En México todo es posible…hasta lo justo y lo correcto.

Imprescindible, información, análisis y estudios, sobre los complicados problemas sociales actuales, como la creciente inseguridad y violencia.

Útiles y bienvenidas, aportaciones como el sustentado y actualizado trabajo periodístico de Jair Robles Barajas, “Durante mini gobierno de MYL,5 mil homicidios en Veracruz” (ImagendelGolfo.221218), que entre otros aspectos muestra la Incidencia delictiva del fuero común, (enero-noviembre, 2018), en la que Veracruz registro 51, 234 delitos, incluyendo 2,141 homicidios..

Trabajo que puede, junto con otros, servir de base para el debate abierto y la formación de políticas públicas. ¿Cómo es posible, que en Veracruz como en México, en unos años  hayan crecido tanto, delitos y delincuentes?

En general, ¿qué hacer?  La respuesta es de inmediato, empezar por enterarnos y actualizarnos, sobre esa realidad que se padece.

Empezar por exigir a todo servidor público cumplir puntualmente, con su obligación de informar y transparentar sus acciones; y, al mismo tiempo, garantizar y atender el derecho a saber de todo ciudadano.

Obstinación e intransigencia

Pues bien aquí estamos. Ante una inocultable  y escandalosa  situación  de posible y perjudicial  polarización, radicalización y enfrentamiento, motivada por quienes tratan de impedir hacer realidad, la esperanza de lograr un cambio verdadero; que impulse bienestar y desarrollo social.

Resistencia y obstinación, contra la  decisión de cambiar que, como bien se sabe,  ya cuenta con el respaldo abrumador de la voluntad popular,  registrado en el pasado proceso electoral.

Para evitar inútiles e inacabables discusiones, desgastadoras confrontaciones,  enfrentamientos y pérdidas de tiempo. Simple y sencillo. Hay que imponer antes que todo la real realidad. Fundamentalmente, entender y aceptar que no es posible seguir en más de lo mismo y peor, condenando a demasiados y cada vez a más, a sobrevivir en condiciones  inaceptables e injustas. Seguir en lo mismo. Olvidar a los olvidados, y beneficiar a los de siempre, es lo más fácil.

Bien se sabe que además, se trata de involucrarse y participar, para favorecer y apoyar un cambio pacífico, que involucra libertades y derechos de todos. Cambio real, no simulado ni distorsionado.

Luego entonces, hay que participar en la conformación y realización de la agenda del cambio; empezando por difundir y conocer, analizar y discutir las acciones emprendidas y lo que se propone hacer en el futuro inmediato. Agenda del cambio, con espacios y foros propios de diálogo y debate, para coincidir y disentir, acordar y señalar, para mejorar acciones y superar preferencias y diferencias.

El intento está en marcha, apenas comienza, lleva unos días y falta mucho por hacer. Por lo pronto, es indiscutible que debe trascender a todos los ámbitos federal, estatal y municipal; y desde luego, también a lo individual y social, básicamente con más y mejor participación y evaluación social. Cambiar para mejorar. Transformar para superar. Evolucionar para corregir, modificar y fortalecer.

Imposible ignorar y desatender una realidad, que incluye y caracteriza una notoria inconformidad y un inocultable hartazgo social, que cada vez tienen más expresiones de protesta, inconformidad, inestabilidad y violencia.

No es, no se trata de ocuparse e involucrarse en superficialidades e intrascendencias;  tampoco en temas sensacionalistas y distractores, de  entretenimiento  o enajenación mediática, o  de especulación academicista.

Urge atender temas, aspectos y características que viven y padecen innumerables seres humanos.  Características propias de esa realidad que hay que cambiar.

Por eso, vale la pena insistir y señalar, que aquí estamos, ante una deseable  posibilidad, de incorporación y unificación de contribuciones y esfuerzos, para en la libertad y pluralidad, ser capaces de  seleccionar la mejor  alternativa y asegurar la mayor viabilidad de atención a millones y millones desde siempre desatendidos, limitados y sacrificados, así como de solución a  viejos y nuevos conflictos y problemas, que en buena parte persisten, crecen y se complican, con gobiernos de ineptos y corruptos.

Oportuno recordar a cómplices y encubridores, simuladores y distractores, que de muchas formas, también son responsables y culpables, porque se han beneficiado permitiendo, respaldando y alentando decisiones y acciones, que han propiciado y propician,  inseguridad, pobreza, hambre y marginación de millones de seres humanos, que por generaciones han sido y son excluidos, limitados y sacrificados.

Recordar que gracias a complicidades, omisiones y distracciones, desde los mismos gobiernos y la sociedad en general, se han permitido, desatendido y ocasionado, falta de crecimiento económico, insuficiente creación de fuentes de trabajo, pérdida de capacidad de compra y otros problemas económicos.

Y que, por si fuera poco, es inocultable la crisis de administración y finanzas públicas,  que provoca debilitamiento y hasta quiebra institucional, ya que se han incrementado insuficiencia presupuestal,  deuda pública,   ineficiencia, corrupción  y delincuencia gubernamental; facilitándose incluso,   concesiones y privatizaciones de servicios y patrimonio público, para favorecer intereses personales y de grupo.

La continuidad de la impunidad, está en el centro de la atención y la acción del cambio verdadero. Por eso abundan embates, ataques  y sabotajes de quienes se oponen, resisten e intentan detener, distorsionar y evitar la necesaria y urgente transformación.

En fin, en la etapa que apenas comienza, hay que identificar capacidades y limitaciones, viabilidades y desventajas; en particular, antes que todo, saber y exigir cumplimiento de  deberes y obligaciones de los servidores públicos, para evaluar el desempeño de todos sin excepción. Preciso reconocer el buen desempeño y revocar el mandato, a ineptos y corruptos, a ineficientes y mediocres.

Muchos servidores públicos, son propensos a lo superfluo e intrascendente, se dejan llevar con facilidad por: ideas obsoletas,  repetición de lugares comunes,  falta de  consistencia de las  propuestas o, de plano, por la rutina  o la evasión de la responsabilidad de su tiempo y circunstancia. Si bien nos va, lo urgente desplaza a lo importante.

Así, salvo  excepciones, en los temas trascendentes, de largo alcance y de indiscutibles consecuencias, la política y sus políticos  oscilan de lo anticuado a lo improvisado; de la ausencia y el silencio, a la repetición y a la saturación; de la creatividad a la ocurrencia, de la  exageración a la cortedad imaginativa.

En pocas palabras, oscilan entre  imitación y  limitación, improvisación y simulación.

-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelArias