Las renovadas buenas intenciones y deseos, no pasan de eso, si no se participa y trabaja en volverlas realidades y resultados palpables.
Nuevos tiempos, otras circunstancias. Apenas empieza, la oportunidad del cambio verdadero. Transformar es pasar del decir al hacer, a los resultados en lo federal, estatal y municipal.
Alienta que se reconozcan y fortalezcan oficialmente, participación social, revocación, austeridad, anticorrupción y cero impunidad. Ahora hay que pasar a los hechos y aplicarlo a todos, sin excepción.
No hay que darle vueltas, ni buscar pretextos e infundadas justificaciones para no advertir ni señalar lo que es obvio.
De no atenderse lo esencial y urgente para la población, muchos van a pasar de la protesta y la inconformidad, a la movilización y la acción, de resistir a desobedecer.
Con derecho y razón. Demasiados denuncian y reclaman atención suficiente y oportuna; simplemente es inaceptable e injusto, su exclusión del bienestar y desarrollo, individual y social.
Oportuno insistir, que tanto en el saqueo y apropiación de patrimonio y recursos públicos, como en el uso y abuso de atribuciones; tanto en el engañar y simular, como en el debilitamiento y destrucción institucional, siempre hay responsables y culpables, omisos y cómplices, beneficiarios y favorecidos. Iniciados y recién incorporados; o perdurables supervivientes.
Resultados y experiencia histórica, permiten señalar, advertir y hasta predecir, que aumenta tamaño y complejidad de la problemática económica y social.
A estas alturas, no se necesita ser experto en finanzas para asegurar que en el gobierno federal, así como los estatales y los municipales, ineptos y corruptos han logrado saquear y mal administrar, endeudar injustificadamente y hasta concesionar o privatizar, para favorecer socios, cómplices y a ellos mismos.
¿Qué harán los ahora encargados? ¿Qué debemos hacer ciudadanos y sociedad en general?
Sin duda hay que ser activos y propositivos, propiciar y contribuir a consolidar la voluntad mayoritaria; hacer realidad, el cambio verdadero y favorable a las sacrificadas mayorías.
Imprescindible demostrar en los hechos y con resultados positivos, que se está dispuesto a combatir en serio y erradicar pobreza, hambre, inseguridad, marginación, ineficiencia y corrupción gubernamentales, entre muchos otros males; y que se hará todo el esfuerzo, para asegurar bienestar y progreso, a quienes se ha tenido y tiene sometidos por generaciones, a las limitaciones y sacrificios muchas veces extremos.
Tampoco hay que ser especialista en derecho, para señalar que complicidad y encubrimiento han fortalecido a intocables y reciclables, institucionalizando, en buena medida, a ineficientes y delincuentes, en la continuidad de la impunidad.
Y tampoco hay que ser reconocido perito contable, para identificar y definir lo escandalosamente notorio, el debilitamiento o quiebra de órganos, instituciones y dependencias del gobierno.
Así de simple. Veracruz padece un sinnúmero de afectaciones institucionales. Esto es, está lleno tanto de atrocidades sistémicas, como de desastres, abusos y perversidades gubernamentales.
Una de las claves es evitar y erradicar el desgobierno, para poder atender inconformidad, protesta, inseguridad, incertidumbre, pérdidas, limitaciones, sacrificios y afectaciones a terceros.
Participar y evaluar, para apoyar y revocar
Ante retos y desafíos, adversidades y oportunidades, problemas y conflictos, es preciso no confundir aciertos de errores; y distinguir claramente, avance de retroceso. Imprescindible conocer y evaluar, el desempeño gubernamental.
Propiciar y participar en el cambio, debe y tiene que ser para bien, para mejorar o avanzar; y no, para estancarse, simular o retroceder. Nada de terminar asegurando que, “estábamos mejor cuando estábamos peor”.
Vital entender qué se quiere, se debe y se puede cambiar, para corregir y erradicar, deficiencias y pérdidas; o para identificar y sostener, logros y avances alcanzados, casi siempre, a través de enormes sacrificios, cuantiosos recursos y valiosos esfuerzos.
En el cambio que apenas empieza, se necesita objetividad y capacidad, responsabilidad y compromiso, insistencia y perseverancia. Pero sobre todo, más y mejor participación y evaluación social.
No más encubrimiento, distracción, simulación y enajenación.
Distinguir buenos de malos o peores es fundamental; identificar calidad y capacidad, de todo servidor público es determinante, para no cometer el error de preferir o repetir ineficiencia; de mantener y reciclar ineptos y corruptos.
Es determinante para una democracia, saber permanentemente, que tipo de gobierno se tiene y sostiene. El problema es mayúsculo y más delicado, si de malo se pasa a peor, porque en este caso, simplemente es cuestión de supervivencia.
Decía Karl Popper que conocidos los alcances de la condición humana y su siempre presente condición y tendencia a la falibilidad y al error, lo importante es plantear la pregunta: “¿Qué podemos hacer para configurar nuestras instituciones políticas de modo que los dominadores gobernantes malos e incapaces, que naturalmente intentamos evitar, pero que no obstante, no resulta excesivamente fácil hacerlo, ocasionen los menores daños posibles y de modo que podamos deshacernos de los dominadores incapaces sin derramamiento de sangre?”
Lo primero, es ser activos y participativos, para corregir, bien y a tiempo, males y deficiencias gubernamentales. No permitir, tolerar y estimular irresponsabilidad, ineficiencia y hasta corrupción e impunidad. Depurar o eliminar la costosa simulación en la redición de cuentas y la fiscalización oficial, con sus inútiles procesos de supervisión y control, que al final no ofrecen resultados, ni hay sanción o castigo a responsables y culpables, de notorios daños, pérdidas y delitos.
Trágico, costoso e inaceptable, sostener malos y peores gobiernos.
Mejorar desempeño gubernamental
En el contexto de la evolución y de la superación individual y social, empresarial y gubernamental no hay tregua, ni descanso, ni facilidad.
Para evitar mediocridad, ineficiencia e incompetencia, siempre hay que hacer las cosas bien; pasar de malo a bueno no es fácil, requiere de disciplina, aprendizaje y dedicación.
El esfuerzo no termina con transitar de malo a regular, o a bueno. Preciso es ser mejor y excelente, ni más ni menos.
Tampoco termina, conformándose con ser bueno y no decidirse a ser mejor; esto, desde luego, exige de un esfuerzo mayor, hay que perseverar mucho y aprender más, evaluarse constantemente y estar atento a los cambios en condiciones y alternativas, para reconocer y aprovechar nuevas situaciones.
Mientras, felicidades, y un mejor 2019.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelArias