Para Roberto Sánchez Linares, hablante del chinanteco, variante de Valle Nacional, Oaxaca, y oriundo de Vega del Sol, municipio de Santa María Jacatepec, haber ingresado y cursado la Licenciatura en Pedagogía en la Universidad Veracruzana (UV) significó “una gran batalla”. Pero ésta no sólo fue superada, sino galardonada, pues su tesis “Las voces de mujeres chinantecas; abriendo grietas en la educación”, recibió el Premio “Arte, Ciencia, Luz” al mejor trabajo recepcional 2018.

“Muchas puertas se me cerraron, otras más se me abrieron y siempre dije ‘cuando logre ingresar a la universidad, voy a dar todo de mí’ ”, expresó en entrevista telefónica con Universo el joven de 24 años de edad.

Roberto era instructor comunitario del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) en la comunidad Pío V Becerra, de su natal Oaxaca, cuando decidió postularse para ingresar a la Licenciatura en Pedagogía que la UV imparte en la región Veracruz, y no fue en la primera lista sino por corrimiento que logró ser parte de esta institución.

“Quedé en el lugar 155, hubo espacio en el corrimiento y entonces tuve la oportunidad de ingresar a la Universidad Veracruzana. Ya trabajaba para Conafe y no tuve la posibilidad de involucrarme más en el estudio para lograr ingresar en la primera lista”, relató emocionado.

Pero la instrucción comunitaria no fue el primer empleo de Roberto, desde pequeño fueron múltiples las actividades que desarrolló; cuando cursaba el tercer grado de secundaria, con la intención de obtener recursos que le permitieran financiar su estancia en la escuela, se incorporó como empleado de mostrador en el centro comercial El Tianguis del Juguete de Tuxtepec (ciudad a la que llegó a vivir a los ocho años junto con su familia), ocupación en la que se desempeñó durante cuatro años y le permitió financiar hasta la preparatoria.

Esa fórmula de estudiar y paralelamente trabajar lo acompañó también en el transcurso de su licenciatura. Por ejemplo, durante tres años fue becario de Nohemí Fernández Mojica, académica e integrante del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; ella en especial le apoyó “incondicionalmente”, le motivó a salir adelante, incluso fue quien le despertó y potenció habilidades de investigación. “Ella me descubrió en el aula y me nombró becario”, describió.

Además, el joven realizó otras tareas fuera del ámbito académico, tal es el caso de la limpieza en casas o garajes. “No me da pena decirlo, porque ahora como egresado puedo decir que lo logré, que luego de los esfuerzos y sacrificios no bajé la guardia para seguir superándome”, expresó orgulloso.

Cuando Roberto asumió plenamente su papel de estudiante universitario decidió “aportar un granito de arena” a favor de la región donde nació y creció; para él “era la oportunidad de dar a conocer una de las tantas problemáticas que atañen a mi contexto local”. Incluso, precisó, “eso fue lo que más me apasionó para salir adelante”.

Las chinantecas son promotoras permanentes de su cultura

La tesis “Las voces de mujeres chinantecas; abriendo grietas en la educación”, cuya dirección estuvo a cargo del académico Edgard González Suárez, arrojó que si bien las chinantecas son promotoras permanentes de su lengua y cultura, constantemente se vulnera su derecho a educación y son muy pocas las que rompen el “estigma” de que no son aptas para ir a la escuela, y lo mejor es casarse a temprana edad y tener hijos.

Pero en la tesis, Roberto no deja de lado su realidad personal y en el primer párrafo de los Agradecimientos se lee: “Agradezco a los y las mexicanas que a través del pago de impuestos fue posible matricularme en la Universidad Veracruzana”.

Justamente el atractivo de estudiar en la UV fue el plan de estudios de la Licenciatura en Pedagogía, pues una de sus áreas es la Educación Comunitaria, la cual le permitiría potenciar y fusionar sus intereses académicos con los personales.

La claridad de sus propósitos le permitió destacar en el transcurso de su estancia en la institución. Más allá del buen promedio, aprobó satisfactoriamente el Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL) del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval), logró realizar una movilidad académica en la Universidad de Guanajuato –de julio a diciembre de 2016–, la cual aún sigue rindiendo frutos pues está próximo a publicarse un artículo en el que colaboró con la académica Jenny Zapata de la Cruz, intitulado “Educación indígena, de la asimilación al rescate: realidad excluyente de chichimecas, chontales y chinantecos en México”.

Posteriormente, en 2017 realizó una estancia en el Departamento de Sociedad y Cultura del Colegio de la Frontera Sur, a través de la Academia Mexicana de Ciencia. Ahí, se vinculó con quienes trabajan con mujeres indígenas en condición de vulnerabilidad. “Fue cuando pude enamorarme más de mi tesis, porque las visiones que me compartían tanto docentes como compañeros me enriquecían”, recordó de aquel momento de su vida.

Además, cursó de manera virtual el Diplomado Género, Desarrollo y Sustentabilidad “Herramientas teórico-metodológicas para el estudio de la crisis socioambiental”, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entre septiembre de 2017 y febrero de 2018, lo cual contribuyó sustantivamente en la elaboración del marco teórico de su trabajo recepcional.

En ese sentido, también destacó las aportaciones del diplomado a distancia recién concluido intitulado Aplicación de Derechos Humanos en Seguridad Nacional, que imparte la Universidad de Barcelona a través del Instituto Iberoamericano de Movilidad Internacional.

Roberto enfocó su tesis en estudiar cómo es que se vulnera el derecho a la educación de las mujeres indígenas. Su objetivo fue “analizar los factores culturales –lengua indígena y machismo– que enfrentaron un grupo de mujeres indígenas de la etnia chinanteca de la localidad Arroyo de Banco, Oaxaca, en su búsqueda (lucha) por la inclusión o permanencia en el sistema escolar básico”, según se lee en la tesis.

Para tal propósito, el joven trabajó con siete mujeres indígenas y siete informantes clave –la directora de la Casa del Niño Indígena, una enfermera comunitaria, tres docentes bilingües de escuela primaria y telesecundaria, una docente jubilada y un exagente municipal– pertenecientes a la etnia chinanteca central de Valle Nacional, de la localidad mencionada.

“Me enfoco en el derecho a la educación para las mujeres indígenas, pero también encontré derechos políticos y sociales. Éste es un trabajo más desde la pedagogía, aunque también tiene aportes desde la antropología y la sociología”, explicó en entrevista.

 

Las que llevan la batuta del hogar y la comunidad no estudian

Roberto optó por dedicarse a investigar a las mujeres chinantecas pues ve de suma importancia destacar el rol que desempeñan en la vida cotidiana de la comunidad. “Ellas son quienes llevan la batuta del hogar y a pesar de todo no se visibilizan sus derechos, porque el machismo las está oprimiendo, y queda mucho por investigar ahí”.

El joven chinanteco realizó entrevistas a mujeres de entre 16 y 80 años, con la intención de ver el proceso histórico de la comunidad en materia educativa. “Lo que encuentro está latente: la mujer chinanteca de esta comunidad aún no logra asimilar su derecho a la educación, no hay una transformación histórica”, dijo tajante.

Aunque por un lado las mujeres chinantecas siguen ignorando su derecho a la educación, por otro se sienten orgullosas de pertenecer a una etnia y hablar una lengua originaria. “Para ellas representa alegría, humildad, belleza y una herencia invaluable, que sienten la necesidad de transmitir y dignificar”.

Roberto remarcó en varios momentos que “las mujeres chinantecas son promotoras permanentes de la cultura y sus voces y propuestas deberían ser consideradas, para que sean las encargadas de promocionar, dignificar y valorar la lengua en el contexto educativo”.

En su tesis se lee aún más al respecto: “Ellas son las responsables de organizar las fiestas, promover y revitalizar el uso de la lengua chinanteca, enseñar las prácticas culinarias ancestrales, conservar las costumbres y tradiciones según las enseñanzas de los mayores, inculcar el trabajo colaborativo entre mujeres”.

Comentó, con base en la información recabada para su investigación, que en Arroyo de Banco incluso predomina la creencia de que “las mujeres son débiles intelectuales”, que a corta edad deberían contraer matrimonio y tener hijos; aunque algunas, aclaró, sí se han “arriesgado” a salir de la comunidad y han logrado hacer un cambio en su vida, romper con las “estigmatizaciones” y fijar un antecedente para el resto de sus compañeras.

“Las actividades que realizan las mujeres chinantecas son determinadas tradicionalmente, desde pequeñas se les enseñan las labores del hogar, del campo y de la cocina. La educación es un derecho invisible, primero está el trabajo del hogar y después, en menor tiempo, la educación”, precisa en su trabajo escrito. El joven, remarcó una frase que dice representarlo, autoría de la diseñadora francesa conocida como Coco Chanel: “Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente”.

Roberto actualmente es candidato a una Maestría en Pedagogía en la UNAM.

Karina de la Paz Reyes Díaz/Prensa UV