Por estos días hemos visto en redes sociales y en algunos «medios de comunicación» montajes en los que involucran a próximos titulares de despacho en el gobierno que encabezará Cuitláhuac García, como imágenes burdas que parecen extraídas de las páginas de Tv Notas o cualquier revistita de farándula populachera en la que sin crédito alguno o fundamento, se circulan chismes amarillos sobre estrellitas de la tele.
En los casos a los que hacemos referencia, no se trata de personajes de vodevil, si no de cercanos colaboradores del próximo gobernador del estado, tipos que han puesto el dedo en el renglón acerca de muchos temas, especialmente la corrupción y mal manejo de las finanzas públicas por parte de los que han participado en el bienio yunista. Tal parece que tocaron fibras muy sensibles y provocaron reacciones desde palacio de gobierno o quien sabe desde qué trincheras editoriales, pero parecen estar asesorados por Paty Chapoy o Pepillo Origel.
La verdad es que, si la intención era desacreditar, la estrategia no logró su cometido; en primera porque quienes tendrán en sus manos el nuevo gobierno llegan por medio de una elección popular que los ha legitimado de manera abierta y contundente, en segunda porque dentro de la maraña de información que circula diariamente están los hechos de violencia que no paran y atraen la atención de todo mundo, además que la agenda mediática comienza a ser impuesta por el interés que las y los veracruzanos ponen en el quehacer de Cuitláhuac y Andres Manuel.
¿Patadas de ahogado? Yo creo que sí, y lo que también debemos plantear como sociedad es la forma en que esas campañas de desprestigio son activadas en cuentas de redes sociales de particulares, pero también por medios de comunicación que se prestan al amarillismo a cambio quien sabe de qué, porque pierden más de lo que ganan. Total que el cambio también nos impone una forma de ver la actividad periodística desde otra perspectiva pero con uno de sus vicios históricos: la prostitución del oficio.
Solo es cuestión de echarse un clavado en twitter y ver la gran cantidad de cuentas que aparecen con un perfil de medio de comunicación pero, a la hora de visitar sus portales, se trata de páginas sin mayor contenido que nota roja; por otro lado están los nuevos “influencers del periodismo jarocho”, neófitas plumas envalentonadas por mecenas de la grilla, expertas y expertos en todo y nada; eso sí, con el arrojo suficiente para cuestionar desde la ignorancia y hacer interpretaciones sin contexto.
El escenario de la cuarta transformación ya no es una frase de campaña, se vive diariamente, se está manifestando en varios ámbitos y bien nos hace falta un reacomodo, un alto en el camino para corregir rumbo. Urge la autocrítica desde los espacios de poder y servicio público, pero también desde los medios de comunicación quienes serán el único contrapeso frente a un poder moreno que tiene coptados todos los espacios, desde congresos hasta poderes ejecutivos, estamos hablando de un inercia tan grande que hasta Cuahutémoc Blanco es hoy gobernador de un estado gracias a esa moda llamada Andrés Manuel.
¿Cuarta transformación o transformación de cuarta? lo veremos dentro de poco y ojalá sea en positivo, la misma gente que dio su confianza a través del voto, podría no volver a otorgarla si no se cumple todo lo prometido en campaña, mientras los últimos suspiros del yunismo dan para estrategias de desinformación, comunicación social de memes y photoshop, y por el otro lado, el del nuevo gobierno estatal, que ni han tomado protesta y nos dicen que en algunas oficinas donde ya están trabajando la entrega y recepción, los nuevos se están repartiendo puestos abiertamente y avisan a la burocracia de base que ellos serán los nuevos jefes, error garrafal porque están repitiendo lo mismo que hicieron los yunistas al llegar; entendemos que tenían muchas ganas de vencer en las urnas, que están muy emocionados y se les cuecen las habas por mandar, pero así no es la cosa, nadamás les compartimos como ejemplo que en una de las secretarías más importantes ya se dice jefe un sujeto que se desempeña como empleado de un Bodegón de Semillas, así que vayamos pensando en nuevos encabezados, uno que diga «no es lo mismo ser abarrotero que funcionario».
Señoras y señores, próximos servidores públicos, no traicionen la confianza que les ha dado el gobernador electo, tiempo al tiempo.