El comerciante de plásticos chinos Ricardo Ahued Bardahuil ha construido una buena imagen pública, de eso no hay duda, pero no es un alma de la caridad y aprovecha políticamente todo lo que puede para beneficio personal. A Ahued lo recordamos haciendo audiencia con Reynaldo Escobar cuando éste era alcalde porque le puso el ojo para que lo sucediera en el cargo, oportunidad que no desaprovechó Ahued. Reynaldo se lo llevaba a las colonias populares y, mientras el alcalde arreglaba asuntos propios de su encargo, Ricardo regalaba los saldos de su negocio condicionándolos a que lo apoyaran posteriormente, y lo consiguió, fue alcalde, traicionó a Reynaldo, y dejó pasar un adeuda de más de 300 millones de pesos que le heredó a su sucesora. Se alió con Fidel Herrera quien lo hizo diputado; al PRI nunca se quiso afiliar pero sí hizo el gran negocio vendiendo al gobierno priista plásticos para las campañas. Por Xalapa no hizo nada, no hay una sola obra que sea el sello de Ahued y, cuando pidió un favor de muchos millones al candidato al gobierno y no se lo hicieron, se fue a refugiar a Morena donde hoy pretende ser el guía, con el apoyo de muchos ingenuos que todavía creen en él. Ricardo Ahued Bardahuil es otro caso de un ciudadano hábil, bueno para los negocios y falso. No cuenta con estudios de nada, se formó en la chamba vendiendo en el changarro de su señor padre artículos de peltre y loza, luego tomó las riendas del negocio y le metió productos chinos que compraba a precios regalados y los vendía diez veces más caros. Con su apariencia de gente buena se fue ganando la confianza de muchos xalapeños hasta que, como decimos arriba, Reynaldo Escobar lo hizo alcalde de Xalapa, posición que usó para iniciar una veloz carrera hacia la abundancia. Con un grupo de amigos fundó una comercializadora en la ciudad de Puebla y ahí adquirió todo lo que su administración necesitó, negocio que le redituó millonarias ganancias. De ahí para el real, a hacer negocios al amparo del poder.