Junto con la nueva refinería en Tabasco, el tren Maya se presenta como la obra emblemática del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, su construcción encierra una serie de conflictos de interés, omisiones y violaciones a ley, que sientan un riesgoso precedente para la nueva administración federal.

Aún antes de iniciar, la obra ya se encuentra en medio de la polémica al menos por tres aspectos muy relevantes: será sometida a consulta popular a pesar de que su construcción iniciará oficialmente el 17 de diciembre; hasta ahora nada se sabe sobre su costo real, el proceso de licitación y adjudicación, así como las empresas responsables; y tercero, el propio equipo del mandatario ha reconocido que habrá un daño “menor” a la selva maya, pese a que tampoco se han hecho públicos los estudios de impacto ambiental a los que la ley obliga.

En el primer caso, el presidente electo informó que el 24 y 25 de noviembre  realizará otra consulta ciudadana para determinar si la población está de acuerdo en la construcción del Tren Maya. En la consulta también preguntará sobre la construcción de una refinería en Tabasco, el desarrollo del Istmo de Tehuantepec y 10 programas sociales, entre ellos, el apoyo a adultos mayores, personas con discapacidad y el derecho a recibir becas para estudiar preparatoria.

De hecho, López Obrador ya dio a conocer el resultado. En gira por Campeche, el 13 de octubre informó que el 80% de las personas que viven en la región por donde se plantea que atraviese el Tren Maya apoya su construcción, según una encuesta realizada por De las Heras. Entonces, ¿para qué una consulta sobre las decisiones que ya se tomaron? ¿Requiere el Presidente más legitimidad de la que ya le otorgaron 30 millones de votos?

La obra es uno de los 25 proyectos prioritarios del fundador de Morena, quien sostiene que traerá impulso económico, empleo y turismo al sureste del país. Si esto es así, el ejercicio de la consulta popular se vuelve a presentar como un timo.

Respecto de su costo, las cifras han sido variadas. Según el nuevo gobierno, el tren Maya podría tener un costo entre 120 mil y 150 mil millones de pesos. Se planea lanzar la convocatoria de licitación el mismísimo 1 de diciembre; la construcción demoraría cuatro años, por lo que quedaría terminada entre en 2013. López Obrador dijo que tiene en mente que la empresa canadiense Bombardier participe en el desarrollo de la obra.

Según lo que se sabe, recorrerá mil 525 kilómetros con 15 estaciones y estará dividida en tres secciones: Tramo Golfo, Tramo Caribe y Tramo Selva, atravesando los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas y Tabasco, por lo que su ruta incluye la Riviera Maya, Playa del Carmen, así como la llamada Costa Maya, es decir, Bacalar, Mahahual, y las zonas arqueológicas de Calakmul y Palenque.

Su velocidad máxima será de 160 kilómetros por hora y tendrá una vocación mixta: transportará pasajeros locales, turistas y carga. Para eso contará con tres tipos de vagones: unos para transportar a los trabajadores del corredor turístico, otros para la clase turista y camarotes de lujo; tendrá, además un carro comedor con gastronomía típica de la región sureste y un salón para fumadores.

El tercer aspecto que está en medio de la polémica es el ambiental. El equipo de transición del presidente electo reconoció ayer miércoles que el proyecto del Tren Maya sí afectará la selva, pero “muy poco”. Según se dijo, las consultas ciudadanas se llevarán a cabo mientras se realiza la obra (sic), ya que el 60 por ciento del mega proyecto ya está listo y para ello no se requiere un estudio de impacto ambiental.

​“Mientras se hacen las consultas, a pueblos originarios y a la ciudadanía en general, y se realizan los estudios pendientes, se comenzarán los trabajos en el tramo ferroviario existente. Es decir, casi el 60% de la obra. Según la ley, cuando una obra o actividad se realizó antes de 1988 no requiere manifestación de impacto ambiental porque el estudio es preventivo, no correctivo”, fue la explicación que deja muchos cabos sueltos.

A través de un comunicado sobre el proyecto, explica que ante la pregunta de si se va a tirar la selva para construir el tren, la respuesta es “Muy poco. El 57% del proyecto consiste en reparar las vías que van de Mérida a Palenque y es necesario actualizar esa tecnología”.

Las opiniones en torno al tren turístico difieren: para algunos es un proyecto necesario para el sureste, mientras que otros alertan sobre su inversión e impacto ambiental.

Sin duda, el tren Maya será la marca de este gobierno.

Las del estribo…

  1. El caso de Valeria se cae. Como lo dijo el propio gobernador, los detenidos por el homicidio de la joven fueron vinculados a proceso por otros delitos, en lo que encontraban el vínculo con este caso. La Fiscalía nunca lo demostró y ayer mismo liberaron a los involucrados. En cualquier otro gobierno, las horas del Fiscal estarían contadas; en el que inicia en un par de semanas, el cadalso está listo.
  2. Algo raro está pasando en el CEN del PAN que no se pronuncian sobre el resultado de la elección del dirigente estatal en Veracruz. De hecho, el propio Joaquín Guzmán Avilés pedirá su intervención para resolver el embrollo que amenaza con ir a parar a la Fepade. Sin el gobierno, el Congreso y una elección de dirigente en tribunales, el PAN vive la pesadilla que jamás imaginó hace apenas seis meses.