Dice el presidente municipal Hipólito Rodríguez que los baches en las calles de la ciudad no son su responsabilidad porque él no las construyó; que así ya estaban. Bueno, señor presidente, le recuerdo algunas de las cosas que ya existían cuando usted llegó al Ayuntamiento y de las que se obtienen miles de millones de pesos para que la ciudad funcione y pueda pagar el sueldo de usted y sus colaboradores.

El sistema de agua potable opera desde hace varias décadas, y sin embargo, lo cobra bastante bien; el servicio de limpia pública –del que ha hecho otro desastre- también ya existía y con singular alegría nos endilgan el cobro anual cada enero.

Desde el primer día del año, miles de xalapeños acudimos a pagar el impuesto predial como gravamen a quienes gozan de una propiedad, ya sea habitacional o comercial. La función de este impuesto es precisamente generar recursos para que el gobierno municipal que usted encabeza pueda proveernos de servicios públicos como el alumbrado, la pavimentación –y el bacheo, por supuesto-, recolección de basura, mantenimiento de parques y jardines, entre muchos otros que usted ya debe conocer.

Sepa usted, señor presidente, que ni el agua potable, ni el servicio de recolección de basura –usted ya les retiró la concesión- ni el impuesto predial se lo pagamos a los alcaldes que introdujeron la red hidráulica, compraron los camiones recolectores o pavimentaron las calles que le dieron valor catastral a las viviendas y comercios. Después de ocho meses debe saber que esos ingresos los obtiene su gobierno de acuerdo a lo que está establecido por la ley de ingresos municipales.

Si a esas vamos, señor presidente, yo no voté por usted, y sin embargo debo acatar las decisiones de carácter político y administrativo que usted imponga porque de eso se trata la democracia y el gobierno. Las responsabilidades del Ayuntamiento son muy claras, y si estas no le parecen, pues entonces regrese usted a su zona de confort en su instituto de investigaciones de la Universidad Veracruzana.

Debemos suponer entonces, señor presidente, que como los parques y jardines ya estaban cuando usted llegó ¿tampoco tiene porqué darles mantenimiento?; ¿tendremos camellones llenos de basura y maleza? ¿Podemos irnos despidiendo de los espacios públicos para la diversión y la cultura como el Centro Recreativo Xalapeño sólo porque usted no lo construyó? Aunque de hecho ya lo está, ¿debemos resignarnos a la penumbra si se funde una lámpara que usted no instaló?

Estos cuestionamientos podrían parecer exagerados e insolentes frente a una declaración que pudo estar fuera de lugar, en un momento de fastidio del presidente municipal. Tiene derecho. Sin embargo, es necesario exponerlos e insistir en ellos porque no se trata de la opinión frívola del alcalde, sino de la visión política e institucional que tiene como autoridad. La ciudad le compete en todos sus órdenes, todo el tiempo, y no sólo en aquéllos que él decida que debe intervenir.

Evadir la tarea de darle mantenimiento a la ciudad desafía la escasa tolerancia que le queda a los xalapeños frente a un gobierno que no sabe qué hacer  para resolver los problemas cotidianos; no hay obra pública: si el presidente municipal sólo va a dar mantenimiento a las calles que se construyan en su administración, estamos fritos porque lo hará acaso en dos o tres.

En un principio, Hipólito Rodríguez atribuía su reducido margen de maniobra a la ríspida relación que mantenía –y sigue manteniendo a la fecha- con el gobernador Miguel Ángel Yunes; más tarde, enfocó las baterías hacia la administración anterior para justificar una serie de omisiones y deficiencias; ahora de plano ha utilizado un discurso valemadrista para justificar lo que se ha dejado de hacer, y que tiene sumida a Xalapa en el caos urbano.

Le llevó casi un año darse cuenta que el Ayuntamiento de Xalapa no es el Ciesas- Golfo. Aquí no puede llegar a conclusiones que no le infringen responsabilidad alguna, y que si se equivoca, seguirá trabajando para explicar porque falló la realidad social. Esto es administración pública; sus fallas y omisiones tienen consecuencias para la ciudad y su gobierno. Lástima que desdeñe la historia de Xalapa cuando sus estudios en París fueron precisamente de historia urbana.

Don Hipólito, la ciudad no nació cuando usted ganó la elección y tomó protesta como presidente municipal de Xalapa. ¿Quería usted ser la primera autoridad de la ciudad? Entonces a chingarle…

Las del estribo…

  1. Muchos estuvimos en desacuerdo que subsistiera la Comisión Especial para la Atención y Protección de Periodistas (CEAPP) porque carecía de credibilidad y representación en el gremio y sus integrantes no tenían experiencia jurídica para cumplir su función. En casi dos años ha ganado respeto y credibilidad, gracias a su autonomía y transparencia. Fue tal vez el único ente sin observaciones a su cuenta pública. Sigo pensando que los periodistas no somos un gremio que requiere trato de excepción, pero el trabajo de Ana Laura Pérez y sus colaboradores justifica su existencia.
  2. En sólo seis años, Javier Duarte aumentó la deuda pública del estado en más del 75%, ubicándola por encima de los 55 mil millones de pesos; pero resulta que el remedio ha sido tan malo como la enfermedad; daño patrimonial en Sedesol y SIOP –sus ex titulares ya gozan de fuero-, los contratos directos al dirigente estatal del PAN, las asignaciones discrecionales y tantos otros negocios que pronto saldrán a la luz pública, sólo ha agravado el cáncer financiero de Veracruz.