Los primeros días del gobierno de Andrés Manuel López Obrador han dado síntomas de que los partidos políticos, incluso Morena, podrían empezar a tramitar su jubilación. Según diversas encuestas, juntos del PRI, PAN y PRD no suman la preferencia electoral que tiene Morena, el cual dicho sea de paso, no es un partido político sino más bien el movimiento social de López Obrador; habrá que ver si lo será del Presidente.
Morena siempre fue un movimiento en torno a un personaje. Por ello, carece de estructura territorial y política; su ideología es el discurso ocurrente y cotidiano del eterno candidato. No trata de consolidar la democracia sino de derrocar a la “mafia del poder”, no quiere consolidar programas sociales sino dejar de dar a la gente “frijol con gorgojo”. No es un partido en el poder que confíe en la fuerza de las instituciones para combatir la corrupción, porque para eso el Presidente dice: “me canso ganso”
Morena está donde estaba el hartazgo de la gente ante una clase política ineficiente y corrupta. Por eso no necesitaba oficinas, estructura ni burocracias; no requería representaciones políticas en cada municipio. Sin embargo, así como el PRI ha perdido la brújula sin su líder natural –el Presidente de la República-, Morena corre el riesgo de naufragar ante un mandatario que tiene la fuerza suficiente para prescindir de él.
Por supuesto que Morena será muy importante para consolidar las reformas legislativas necesarias para alcanzar la cuarta transformación y lo que esto signifique. Sin embargo, el movimiento creado por López Obrador sigue careciendo de experiencia legislativa y es el trabajo de los viejos tótems los que los está sacando a flote. Algunos de ellos, no han dejado de ser viejos adversarios del Presidente.
Llegar a la Presidencia de la República, paradójicamente, ha vuelto a Morena frágil y prescindible frente a la fuerza política de López Obrador. Los dirigentes formales ahora son funcionarios del gobierno federal –lo mismo en el gabinete que en las súper delegaciones estatales-, lo que ha dejado al movimiento sin líderes ni estructura, aunque eso sí, con muchos recursos públicos.
Además, en muchos lugares donde son gobierno –Xalapa y Coatzacoalcos para citar casos específicos- empiezan a endosar a Morena el costo político de su incapacidad para gobernar. Lo mismo pasa en las Cámaras, donde la gran mayoría de diputados federales y locales desconocen las leyes, el trabajo parlamentario y exhiben una vergonzante ignorancia, como ha sucedido en Veracruz.
Morena podría ser la fuerza política con el periodo de gobierno más corto de la historia del país, incluso decidido así por el Presidente de la República.
La trayectoria personal de López Obrador da luz de lo que podría ser el futuro de Morena. Luego de gobernar la Ciudad de México y consolidar su liderazgo al interior del PRD para impulsar su primera candidatura presidencial, tuvo el olfato de entender que el sol azteca tenía un cáncer en sus tribus, que la lucha por el poder los había corrompido y que el desgaste social lo arrastraría.
Fue entonces que renunció al partido que lo hizo Jefe de Gobierno y empezó el largo peregrinar con su movimiento. Hoy que está en la Presidencia, no permitirá que el desgaste, la corrupción y la ineficacia de los gobernantes de Morena lo manchen. En los errores de Morena tendrá el argumento perfecto para pintarse como un demócrata y hacer desparecer al partido que lo llevó a la Presidencia.
Ya lo vimos durante su visita a Xalapa el fin de semana. Lejos de los reflectores, del Presidente y del Gobernador, los vilipendiados alcaldes de Xalapa –ciudad donde se realizó el evento- y Coatzacoalcos, así como la diputada Ana Miriam Ferráez, fueron puestos a una distancia razonable. El mensaje fue claro: no se tolerarán errores a menos que sean del círculo cercano al Presidente.
Pero López Obrador no puede gobernar por todos ellos. Como Presidente tampoco puede estar defendiendo eternamente a los representantes de Morena. En el pragmatismo del presidente, el movimiento ya cumplió su función, así que el siguiente paso es el sacrificio, antes de que inicie la lucha política por la franquicia.
Cuando Morena empiece a percibirse como un partido de improvisados con pocos resultados de gobierno, entonces sus días estarán contados, como sucedió con el PRD. Y no pasará mucho tiempo para que eso suceda, acaso la elección intermedia en sólo tres años. Por eso es que AMLO quiere aparecer en la boleta nuevamente.
Así como el PRI no sabe vivir sin el Presidente, Morena no existe sin el caudillo. Si el PRI fue creado para servir y operar desde el poder, Morena nació como contrapeso del régimen político. Hoy que ambos partidos están en el lado contrario a su naturaleza, el riesgo de su extinción es evidente.
Morena también podría ser víctima de su propia victoria.
Las del estribo…
- No se cumple una semana de la salida de Yunes Linares del Gobierno y ya tenemos a un pez gordo en libertad y la noticia de que los bienes de los ex duartistas no fueron recuperados sino adquiridos con dinero público para mantener el montaje de la venganza disfrazada de justicia. López Obrador no vino a Veracruz a pasear.
- Resulta que el incómodo periodista Carlos Loret de Mola no le duró ni una semana al Presidente. Ayer anunció el fin de su programa de radio, luego de que la empresa que lo transmitía diera una explicación absurda; igual sucedió con la salida de Carmen Aristegui. El resto de medios y columnistas han puesto las barbas a remojar.