Ranulfo Romo, investigador titular del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que somos títeres de nuestras neuronas, es decir, nuestras decisiones están condicionadas por lo que han aprendido las neuronas a lo largo de nuestra vida.

Lo anterior, al dictar la conferencia “La breve ventana del tiempo del libre albedrío”, la tarde del miércoles 24 de octubre en el auditorio de la Facultad de Arquitectura, en el marco de la Cátedra de Excelencia “Ruy Pérez Tamayo”, organizada por El Colegio Nacional y la Universidad Veracruzana (UV).

El también miembro de El Colegio Nacional lanzó a los asistentes las preguntas: ¿Existe el libre albedrío (libertad de acción) que tanto aclamamos tener los seres humanos? ¿Es nuestra sensación subjetiva de libre albedrío, de libertad en la toma de decisiones, solamente una ilusión creada por nuestras mentes para darnos la sensación de autoconfianza que tanto necesitamos?

“El determinismo nos dice que la respuesta diría que sí a la segunda pregunta. No tenemos control sobre nuestras propias vidas y todo lo que sucede desde que nacemos hasta que morimos está determinado por leyes físicas de la naturaleza ajenas a nosotros.”

Es una paradoja, todo acto conscientemente iniciado empieza de forma inconsciente, ésta es la parte clave, porque parte de la actividad de nuestro cerebro no se puede explicar temporalmente, apuntó el investigador de la UNAM.

“Junto con otros investigadores sostenemos la tesis de que todas las acciones voluntarias que nosotros creemos que lo son se generan involuntariamente. Y si hablamos de la consciencia, todo lo que nosotros creemos que es conscientemente generado, en realidad es inconscientemente generado.”

Sin embargo, dijo que hay esperanza para esto, ya que investigaciones en el campo de las neurociencias han demostrado que tenemos una breve ventana de tiempo para ser libres, para frenar las acciones voluntarias.

El neurólogo norteamericano Benjamín Libet postuló que los sujetos tienen la capacidad de frenar sus acciones voluntarias, afirma que hay una breve ventana de tiempo de aproximadamente unos 200 milisegundos en los que la actividad se dispara e informa a los circuitos de la consciencia; en este tiempo se pueden frenar las acciones voluntarias, que tienen consecuencias y son decisiones.

“Estudios recientes en sujetos que son verdaderamente asesinos, esos 200 milisegundos no existen, es lo que se llama el mecha corta. Es tan breve la ventana para frenar nuestros impulsos que a estos individuos no les da tiempo de frenar sus acciones.”

Entonces, preguntó: ¿Tenemos libre albedrío o somos simples títeres de las neuronas que en su compleja organización generan nuestras acciones involuntarias o justamente conscientes? A lo que afirmó que somos títeres de nuestras neuronas. El hombre inventó la educación para educar a las neuronas, para que en su actividad den productos interesantes.

“Por ejemplo, Ruy Pérez Tamayo no nació siendo médico, tuvieron que mandar su cerebro a la Facultad de Medicina y entrenarlo para que lo fuera, entrenaron un vasto circuito de neuronas para adquirir los conocimientos de un médico, así que cada vez que es perturbado el circuito él se acuerda que es médico, pero esto no es consciente.”

Por lo tanto, destacó, si se asume que todas las acciones que creemos que son conscientes y voluntarias en realidad son inconsciente e involuntariamente generadas, entonces el sujeto en sí no es culpable de nada, lo es la circuitería cerebral que empieza a activarse hasta desembocar en una crisis epiléptica, “no la provoca ni la puede frenar porque está en los circuitos”.

Paola Cortés Pérez/Prensa UV