En un estado como Veracruz que ocupa el segundo lugar en número de feminicidios, aunque es primero en relación con su población, que el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, señale a las mujeres de ser causantes de su propia desgracia, y lo peor, que ello derive del ejercicio de sus de por sí menguados derechos, constituye una justificación vergonzosa de la violencia de género que, en boca de un prelado, puede incluso provocar una violenta cruzada contra las mujeres.

Reyes Larios nunca se ha medido en sus exabruptos dominicales contra, por cierto, el principal sector de su feligresía; este domingo dijo que a las mujeres se les han dado muchos derechos y, «luego, por abusar de ellos, se les asesina».

Esta criminalización de las mujeres, a quienes descarga las razones por las cuales se les sacrifica, es la misma que le ha llevado a movilizar a miles de católicos para evitar el reconocimiento de ciertas causales al derecho de aborto, que en Veracruz están detenidas por dos gobernadores seguidos que han prohibido a sus legisladores votar favorablemente en el Congreso, pese a la existencia de dos alertas de género.

La primera alerta, decretada el 23 de noviembre de 2016, fue por violencia feminicida y se refirió específicamente a los municipios de Boca del Río, Coatzacoalcos, Córdoba, Las Choapas, Martínez de la Torre, Minatitlán, Orizaba, Poza Rica de Hidalgo, Tuxpan, Veracruz y Xalapa. La segunda fue por agravio comparado, por existir un marco normativo que violenta los derechos de las mujeres, en especial los sexuales.

Para medir la gravedad de la violencia feminicida, baste señalar que las cifras reportadas por la Fiscalía General del Estado (FGE), de enero a septiembre, son de 92 feminicidios reconocidos, aunque datos proporcionados por otros organismos y observatorios, y los recopilados en medios de comunicación hablan de una cifra que supera la oficial en más del 100 por ciento. La diputada Guadalupe Osorno, por ejemplo, asegura que en Veracruz hay de 20 a 25 mujeres asesinada cada mes, de acuerdo con datos del Observatorio de Violencia contra las Mujeres.

Derecho al aborto, ¿un abuso?

Dicen que para profesar la fe no importa la ignorancia, y eso mostró Hipólito al señalar como legalización de la eutanasia la aprobación en el Congreso de la ley de Voluntad Anticipada que otorga el derecho a las personas de una muerte digna. “Lo que se llama muerte asistida [es], en otras palabras, la eutanasia, es decir, que las personas mayores pueden pedir ya morirse o pueden pedir que esa persona se vaya como se dice popularmente a mejor vida”.

De ahí se fue a lo que él llamó el riesgo de que puedan aprobar que las mujeres hagan uso del derecho a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE). «Y si ya tenemos eso, y estamos luchando que no aprueben la legalización del aborto, que es otro asesinato, que es dar el permiso, la autorización, para que la propia madre asesine a su hijo, a su hija, es parte de las cegueras que tenemos hoy”.

En su homilía dominical, criticó que a las mujeres se les otorgue el derecho de decidir sobre su cuerpo, porque este sector de la población ha abusado de estos. “Todavía más: se le llama derecho, como si fuera un derecho humano, derecho de la mujer, uno dice la mujer tiene muchos derechos y a veces se abusa mucho de ellos y hasta se les asesina, eso no quiere decir que tenga derecho sobre algo que ha engendrado en su propio vientre”.

Las benditas redes sociales

“Estoy estupefacta, anonadada, ante un hecho insólito para la vida periodística de este país: el semanario #Proceso no trae ningún texto informativo sobre la #ConsultaNacional NAIM. ¡Dioses! Bienvenidos a la autocensura en tiempos de la Cuarta Transformación…” Ivonne Melgar @ivonnemelgar

El misógino Hipólito

No es la primera vez que este prelado se expresa de manera tan ofensiva contra las mujeres. El 22 de junio de 2015 (Día del Padre, por cierto), en su homilía dominical, arremetió contra las madres solteras, y con su vulgar vobaluraio dijo que la proliferación de mujeres que han decidido tener uno o varios hijos sin tener a su pareja se ha vuelto una ‘plaga’.

Plaga, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es una “calamidad grande que aflige a un pueblo”, la “abundancia de algo nocivo” y a una circunstancia similar a la peste bubónica.

Religioso que ha abrevado en la Academia Pontificia Alfonsiana de Roma, Reyes Larios afirmó: “México tiene un montón de mamás solteras y unas dicen ‘somos padre y madre’; pues en los hechos, sí, pero no pueden hacer el papel de padre. Y eso se hace una epidemia porque la que es hija de madre soltera, al rato no tiene otro modelo que ese, aunque sea inconscientemente”.

Nombrado primer obispo de la diócesis de Orizaba por el Papa Juan Pablo II y arzobispo de Xalapa por el Papa Benedicto XVI, a Reyes Larios le falta mucha lectura del discurso del Papa actual, quien ha buscado adecuar a la Iglesia católica a las circunstancias del siglo XXI, rompiendo esquemas medioevales como los que nos receta don Hipólito.

El Papa Francisco dijo del tema: “Piense en una madre soltera que va a la iglesia o a la parroquia y le dice al secretario: ‘quiero bautizar a mi hijo, y el que le atiende le dice: ‘no, no se puede porque no se ha casado”. Tengamos en cuenta que esta madre tuvo el valor para continuar con un embarazo, y con qué se encuentra, con una puerta cerrada (…) Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: el sacramento de la aduana pastoral. Quien se acerca a la Iglesia debe encontrar puertas abiertas y no fiscales de la fe”.

Pues en un fiscal de la fe se ha convertido Hipólito Reyes Larios. Según él, una mujer no puede ser madre y padre al mismo tiempo. Para colmo, lo considera una moda femenina: “Antes, las mujeres que no tenían un papá para sus hijos era porque quedaban viudas o no lograban entenderse con su marido y decidían separarse, pero ahora las mujeres optan por ser madres pero sin casarse”.

En sus alocuciones sobre el tema de las madres solteras, el misógino Hipólito jamás recrimina la actitud de los hombres responsables de los embarazos, la mayoría de los cuales opta por desentenderse del tema.

Así, mientras señala a las mujeres de abusar de sus derechos, lo que les lleva a ser asesinadas, y busca a toda costa evitar la legalización del aborto, por otra parte aborrece a las madres solteras, una población que, según él, ha crecido como una plaga.

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