Cumplir años tiene un efecto biológico directo: nuestro organismo almacena cada vez más células averiadas. El problema es que, conforme somos más mayores, el sistema inmune empieza a fallar y esas células dañadas o senescentes, las que pierden su capacidad de dividirse, se acumulan. Consecuencia: aumentan los niveles de inflamación (con el consiguiente riesgo de contraer cáncer) y el cuerpo segrega enzimas perjudiciales para los tejidos de los órganos. La decadencia, en suma, se acelera. Pero puede ponérsele freno.
Hace unos meses, un equipo de investigadores de la Escuela Médica de la Universidad de Minnesota y la Clínica Mayo ya publicó un trabajo en la revista Nature Medicine donde apuntaban la posibilidad de aliviar la carga de células senescentes, incluso si el tratamiento se iniciaba a una edad avanzada, con fisetina. Este compuesto natural –concretamente, un flavonoide– está presente frutas tan comunes como las fresas, los caquis, las manzanas o los arándanos. Los experimentos realizados con ratones eran muy prometedores, pero había que determinar la dosis para que fueran eficaces en las células y los tejidos afectados.
En busca de la pastilla de la juventud
El avance que ahora se presenta es el primer paso para diseñar fármacos antiedad a base de fisetina que realmente funcionen. Bajo la dirección de Edgar Arriaga, profesor del Departamento de Química del Colegio de Ciencia e Ingeniería de la Universidad de Minnesota, un equipo de investigadores ha empleado por primera vez una técnica puntera llamada citometría –o CyTOF, del inglés Cytometry by Time of Flight– para estudiar a estudiar los efectos de los compuestos farmacológicos en las muestras con células senescentes. La tecnología CyTOF se basa en la espectrometría de masas y permite determinar la composición química y estructura de las moléculas a nivel atómico.
La fisetina es uno de los más esperanzadores fármacos senolíticos y ya había mostrado antes su eficacia para detener el alzhéimer, también en ratones, como descubrieron investigadores del Instituto Salk, en La Jolla (California). Los animales tratados con el flavonoide, de diez meses de edad, presentaban una salud cognitiva equivalente a ejemplares de tres meses.
“Sabemos que la habilidad del sistema inmune para manejar o, directamente, eliminar células senescentes depende un 30% de la genética y un 70% del entorno”, ha declarado Paul D. Robbins, de la Universidad de Minnesota, que ha participado en los últimos estudios para desarrollar senolíticos. De hecho, en sus investigaciones han comprobado que las dietas ricas en grasas o el sedentarismo acelera el proceso de senescencia celular.
Laura Niedernhofer, directora del Instituto de la Biología del Envejecimiento y Metabolismo (iBAM), asimismo perteneciente a la Universidad de Minnesota, añade: “Esta área de investigación no solo se dirige al declive físico asociado a la edad, sino que puede mejorar la salud de pacientes con cáncer que reciben quimioterapia y radioterapia, dos tratamientos que generan senescencia celular”.
Con información de Muy Interesante