El resultado de la consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), que dio su aval al proyecto compartido de Santa Lucía, Toluca y el actual aeropuerto de la ciudad de México, es muy importante para el futuro inmediato del país.
Y no porque se haya elegido a la mejor opción –entrar al debate sobre las condiciones técnicas, jurídicas y financieras en este momento carece de sentido-, sino porque conoceremos la verdad sobre todo lo que se ha dicho en los últimos meses, lo mismo desde el gobierno, el sector empresarial y financiero, así como en el discurso del gobierno electo.
Si hubiera ganado al actual proyecto de Texcoco, lo que parecía ser la apuesta pactada de López Obrador, las cosas se hubieran mantenido más o menos igual; el próximo presidente habría trasladado la responsabilidad a los ciudadanos y la transición hubiera marchado en paz.
En cambio, el triunfo de Santa Lucía nos permitirá a conocer la verdad de lo que se acusan unos y otros: si efectivamente se trataba de un gran negocio del mismo puñado de empresarios voraces y filibusteros –los Slim, Hank, Gerard, Vásquez Raña, Quintana- que han corrompido a las últimas administraciones federales o si el próximo Presidente es capaz de dinamitar un proyecto de infraestructura tan importante con tal de imponer sus condiciones e instaurar un nuevo populismo ramplón donde Nicolás Maduro y Evo Morales son nuestros modelos a seguir.
Si el dólar se mantiene estable –este lunes avanzaba veloz por encima de los 20 pesos-, si los capitales se mantienen en el país, si la inversión crece una vez que inicie el próximo gobierno, si mejora la expectativa crediticia, se mantienen las tasas de interés y el valor de los bonos del gobierno, entonces López Obrador tenía razón. Se trataba de un negocio brutal al amparo de las finanzas públicas.
En cambio, si nada de lo anterior sucede y el país entra en un proceso de recesión y crisis económica –lo que han querido llamar como el error de octubre, comparándolo con la crisis zedillista del 94-, entonces habremos confirmado que López Obrador está dispuesto a transgredir el estado de derecho, a violentar las leyes, a convocar a consultas patito organizadas y calificadas por sus fanáticos, con tal de llevar a cabo una cuarta transformación que no sería otra cosa que una regresión al estatismo del pasado.
Pero habría por supuesto una tercera vía: que el presidente electo tenga razón, y en represalia, los empresarios y los mercados tomen revancha. Entonces López Obrador tendría una popularidad inimaginable.
El peor de los escenarios sería precisamente para los ciudadanos: que la ambición exacerbada de los dueños del dinero choque con la intransigencia populista del nuevo presidente, y que esa disputa nos lleve a una profunda crisis social y económica. De acuerdo a las primeras reacciones del resultado de la encuesta, este podría ser el escenario más probable.
Por lo pronto, las relaciones políticas y económicas en el país van a cambiar diametralmente. Es evidente que López Obrador no pretende someterse al poder económico de los principales empresarios del país, lo que debe aplaudirse. Lo que se cuestiona, es la ruta que ha tomado para dirimir las diferencias; el nacionalismo patriotero de morir de pie antes de que vivir de rodillas ante el capital, es una sombra que ya cabalga entre sus huestes.
Ahora sí, López Obrador tendrá que ser responsable de la decisión; no puede someter a consulta el precio del dólar, las sanciones económicas de las empresas que habrían invertido en el proyecto, ni tampoco la eventual fuga de capitales como castigo. De poco serviría al país que haya tenido la razón y la verdad de su lado, cosa que aún está por verse.
México debe ser como cualquier otro país, como Dinamarca o como China, donde las decisiones sobre las grandes obras de infraestructura no se someten a consulta pública; se realizan con la opinión de especialistas, ejecutándolas con las mejores prácticas de eficacia y transparencia. No hay dados cargados, empresarios favoritos ni sociedades sospechosas.
Este lunes, el presidente electo dijo que la decisión se ha tomado con respeto absoluto al Estado de Derecho sin afectar intereses de empresas y financieros; eso es falso. La consulta también fue una especie de plebiscito para conocer el margen de tolerancia de los ciudadanos respecto de hacer excepciones al Estado de Derecho. López Obrador recibió su segundo cheque al portador.
Santa Lucía nos arrojará la verdad a la cara. De quienes usufructuaron al país y de quienes serán los empresarios favoritos en el próximo gobierno. Ojalá que las cosas no cambien sólo para seguir igual.
Santa Lucía era lo más difícil; tal vez sea lo más necesario.
Las del estribo…
- El fin de semana, el gobernador electo Cuitláhuac García asistió a emitir su voto en la consulta sobre el NAICM; se observaron dos cosas: su nivel de conocimiento ante la gente sigue siendo muy bajo, apenas y sabían quién era. La nota buena es que mantiene una actitud relajada y amable con quien lo aborda para dialogar con él. Como gobernadores hemos tenido políticos, príncipes y hasta delincuentes. A ver cómo nos va con un ciudadano común.
- Coatzacoalcos sigue siendo un infierno. Este fin de semana seis personas fueron ejecutadas, a plena luz del día, lo mismo en sus casas, negocios o plena vía pública. La descomposición es brutal,