Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color.
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar de clima el corazón,
beber la penumbra de una cosa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!
(Deseos. Carlos Pellicer)
¿Para qué le dio el trópico a Johnnie C’alladhan las manos llenas de color?, después de haber intentado otros caminos, hoy, todo lo que toca se llena de color, pero hay más, mucho de lo que ahora toca proviene del dolor, del terror, de la consciencia del alto índice de crímenes de odio que golpea a la comunidad homosexual de nuestro país, de la certeza de que está en riesgo constante solamente por su preferencia sexual. Pero hay más, mucho de lo que ahora toca se llena de amor y todo porque el trópico le dio las manos llenas de color.
Las manos llenas de color
Mi papá es de Actopan, Veracruz, y mi mamá, de Tabasco, yo nací en el puerto en Veracruz, pero de muy chiquito, por trabajo de mi papá, me fui a Villahermosa, Tabasco, y ahí estuve como desde los tres años hasta la preparatoria, después me vine para acá. En mi familia no hay artistas pero siempre ha habido mucha inclinación a serlo, tengo unas tías a las que les gustaba el corte y confección, y dibujaban modelos y otras cosas, y la música, principalmente en la familia de mi mamá es algo que les gusta mucho, varios de mis tíos tocan guitarra u otro instrumento, de jóvenes tuvieron grupos pero no lo llevaron a lo profesional.
Creo que no hay nadie de mi familia que tenga formación profesional de artista porque más allá de Xalapa no se piensa mucho en el arte como una opción profesional. Mi hermano sí toca, es baterista, pero tampoco lo estudió profesionalmente, de hecho, una vez que vinieron a visitarme, cuando vio JazzUV le sorprendió mucho que haya una escuela para ser músico de jazz. Estudió Relaciones Internacionales, pero yo creo que si hubiera sabido que existen esas opciones —que no se promueven tanto—, se hubiera inclinado hacia la ese tipo de carreras, porque sigue tocando hasta la fecha.
De ahí en fuera no hay ningún otro contacto artístico, pero yo, desde chico tuve la inclinación, recuerdo que de muy pequeño me gustaba actuar, me gustaba la música, me gustaba cantar, y me gustaba dibujar y jugar con plastilina, estar modelando y haciendo cosas, de hecho, dicen mis papás que yo fui un niño muy económico porque a Santa Claus y a los Reyes Magos les pedía barras de plastilina y una caja de Prismacolor, entonces era muy fácil darme un regalo. Si me compraban otra cosa como una súper pista de carreras o algo así, la armaba, la jugaba un rato con mi hermano y al final, él la jugaba más que yo, entonces mejor desistieron.
Siempre me imaginé siendo artista, nada más que no sabía de qué rama, si iba a ser músico, bailarín o qué iba a ser, justamente porque ser artista profesional no es algo de lo que se hable tanto, yo creo que por eso me costó saber exactamente qué quería. Lo que más me gustaba era la danza, pero no sabía que podía tomar clases de ballet porque usualmente el ballet es para las niñas, de haber podido, yo creo que me hubiera metido a algo así. De música, siempre me gustó la idea de tocar el piano o el violín, me gustaba mucho pero nunca entré porque, por las posibilidades de mi familia cuando yo era muy pequeño, comprar un instrumento era muy difícil. La actuación sí me gustaba, pero era por la que menos me inclinaba. También me gustaba escribir, alguna vez pensé escribir un libro, una novela; en secundaria escribía mucha poesía, por ahí deben tener guardados mis poemas mis papás.
El dibujo y la escultura con plastilina era algo fácil de hacer, era algo que podía hacer yo solo, algo que podía estar practicando todo el tiempo, además, estar dibujando o estar modelando cosas era un espacio muy personal, podría ser, incluso, muy aislado, no necesitaba estar yendo a algún lugar, podía haber tomado clases, pero no me limitaba no tomarlas, yo creo que eso fue lo más determinante, lo que me hizo inclinarme más hacia eso.
En la preparatoria, busqué entrar a clases de dibujo y de pintura, ya tenía licencia de conducir, entonces sentía que ya podía tomar mis decisiones yo solo. Me metí a la Casa de la Cultura de la ciudad y ahí empecé a tener más acercamiento a clases de pintura, porque de dibujo no había o el horario era el mismo y no podía tomar las dos clases. También toqué la guitarra un poco, aunque no fue algo tan significativo porque no lo hice tanto tiempo, tomé clases en un período como de un semestre y luego ya no me enfoqué tanto.
Después ahorré un montón de dinero para comprarme aunque fuera un teclado, me compré uno y dije ahora sí voy a tomar clases de piano por fin, pero ya tenía súper decidido estudiar artes plásticas y venía examen de habilidades que comprendía dibujo, pintura, modelado y la entrevista, entonces, en vez de tomar las clases de piano, tuve que tomar más de clases de artes plásticas, tomé otra clase de dibujo en otro lugar, una de pintura al óleo, un poco de historia del arte; me cargué más hacia ese lado para llegar un poco más preparado al examen de admisión.
Todo lo que yo toque se llenará de sol
Fue un poco complicado explicarle a mis papás que quería ser artista de profesión, cuando hablé con ellos me dijeron ¿y cuál sería tu segunda opción?, extrañamente, una de las carreras que pensé estudiar fue derecho, también pensé en pedagogía inclinada a niños con capacidades diferentes, y en psicología. Esas eran las opciones que vi además de artes, pero al final dije no, no hay de otra, al proyectar mi vida no me imagino siendo abogado o psicólogo, creo que lo voy a intentar por acá. Hablé con mis papás, sabía que se podía estudiar pero más allá de Ciudad de México no me imaginaba en dónde más; en las ferias de orientación vocacional de la preparatoria van un montón de universidades y ninguna tiene artes, me preguntaba ¿entonces dónde se estudia esto? Empecé a investigar y encontré el ranking de las mejores universidades del país y de Latinoamérica en una revista que venía dividida en áreas; en general, la Universidad Veracruzana aparecía como en el lugar 70, algo así, pero ya dividida en secciones, para estudiar artes plásticas la Universidad Veracruzana aparecía como la segunda opción después de San Carlos, en la Ciudad de México, de ahí seguía La Esmeralda y otras escuelas; hay una en Puebla, creo que en la UDLA, que tiene un programa de estudios precioso pero es carísima, entonces dije pues las opciones son la Ciudad de México y Xalapa. La Ciudad de México no me entusiasmaba mucho porque pasar de vivir con mis padres a irme a la Ciudad de México se me hacía un cambio súper radical, y escuchaba muchas cosas de cómo es vivir allá, la inseguridad y todo eso.
Mi papá es de Actopan, cuando estudió, solamente había primaria porque es un lugar muy chiquitito, entonces se vino para acá a estudiar secundaria y prepa. Cuando hablamos de las opciones me dijo yo viví en Xalapa, y me habló maravillas de la ciudad, me dijo el clima es muy bonito, la ciudad es muy tranquila, la gente es muy linda, si decides irte para allá, es una buena opción. En ese momento se les hizo un poco difícil aceptar la idea de que me fuera de la casa, pero mi papá, como comento, había estudiado fuera de casa y un tiempo estuvo en Ciudad de México, entonces lo veía más normal, a mi mamá se le hizo un poco más difícil, pero al final me dijeron si es lo que quieres hacer, prepárate y vamos apoyarte.
Cambiar de clima el corazón
Me vine para acá, hice el examen pero yo pensaba que era nada más el Ceneval, me preparé, rigurosamente, muy poco tiempo antes del examen de admisión y no quedé en Artes Plásticas, estaba muy enojado porque me había quedado como a dos lugares de entrar, pero tenía la opción de elegir una segunda carrera porque ya había pagado el Ceneval, la segunda opción que puse fue Psicología y ahí sí quedé. Cuando vi los resultados dije ¿y ahora qué hago?, ¿me espero un año y me preparo mejor? Por la forma en que me habían dado clases en la Casa de Cultura no sentía que me fuera a aportar tanto seguir allá, entonces decidí mudarme de una vez, entrar a Psicología y tomar los talleres libres de Artes Plásticas para prepararme para presentar de nuevo el examen de admisión, y si quedaba, estudiar ambas carreras, porque era algo que se podía hacer por el modelo flexible. Y si otra vez no quedaba en Artes, no pensaba intentarlo una tercera vez porque es mucho desgaste emocional, pero ya iba a tener un año avanzado en Psicología.
Me mudé para acá, entré a Psicología y a los Talleres Libres, y estuve conociendo algunas personas y platicando de cómo era la Facultad. Ese año fue un tormento porque me lo pasé pensando ¿qué va a pasar?, me gusta mucho la psicología, se me hace una disciplina increíble —y todavía me gusta leer algunas cosas de eso y escuchar algunos amigos que sí terminaron la carrera— pero no me imagino la dinámica de ser un profesionista de psicología, entonces tengo que esforzarme un poco más. Me preparé todo el año y presenté el examen.
El primer año fue muy complicado porque yo no había estado sometido a ese tipo de presiones, porque dibujar siempre había sido una actividad muy libre que hacía cuando quería, para lo que yo quería, sin un tiempo determinado, y era la primera vez que estaba en la situación de tener dos horas para hacer un dibujo con las expectativas de un examen de admisión, y dos horas para hacer una pintura. Ese primer examen fue como de seis horas con espacios y recuerdo que salí y me sentí como si hubiera explotado emocionalmente por toda la presión de si iba a quedar, qué iba a pasar y todo esto. El segundo año iba estresado por la idea de qué iba a hacer si no quedaba, pero me sentí muy seguro en la entrevista y en todo lo demás, me sentí bastante bien y ya solamente me quedaba confiar en que todo había salido perfecto. Ese año sí quedé, de hecho me fue bastante bien, quedé entre los primeros lugares y eso me hizo sentir que me lo había ganado, no había sido un palancazo ni nada de eso, lo había hecho con esfuerzo y lo había logrado.
Seguí con la idea de hacer ambas carreras, por las mañanas estudiaba en Artes y en las tardes, Psicología. Hice eso medio año pero era demasiado, las dos carreras son muy demandantes y tenía que dedicarle tiempo ambas, y en la noche nada más, entonces llegó un punto en el que me di cuenta de que le estaba dedicando muy poco tiempo a lo que realmente quería hacer, sentía que no estaba dando el cien por ciento en Artes, entonces me di de baja temporal en Psicología. Mi idea era avanzar en Artes y cuando estuviera más liberado, porque según yo estaría más avanzado, volver a Psicología y retomar el ritmo. Era una mentira porque en Artes es más complicado mientras avanzas más en la carrera, al final dije está bien, ya conocí Psicología, ya sé algunas cosas pero al final, esto es lo que quiero hacer y me voy a dedicar al cien por ciento a esto, y me quedé exclusivamente en Artes.
El Ayudante de Campo del sol
En Artes hubo cierto choque porque lo que conocemos, muy tradicionalmente, es la pintura, la escultura y demás, estando dentro de la carrera te das cuenta de que hay más y que además la Facultad no te está formando para ser da Vinci ni para ser súper tradicional en la pintura sino que ya existe el arte contemporáneo. En Tabasco, yo conocía solamente la parte tradicional del arte, encontrarme con el arte conceptual, el videoarte, la instalación, ver que la pintura podía ser no solamente en un bastidor sino que tenía muchas otras formas y que involucraba partes más conceptuales y era más que solamente hacer algo súper bonito y técnicamente bien desarrollado, fue como un shock. Yo venía con la idea de ser un gran pintor pero me encontré con todo eso y dije ¿entonces no va por ahí? y me tuve que cuestionar a mí mismo sobre qué iba a hacer. Afortunadamente, como la carrera te ofrece muchas posibilidades y muchas opciones, me di la oportunidad de probar diferentes cosas, hice litografía, video, animación en stop motion, cerámica, que, la verdad, en ese momento no me gustó mucho pero luego, cuando entré a lo tridimensional, me gustó muchísimo. Probé de todo un poco durante la carrera y eso me dio muchas herramientas para decidir hacia qué línea iba a seguir.
(CONTINÚA)
SEGUNDA PARTE: El espejo negro
TERCERA PARTE: Pero el fruto, pero el aire…
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