Con una serie de reflexiones en torno al ritmo personal y a su concepción de la música, Gabriela Escobar cierra esta conversación.
Big band
Después de que tocamos en El Ágora con mi proyecto, fue Tim Mayer y nos dijo a la bajista, a una cantante y a mí que fuéramos a audicionar para la big bang de cursos preparatorios. Yo le dije a una de mis amigas no, ¿cómo crees?, y ella me dijo sí, sí, vamos. El día de la audición, ya me estaba echando para atrás, dije no, le voy a decir al maestro gracias por considerarme, pero no; finalmente hice la audición y sí quedé. Fue muy bueno porque es de lectura a primera vista, que es lo que luego nos cuesta más a la mayoría, pero yo, como ya traía el callo del «hueso» y de andar escuchando, tal vez no tenía muy bien la lectura a primera vista pero escuchaba y ya sabía más o menos qué hacer, y quedé.
Fue muy buena experiencia porque cada semana traían repertorio nuevo, entonces había que estar sacando canciones a cada rato, y porque la dinámica de una big band es distinta a la de tocar en un formato pequeño —de trío o de quinteto—; aprender eso estuvo muy bonito porque la batería es la que lleva todo, un baterista de big bang no puede tocar ligerito, sino debe tener ese punch de marcar acentos y todo eso, no puede estar escondidito.
Cuando veo a mis compañeros que están de bateristas en la big bang de licenciatura, aprendo mucho de verlos y de escucharlos, más que de que me expliquen, por eso siempre voy a los eventos y a los jam, porque soy mucho de estar viendo y de estar escuchando, siento que también así se aprende muy bien.
El cuatrimestre que estuve en la big band, casi no tuvimos actividades, la única que tuvimos fue un concurso de danzones, no sé si estatal o regional. Esa vez estuvo Persi Vignola cantando un par de boleros con nosotros, y una chica que se llama Coyolicatzin también estuvo cantando con nosotros un bolero. No nos habían dicho nada, de pronto nos avisaron y en dos semanas nos tuvimos que aprender como 13 canciones entre boleros y danzones, fue un reto bastante interesante.
Ritmo, enséñame el arte de hacer mi propia historia
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.
(Soneto al vino.
Jorge Luis Borges)
Yo siento que todavía necesito foguearme, no me gustaría ser nada más músico de escuela que va a sus clases, toca con sus ensambles y ya, siento que el mundo musical real está afuera, no es que diga me voy a chutar siete años de estudio y cuando salga, los proyectos van a llegar a mí, porque aunque así fuera, no estaría lista porque no habría tocado. Yo quiero estar estudiando pero también estar tocando, porque es lo que te da contacto, es lo que te da experiencia, es el mundo real; la escuela sí te aporta mucho, te da muchísimas herramientas, ahí conoces gente, pero no lo es todo, no estás ejerciendo realmente tu carrera y yo quiero encontrar ese equilibrio.
Cuando me daba clases, un día Gustavo Bureau me dijo:
—¿Cuánto tiempo quieres hacer música?, ¿nada más ahorita?, ¿cinco años?, ¿diez años?
—Si se puede, toda mi vida
—Pues si es para toda tu vida, no quieras presionarte y forzar las cosas, ve a tu ritmo
Eso también lo aprendí este año, cada quien tiene un ritmo para estudiar, para tocar, para aprender, para asimilar y creo que cuando no respetas tu ritmo, es cuando peor te va. A mí me pasó muchas veces que me sentía frustrada, que ya no confiaba en mí misma o en mis capacidades, me sentía mal, no estaba fluyendo y por más que ensayaba, no sentía mucho avance. Llegó un momento en que dije es que este no es mi ritmo y lo más importante, al menos para mí, es respetar mi ritmo, no querer hacer lo que los demás hacen, no querer avanzar como otros lo hacen. Yo creo que conociendo y respetando tu ritmo interno, es como mejor puedes avanzar y es lo que he hecho, pienso que si tengo toda mi vida para hacerlo, pues voy a respetar mi ritmo.
Ju-egos peligrosos
Otra cosa muy importante es no compararse con los demás, cada quien tiene su historia, cada quién aporta cosas distintas y a veces, cuando uno entra a este ambiente que es tan competitivo, sí le llega a conflictuar muchísimo eso de: es que éste está tocando más, es que éste está bien joven y ya hizo, ya grabó, ya todo. No hay que entrar en esa lucha de egos que a veces no sé si da por el sistema, por los maestros o por uno mismo que cae en ese juego cuando no debería hacerlo, por eso quiero tomarme el tiempo para aprender de la manera que más me favorece, de la manera en que más lo disfruto. He visto compañeros que están tan obsesionados con ser mejores, con ya tocar, con ser como los grandes, que ya no lo disfrutan, como que pierden el norte y no se detienen a pensar ¿por qué lo estoy haciendo?, eso también varía de músico a músico.
Dibujantes de sonrisas
Yo no quiero impresionar a nadie, yo no quiero que digan ay, güey, ¿ya viste cómo toca?, no, realmente esa no es mi meta, quiero hacer la música porque la disfruto, porque la amo, porque siento que aporto. A veces nos hemos puesto a tocar en la calle y es bonito ver que la gente va apurada, va en su rollo y cuando empezamos a tocar, todo el mood de la calle cambia completamente y es como si la gente se despertara de repente y dijera ¿qué está pasando?, y se pone escuchar la música y todo cambia. Nos han dicho es que me cambiaste el día; es muy bonito ponerles esa sonrisa en la cara, esa emoción. La música es para compartirla con la demás gente, es como un servicio a la comunidad, no es nada más de hacer música para músicos o para nosotros y ya, eso también es válido pero siento que la música surgió para compartir con la comunidad, para dar un servicio a la gente del lugar en el que estás viviendo.
Yo creo que una de las cosas por las cuales hago música es para embellecerle el día a alguien, para que goce, para que baile, y en ese proceso, uno también crece mucho como persona, uno también se sana. Son muchas las cosas que están ahí y no tienen nada que ver con un método súper acelerado ni con tener un montón de títulos y hacer muchas cosas y ser virtuoso, eso se da con el tiempo pero de manera natural, no quiero forzar las cosas, y como sí me quiero dedicar a esto toda mi vida, pues quiero hacer bien las cosas, a mi ritmo y siempre estar abierta muchas posibilidades, incluso a cambiar mi plan, porque uno cambia mucho dependiendo de dónde lo lleve el viento.
Ahora estoy enfocada, quiero estudiar, quiero prepararme bien, quiero tocar, quiero tener experiencia, conocer gente, viajar y todo eso, pero se van a ir dando las cosas, también he aprendido que entre menos lo forces, mejor sale, todo fluye mejor, y las situaciones que son para ti, se van a dar, y las que no, para qué estar forzándolas. Ahora estoy en ese punto.
PRIMERA PARTE: Tlatelolco, Teotihuacán, Atenas
SEGUNDA PARTE: Hueso, banda, descubrimiento
https://youtu.be/NQ_OgLQrI5w
https://youtu.be/hxWd5aM1z80
https://youtu.be/eY9Jazhf1N4
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