— a repartirlos entre los músicos y me senté en mi lugar de cuarta trompeta y empezamos a tocar, yo me sentía en el cielo. Fue muy alto el grado de satisfacción al escuchar que cada nota que estaba tocando cada uno de los maestros que estaban ahí, la escribí yo con mi propia mano, y me tomó mucho tiempo porque tampoco había mucho eso de las fotocopiadoras ni nada eso, todo era mano, yo lo hacía y tenía un juego para mí, por si se perdía una parte, y otro juego para los maestros.
Aprendí sobre orquestación, aprendí sobre la tesitura de los instrumentos, algunas posibilidades técnicas, cómo transportar para los instrumentos que no están en tonalidad de concierto, y todo eso directamente a mano. Para mí eso era magia, era demasiado bonito porque me costaba tanto trabajo que disfrutaba mucho el resultado. Me enamoré de eso y dije podría ser músico de escritorio, estar siempre con un piano, un papel y un lápiz escribiendo música.

Primer movimiento. Cantabile

Con este maestro me di cuenta de que el mundo de la música es demasiado grande, que hay muchísimos estilos, que hay muchísimos tipos de música y dije yo tengo que seguir aprendiendo. Me metí al Conservatorio de Música en Celaya donde hice el bachillerato técnico musical. Yo no sabía nada música clásica pero en las clases de apreciación musical nos ponían escuchar música orquestal, nos ponían escuchar óperas, y aprendí mucho.
Había un coro en el Conservatorio que funcionaba como un coro profesional, daba conciertos por todos lados, incluso se rentaba como coro profesional para montar óperas u obras orquestales grandes, y participamos con muchas orquestas del país. El Conservatorio era una escuela de música sacra y no recibía apoyo por parte del gobierno, era una escuela particular y era costosa, y gracias a esos conciertos que hacíamos, se recaudaban fondos y nos reducían la colegiatura, inclusive, a veces sobraba dinero para pagarnos. Esta clase de coro me sirvió para aprender un montón de música porque lo llevamos durante cuatro años todos los días y montamos mucho repertorio orquestal.
Con el coro tuve la oportunidad de escuchar por primera vez a la Orquesta Filarmónica de Querétaro, fue la primera orquesta que escuché en vivo en mi vida y fue impactante. Cuando íbamos a la sala y los músicos estaban calentando y empezaban a afinar, ese sonido de las cuerdas tocando la nota «la» para afinar fue impresionante, yo nunca había escuchado algo así, a ese nivel, y me impactó mucho. Todavía recuerdo el pasillo por el que iba caminando y ese sonido que cada vez era más fuerte, más grande y más impactante. Cuando hicimos el ensayo con la orquesta dije yo no puedo estar haciendo otra cosa más que música de orquesta, es lo que me mueve, me encanta.

Pa’ que se alegren y que retocen los corazones

Ya va llegando el mariachi
cantando sones con sus guitarras y guitarrones
pa’ que se alegren y que retocen los corazones
(José Martínez Barajas.
La fiesta del mariachi)

Cuando estaba en el Conservatorio, tenía un amigo que tocaba en un mariachi en una ciudad de Guanajuato que se llama Juventino Rosas que le dicen la ciudad del mariachi porque dicen que si no eres mariachi, tienes un familiar que es mariachi, ahí hay mariachis a morir. Este compañero, también trompetista, me invitó a tocar mariachi y le dije no, es que yo nunca he tocado eso y la verdad está muy bonita la música y todo eso, pero yo no me veo vestido de mariachi.
En una bodega de pianos de Michoacán traían pianos usados de Estados Unidos, los arreglaban y los revendían, yo quería uno y me daban facilidades para pagarlo, pero me había salido de la banda para poder estar de tiempo completo en la escuela. Mi amigo me dijo:
—Del mariachi puedes pagar el piano
—Está bien, voy a entrar solo para poder comprar el piano, una vez que termine de pagarlo, me salgo
—Sí, no importa.
Empecé a tocar en un mariachi mixto, básicamente eran puras mujeres, solamente los dos trompetistas éramos hombres. Tocamos con estas chavas alrededor de dos o tres años y de ahí me fui brincando a otro mariachi y a otro mariachi. En el primer año pagué el piano, después me compré una trompeta nueva y así empecé a pagarme la escuela y todos mis gastos.
Terminé tocando mariachi ocho años y me fascinó, primero sonaba a un trompetista de banda tocando mariachi, pero después de escuchar, escuchar y escuchar, empezó a gustarme. Un disco de un mariachi me llevaba a otro y a otro y a otro, y fui haciendo un caminito, de repente empecé a conectarme con grandes mariachis, el que más me impactó de todos fue el Mariachi Sol de México, de José Hernández, un trompetista que está en Los Ángeles y es el arreglista, escribe la música y todo, y toca a un nivel increíble, impresionante. También estuve con el Mariachi América y varios otros, y dije yo quiero ser mariachi el resto de mi vida, o sea, cada vez que tenía oportunidad de tocar algo, me enamoraba.

Cámara, acción

Después formaron la orquesta de cámara del Conservatorio y tuve la oportunidad de tocar ahí, empezó a crecer poco a poco y después, el coro del conservatorio ya no se contrataba para ir a cantar, sino que la orquesta del Conservatorio acompañaba a su propio coro y ya no dependíamos de otra orquesta. Pasé de ser parte del coro a ser parte de la orquesta, y cuando se hacían obras orquestales grandes, invitaban refuerzos de la Orquesta Filarmónica de Querétaro y sonaba increíble. Estar ahí y sentirme parte toda esa música era muy emotivo.

Tocata y fuga

Cuando entré al Conservatorio era una escuela nueva, no había maestro de trompeta, durante un año me dio clases un maestro de clarinete, al siguiente año renunció a darme clases, dijo que no tenía nada que enseñarme, que me consiguieran un maestro. Estuve un año sin tomar clases de trompeta y seis meses después llegó el maestro Enrique Calderón, es de aquí de Xalapa pero en ese entonces era el trompetista principal de la Filarmónica de Querétaro. Él fue mi maestro Cuando terminé el Conservatorio le dije:
—Maestro, yo estoy muy contento y me encantaría seguir tomando clases con usted, pero la realidad es que soy el primer trompetista que entra al Conservatorio, es una escuela nueva, no tiene un programa aprobado y no me gustaría ser el primero en hacer una licenciatura que no existe todavía, entonces me quiero ir a estudiar afuera de aquí
—Si quieres aprender música orquestal en serio, lo mejor que te puedo recomendar es que vayas a Xalapa a tomar clases con mi maestro de trompeta James Snappque — que era el trompetista principal de la Sinfónica de Xalapa en ese entonces— o con Timothy McKeown, otro norteamericano que también está en la orquesta de allá, ellos dos son lo mejor que te puedo recomendar en el país, o también puedes ir al DF
Yo dije bueno, si no voy a vivir en mi casa, ¿qué más da que sea en el DF o que sea en Xalapa?, entonces voy a Xalapa. Me metí en la cabeza que yo tenía que venir a Xalapa y cuando estaba terminando el Conservatorio, ya tenía eso claro.

Segundo movimiento. Fantasía

Sabía que era muy difícil entrar a la escuela de aquí, nadie del Conservatorio de allá había podido entrar y todos me recomendaban que tuviera un plan B porque, aunque sabían que yo era capaz, sabían qué era muy difícil entrar a la escuela de Xalapa, pero como yo ya me había metido eso en la cabeza dije no, es que para mí no hay opciones, es Xalapa o Xalapa, y si no entro al primer intento, me quedo a tomar clases particulares con los maestros de allá, lo intento al otro año y al otro, los años que sean necesarios hasta que entre. Me vine a Xalapa, entré al primer intento, me aceptó el maestro Timothy e hice la licenciatura con él.
Justo en el año que entré a la Facultad de Música, regresó el maestro Édgar Dorantes de hacer su maestría en la Universidad del Norte de Texas y nos tocó como maestro de armonía. Desde antes de estudiar clásico, yo ya traía todo esto de la big bang, del estudio del arreglo y la armonía moderna, ya venía con muchas cosas en la cabeza, entonces cuando llegó y me dijeron que el maestro estudió jazz, que era director de big band, que sabía mucho de todo eso dije uy, aquí hay algo interesante.
Mi maestro de trompeta me comentó que quería armar un taller de jazz para sus alumnos con el maestro Édgar Dorantes, luego muchos otros instrumentos se empezaron a juntar, le pedimos clases al maestro Édgar y empezó el taller de jazz.

Tercer movimiento. Fascinating Rhythm

En las clases de la Facultad no había cupo para las clases de jazz, el maestro venía con esa intención pero todavía no le daban permiso, después lo nombraron director de la Banda Sinfónica de la Facultad de Música y aprovechó para dividir la materia: un día daba banda sinfónica y otro día, big band. Comenzamos con el taller y eso me movía aprender más. Terminamos rápido con el temario que teníamos que cumplir en la clase de armonía y empezó a enseñarnos jazz, nos hablaba de muchas cosas, nos ponía música, y de repente le dieron la oportunidad de abrir una clase de composición.
Al final de la carrera, me tocaba llevar la clase de composición y no me gustaba tanto porque era la visión de la composición de la música moderna, que tiene que ver un poco más con un proceso no tan creativo artístico, no era tanto el hecho de hacer música con gusto sino de seguir reglas y aprender esas cosas. Era música muy contemporánea que no me sonaba nada bien ni me interesaba aprender, cuando abrieron la opción de estudiar esa misma materia de composición pero en jazz, dije esa es la que yo quiero, y me metí con el maestro Édgar. En esas clases, cada vez aprendía más cosas y me daba cuenta de que en realidad era demasiado como para aprenderlo todo, lo podía entender pero no lo podía manejar, era mucha información.

Rhapsody in Blue

Desde que tenía un año o dos de haber llegado a Xalapa, me empezaron a llamar para que tocara como extra con la Sinfónica de Xalapa, pero no era tan constante como para mantenerme de eso, como ya había tocado mariachi, sabía el repertorio, tenía trajes de mariachi y sabía todo eso, empecé a tocar con mariachis de aquí y también empecé a buscar tocar con grupos de música versátil y esas cosas, y empecé a tocar en los antros.
Una vez me invitaron a tocar como trompetista principal de la Orquesta Sinfónica de Zacatecas. El concierto fue un domingo, me fui desde el viernes y en CAXA me encontré a Édgar Dorantes y a Aleph Castañeda —ya fallecido, muy querido amigo mío, lo recuerdo con muchísimo cariño—, me vieron y me dijeron:
—Mauricio, ¿qué onda?, ¿qué estás haciendo?
—Pues voy al DF
—Ah, nosotros también vamos para allá
Llegando al DF me dijeron:
—Y ahora ¿para dónde vas?
—Para Zacatecas
—Nosotros también vamos para Zacatecas
Yo dije wow, qué coincidencia, pues había más coincidencias todavía, estaban esperando a un baterista que se unía en el DF porque iban a armar un trío que iba a tocar como solista con la Orquesta de Zacatecas en el mismo concierto en que yo iba a tocar. Cuando me enteré dije increíble, vamos a tocar juntos. Se iba a tocar Rhapsody in Blue, de Gershwin, en una versión que hizo el maestro Édgar Dorantes para trío de jazz solista y orquesta, yo estaba encantado.
Llegamos allá, tocamos otras obras, entre ellas algo de Ravel, algo de Tchaikovsky y otras cosas. Cuando hicimos el primer ensayo, había gente de la radio esperando entrevistar a Édgar, a Aleph y al baterista —ahora no recuerdo su nombre—, Édgar me dijo Mauricio, ven, y les dijo él tiene que estar en la entrevista porque es mi alumno y también es jazzista, y me fui con ellos. Nos pasearon por todos lados y resulta que me hospedaron en el mismo cuarto con Édgar. Estuve ahí con él y me dijo:
—Mauricio, regresando a Xalapa vamos a empezar los diplomados de jazz, tú ya estás tocando la trompeta a nivel profesional, creo que lo que te hace falta es aprender el lenguaje del jazz tocándolo. Yo sé lo que tú sabes porque yo te lo he enseñado, yo he estado contigo en las clases, pero te hace falta ponerlo en práctica, ¿por qué no te inscribes a los talleres?
—Me encantaría pero sinceramente no puedo con tanto y quiero terminar primero la carrera de clásico lo mejor que pueda y una vez que la termine, me meto a los talleres. Yo no tenía idea de la complejidad del jazz, yo veo que son tantos conceptos y cada uno hay que practicarlo mucho para dominarlo y ya después poder decirlo en palabras propias. Voy a las clases, anoto todo y lo dejo como guardado en un cajón, a veces abro el cajón, saco solamente una cosa, me pongo a darle y me toma muchísimo tiempo desarrollarla. Mejor me voy con calma, así que prefiero primero terminar el clásico
Entonces me dijo algo que cambió mucho mi manera de estudiar después de unos años:
—¿Qué tanto estudias con la trompeta?
—Es que la trompeta es muy difícil, el problema principal es producir sonido, entonces, la mayor parte del tiempo estamos haciendo ejercicios técnicos para producir sonido con la mejor calidad posible a la mayor facilidad posible
—Pero esos ejercicios técnicos que haces todos los días supongo que están basados sobre algunas escalas mayores, principalmente; algunas triadas, mayores principalmente; algunos intervalos
—Sí
—Bueno, ¿y por qué no hacerlo con las escalas que estudiamos nosotros, con otros intervalos, sobre otros acordes?
En ese momento no le di mucha importancia, pero después eso cambió mi vida, unos años después, luchando contra mí mismo logré establecer eso.

(CONTINÚA)

 

PRIMERA PARTE: Relato de Guanajuato
TERCERA PARTE: Nace una escuela
CUARTA PARTE: El eje del universo

 

 

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