El 17 de enero de 1957 iniciaron las clases de la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV). Las primeras licenciaturas fueron Antropología Social y Arqueología, y una de las fortalezas de ésta –y que la distingue del resto de los programas de arqueología que se imparten en el país– es el trabajo de campo que realizan sus estudiantes.
“Los arqueólogos egresados de la UV son reconocidos en muchas partes del país por la calidad de su trabajo en campo. La escuela aporta buenos investigadores”, expuso el jefe de la carrera de Arqueología, Rodolfo Parra Ramírez.
Explicó que desde su fundación, la Facultad concibió que los estudiantes de arqueología desarrollaran prácticas de campo, toda vez que es la esencia de esa disciplina.
“En la arqueología tradicional el arqueólogo-investigador se prepara en gabinete, va a campo, obtiene sus datos, los registra, los procesa y obtiene un resultado; es decir, construye una historia a partir de los vestigios materiales. Para un arqueólogo es importante ir a campo y recolectar datos, evidencias materiales, traerlas, procesarlas, medirlas, pesarlas, observarlas, describirlas y empezar a construir la historia de un objeto, de una ciudad. Poder entender qué pasó con esa ciudad, cómo surgió, no solamente en un contexto social, sino natural.”
Remarcó que es la única facultad del país que tiene debidamente programadas las prácticas de campo de los estudiantes de Arqueología.
Actualmente, alrededor de 60 estudiantes que cursan el área disciplinar participan en seis proyectos arqueológicos: Piedra Labrada, Playa Vicente, Jamapa, Teocelo, San Francisco Toxpan y Río de Los Pescados, los cuales son encabezados por Lourdes Budar Jiménez, María Antonia Aguilar Pérez, Lucina Martínez, Alfredo Vargas, Omar Melo y Rodolfo Parra, respectivamente.
Aclaró que el proyecto arqueológico San Francisco Toxpan tiene el aval de la Facultad, pero no se trata de una investigación que resida de manera permanente en esa entidad universitaria, pues pertenece al Museo de Antropología de Xalapa de la UV; pero fue posible la autorización para que fueran estudiantes, por ello en este momento tiene como subdirectora a Martha Judith Hernández.
Aclaró que todos los proyectos cuentan con la autorización del Consejo Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y naturalmente de la propia Facultad de Antropología. “Un proyecto de investigación no puede ir a campo sin el aval de la Facultad, la aprobación de los informes (al respecto) y la propuesta de trabajo. Sin esas tres cosas, no puede ir a campo”, remarcó.
Las prácticas de campo de la Licenciatura en Arqueología son anuales, en esta ocasión se desarrollan del 7 de enero al 7 de febrero.
El entrevistado precisó que cada estudiante de Arqueología desarrolla tres temporadas de campo en el transcurso del programa; la primera es de prospección, la segunda de excavación y la tercera es opcional entre una y otra.
“El trabajo de campo marca la vida de un profesional como el arqueólogo. Es el equivalente a ser mayor de edad. Marca y define muchas cosas, como la personalidad y el rumbo. También, tiene como consecuencia definir a dónde va a trabajar cada arqueólogo; te impulsa a seguir adelante o te dice ‘esto no es para ti’, porque la vida del campo es muy difícil, dura, hay que salir a hacer investigación llueva o truene, estén como estén las condiciones de inseguridad, sea como sea el terreno.”
Karina de Paz Reyes Díaz/Prensa UV