Si uno se asoma al PRI estatal entrará a un edificio semiabandonado donde el ambiente es espeso y se habla en voz baja; como si no se quisiera molestar a un enfermo en etapa terminal. Nadie al parecer, se ha recuperado del shock demoledor provocado por la avalancha del 1 de julio que los envió al precipicio.
Pero afuera todo es diferente. Las bases priistas, ese conglomerado de a pie que ha sido fiel al partido por sobre todas las cosas, se mueve, se reúne, cabildea y planea estrategias para lo que viene. Y lo que viene es la elección de su dirigencia.
En la mesa de un café, sentado con cuatro priistas de cepa escuché el comentario: “O elegimos al líder que conviene al partido o ahora sí desapareceremos”.
¿Ya tienen candidato?, pregunté. Pero como respuesta uno a uno me fue delineando lo que necesita en PRI en estos tiempos de una crisis inimaginable: disciplina, unión, cohesión, escuchar la crítica, abrir las puertas a todas las corrientes de opinión. Pero sobre todo, volver al espíritu de servicio que caracterizó al partido y además (esto es primordial, dijeron), escuchar a las bases.
¿Ya tienen candidato? insistí y esta vez sí hubo respuesta: Juan Carlos Molina Palacios.
A Molina Palacios lo vi en su natal Carlos A. Carrillo el pasado 2 de agosto, apenas un mes después de la debacle del PRI.
Mientras en el tricolor había lamentaciones, frustración y acusaciones mutuas, el líder estatal de la CNC y diputado local electo, puso en marcha un programa de abasto de carne a bajo costo. Si mal no recuerdo, también entregó entre 15 y 20 viviendas subsidiadas con recursos federales que gestionó la CNC.
Juan Carlos no se veía ni derrotado ni demolido, por el contrario. Ante cientos de sus paisanos anunció que en ese mes, el abasto de carne de buena calidad sería de cuatro toneladas, pero para septiembre sería el doble porque la idea era beneficiar a miles de familias veracruzanas.
Ganadero, dirigente campesino y priista de tiempo completo, Molina Palacios es conocido en todo el estado, no sólo en sus bastiones de la Cuenca del Papaloapan y la zona sur. Sus cercanos saben que alza la voz, y fuerte, cuando se trata de defender a los campesinos. Pero también privilegia la conciliación; es de los que prefiere un buen acuerdo a un mal pleito.
Su nombre como posible mandamás del tricolor comenzó a escucharse semanas después de las elecciones de julio, pero ha cobrado fuerza conforme se acerca la fecha para elegir al nuevo presidente del CDE del PRI.
Mis compañeros en la mesa de aquel café me dijeron que el PRI necesita de un militante probado, y Juan Carlos Molina llena el requisito. Necesita un dirigente fuerte y con don de mando que dialogue con los descontentos y con quienes han sido marginados del partido. Y el líder cenecista tiene los atributos para lograrlo.
¿Es la única opción?, pregunté. Sí, aspirantes hay varios, pero la única opción viable para sacar al PRI del marasmo en que se encuentra y ponerlo otra vez a flote es Juan Carlos Molina Palacios. No hay más, fue la contestación.
La contienda por la dirigencia está prácticamente a la vuelta de la esquina y Juan Carlos Molina, que ya alzó la mano para dirigir al PRI, cuenta con el apoyo de varios grupos sectoriales y un número importante de las bases tricolores cuya voz esta vez sí se oirá y cuyo voto contará.
Y es que si algo no desean en la dirigencia nacional, es que se vuelva a repetir la pesadilla del pasado 1 de julio.