Son de historias

Marcelo escuchaba atento, con la mirada fija sobre la figura de Nicolás, con los brazos entrelazados, a  quien tenía expectante al grupo, conformado por  catorce correligionarios del alcoholismo, que frecuentaban una de las esquinas de las gradas de la amplia cancha deportiva de usos múltiples. De la boca de Nicolás, fluían palabras desconcertantes para   quienes permanecían a su rededor. Sobrio a pesar de estar ingiriendo de cuando en cuando sorbos del aguardiente traído de Mahuixtlán, comunidad perteneciente al municipio del pueblo mágico de Coatepec, Veracruz, México. Nicolás daba cátedra con  sus conocimientos sobre especies microscópicas dentro del cuerpo humano, era un lector incansable de periódicos y revistas, y otorgaba rienda suelta después de lo leído, lo conocido, no dejando de agregar datos de su propia imaginación: “Dentro del organismo humano, conviven trillones de especies pequeñísimas, en su mayoría con funciones definidas”, les decía; “que ayudan en muchos procesos de nuestro metabolismo, o nos protegen de acciones de otros microorganismos que podrían ser dañinos para nosotros”. Ante esto, Marcelo, con las manos clavadas dentro de las bolsas de la larga chamarra, levantaba las cejas sorprendido, admirado, guardaba atento silencio. Cuando de pronto, otro de los ahí presentes, Carlos, quiso intervenir con una pregunta, Marcelo y los demás al unísono exigieron silencio, para que Nicolás continuara con su discurso; “Se ha calculado que un humano tiene cerca de 37 billones, millones de millones de células corpóreas, y por cada una de ellas hay cerca de 1,3 bacterias, es decir, unas 48 billones. Esto sin contar el número de virus, que ronda en unos 60 billones. Además, en el cuerpo habitan varios miles de millones de hongos y millones de ácaros. Todos felices y contentos», remarco con énfasis Nicolás, refiriendo con elegancia que esos eran datos de reciente información científica, difundida en una conferencia por el microbiólogo especialista en Inmunología, Edgardo Moreno del Instituto de Microbiología Celular y Enfermedades infecciosas y miembro de la Academia Nacional de las Ciencias.

Marcelo, escuchaba atento e imaginaba ese mundo de bacterias dentro de él mismo, le parecía increíble, se miraba de arriba abajo, sucio como estaba, era seguro estaba invadido también de bacterias por fuera. Al cabo de unos instantes, las mirada que seguía con expectación y con cierto placer al ponente, cayó sobre su miserable figura, suspendido con su pensamiento, en los billones de agentes patógenos que estimulan las defensas y lo protegían contra las enfermedades, según lo dicho por Nicolás, el cual continuaba impresionando con sus conocimientos a la asistencia: “Las bacterias, hongos y protozoarios que son organismos unicelulares, son especies autónomas que se multiplican. Los virus como los que causan el dengue y la gripe, necesitan de las células para replicarse. Por eso, los virus siempre son parásitos. Por otro lado, la malaria y el papalomoyo son protozoarios, parásitos que causan enfermedad. Algunos son animales, como los gusanos que viven en el intestino. Sin embargo, la mayoría de las relaciones parasíticas son buenas, incluyendo algunos gusanos y protozoarios, y solo unas pocas son malas”.

Marcelo empezó a embargarse de cierta preocupación por tanto bicho que le habitaba, se miraba, su ropa estaba sucia, muy sucia y en algunas partes desgarrada, grasienta, miraba sus zapatos, partidos, uno de ellos casi en dos pedazos, levantó ligeramente uno de ellos, y observó como la suela se desintegraba ya por los años servidos, ya caducos, que se iban deshaciendo cuando caminaba, dejando una estela de polvillo negro vulcanizado, pero, esto era cosa sin importancia, sin valor, ante la idea que iba creciendo en él, que invadido por los millones de bacterias, entonces no era el mismo, eran muchos, pensaba, los que vivían como un sólo ser, él mismo, podía ser una especie de bacteria gigante. Levantando su vista hacia el hermoso cielo despejado, miraba incrédulo el profundo cielo azul, que esa mañana, resplandecía, iluminando los bambúes que mostraban sus diversos tonos de verdes, dedujo que su aspecto completamente sucio, deplorable, era consecuencia de los dobleces que da la vida, y se descubrió así mismo, como un ser plagado de desdicha y de bacterias. Este descubrimiento, bastó para dar vuelta del revés de su vida, replegarse, y sellar esa etapa, de vagabundo sin rumbo, despidiéndose de la conversación y del ministro de los microbios, así lo pensó, y se precipitó, hacia lo que quedaba de su casa. Ahí, ayudado por su voluntad, se aseó, para mirarse otro, para ser otro, para ser y parecer otro. No dejaba de darle vueltas en su memoria, el universo que le habitaba por otros seres infinitamente pequeños, y quiso seguir viviendo, demostrar de lo que era capaz, cuando uno sabe que uno es el mundo de millones de millones de seres vivientes.

Sintácticas

De Jevs:

La política y la sociedad permanecen cubiertas de tinieblas.

Poco a poco la luz del entendimiento y de la verdad empiezan a extenderse  sobre todas las cosas.

Si los señores magistrados roban esas cantidades exorbitantes, hay que encarcelarlos.

Una sociedad que no actúa ante lo ominoso del autoritarismo y la corrupción, se precipita hacia el abismo de la destrucción.

Un cambio es necesario en este país, porque la inmoralidad, el libertinaje y la costumbre de la corrupción, lo aísla de la evolución.

Granada Flamenco. Grabado por Alba Warsewa: