Hasta ahora, no he escuchado una sola crítica a la persona de Cuitláhuac García. Quienes le conocen, coinciden en que es una buena persona, un tipo que se conduce con respeto, que ha ganado a la buena el afecto de sus amigos y el respeto de sus compañeros, alumnos y colaboradores. Aún quien no ha recibido nada de él, tiene algo bueno que decir. En términos llanos, tiene las virtudes de un buen ciudadano y carece de los defectos de un mal político.
Sin embargo, las críticas al Gobernador se multiplican conforme pasan los días. Su falta de autoridad –que no de autoritarismo-, su frecuente ausencia pública, la carencia de un gabinete con capacidad y prestigio, así como su inexperiencia política para resolver conflictos sociales, suma opiniones en el sentido de que no se preparó para gobernar y que los veracruzanos empiezan a pagar las consecuencias.
En mes y medio de gobierno, su presencia ha sido marginal y parece atrapado aún por la sorpresa de verse sentado en la silla del Palacio de Gobierno. No sabe bien a bien cómo conducirse. Ni él ni su gobierno han logrado establecer una agenda pública que de certeza a los ciudadanos de que hay un proyecto definido para Veracruz; en todo caso, sigue haciendo las veces del representante de López Obrador en nuestro estado.
En poco más de 45 días, el Presidente canceló la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, inició un combate frontal contra la corrupción y el robo de combustible, se apresta a la creación –en los términos que ha querido- de la Guardia Nacional y está por imponer al nuevo Fiscal General de la República. Decisiones polémicas pero que demuestran autoridad y suplen la ineficacia e incapacidad de sus principales colaboradores.
López Obrador ha logrado imponer su visión, su narrativa, sus principios y su visión de país. Como nunca antes, la figura del Presidente está por encima de cualquier otra institución.
En Veracruz pasa exactamente lo contrario. El gobernador está ausente, no comunica, no tiene un plan. En estas semanas, ni siquiera ha logrado designar a su propio gabinete –hay que recordar que no se ha aprobado la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública para crear la Secretaría de Cultura o del Mar que anunció en su momento-, no ha podido remover siquiera al Fiscal General del Estado y ha tenido que asumir las consecuencias de los yerros de sus inexpertos y arrogantes colaboradores.
Así, mientras los medios refieren de cifras elevadísimas de secuestros y feminicidios, las redes difunden avisos de la desaparición de jóvenes en esta y otras ciudades, que decenas de ciudadanos de la conurbación de Xalapa y Coatepec tienen que salir a la carretera a manifestarse por la cantidad de robos que han sufrido, que sus funcionarios son denunciados por uso indebido de la función pública, Cuitláhuac nomás no aparece.
Desde el bochornoso acto público de Chinameca, donde el mandatario estatal prácticamente fue obligado a cancelar el proyecto de construcción de un relleno sanitario, no lo hemos vuelto a ver. No está en los medios, no está en la calle, no está expresando su apoyo a las decisiones del Presidente. Entonces, ¿dónde está el Gobernador?
Es su ausencia la que despierta suspicacias y alimenta versiones mal intencionadas, pero ante ellas, no hay ninguna respuesta.
Me han dicho que el Presidente le tiene un gran afecto, al grado que aun conociendo sus limitaciones, apostó nuevamente por él para volver a ser candidato al gobierno de Veracruz. Pero eso no basta para gobernar Veracruz; el afecto ayuda pero no resuelve.
Durante la campaña electoral, López Obrador dedicó semanas enteras a recorrer Veracruz a ras de tierra, en cada municipio; siempre acompañado de Cuitláhuac, lo hacía como si su pretensión fuera ser presidente municipal o diputado local. Y ahí nuestro Presidente conoció a fondo el estado y reafirmó su confianza al hoy mandatario estatal.
Veracruz y su Gobernador preocupan al Presidente, por eso estará aquí los primeros días de febrero. Serán dos días -2 y 3 de febrero- donde el López Obrador podrá tomar el pulso del gobierno de Cuitláhuac García.
Hasta ahora, Cuitláhuac es una roca en términos de su honestidad y decencia, pero es sumamente vulnerable por su falta de liderazgo, conocimiento de los problemas del estado y capacidad política para resolverlos. López Obrador lo sabe y por eso ha estado aquí desde el primer día de su gobierno; viene a rescatar, una vez más, a uno de sus alumnos más queridos.
Pero nada es para siempre. El proyecto del Presidente es primero.
Las del estribo…
- Y mientras el Góber no aparece, el ex mandatario Yunes no deja de trabajar. Denuncias contra funcionarios del gabinete, anuncios en el aviso oportuno de periódicos para empinar al gobierno, la defensa de su Fiscal, el reclamo de Ayuntamientos de las participaciones federales, son algunos de los temas de su intensa agenda política.
- La SEV asignó en el último día de la administración de Miguel Ángel más de mil plazas, informó ayer el Secretario Zenyasen Escobar. Un verdadero cochinero que se debe limpiar, ya que muchos de los beneficiarios están recurriendo a los sindicatos para quedarse con su plaza. Pero si no se hacen públicos los nombres, será una anécdota más en el combate a la corrupción.