Por Alitzel Vargas

  • El cine mexicano clama por innovación, por una plataforma donde las voces de las mujeres sean plenamente escuchadas, para que su perspectiva se eleve y tome forma sin distracciones ni condescendencias

La película Los adioses, dirigida por Natalia Beristáin, es un lanzamiento prometedor para el nuevo cine mexicano. En los momentos en que la comedia y los refritos son la nueva y constante fórmula nacional, esta cinta escapa a la convención gracias a los tonos de la seriedad y el drama. Las actuaciones, la fotografía, los diálogos, la dirección y otros elementos nos hacen pensar en la búsqueda de un cine de arte.

Los adioses representa un fragmento de la vida de la escritora mexicana Rosario Castellanos. La película se centra en la vida amorosa de la autora, específicamente en su relación con el filósofo Ricardo Guerra, su marido y padre de su único hijo.

Las diversas problemáticas que aún tiene que enfrentar la mujer mexicana para llegar a donde quiere llegar es un tema que, definitivamente, tiene que seguirse discutiendo. Es también un llamado a todos los realizadores latinoamericanos a dar un verdadero protagonismo a la mujer.

Es el turno de que las cineastas mexicanas rompan con estos persistentes tabúes de género y se sientan por fin libres de narrar desde la perspectiva femenina, sin la preocupación de tener que incluir algún rol masculino. El cine mexicano clama por innovación, por una plataforma donde las voces de las mujeres sean plenamente escuchadas, para que su perspectiva se eleve y tome forma sin distracciones ni condescendencias.

Observar los altibajos en la relación de pareja de una mujer tan destacada como fue la protagonista, incluso su relación con otros hombres como su hermano, es de gran interés, porque nos permite llegar a la mujer de carne y hueso. Y sin embargo, me resulta contradictorio y un tanto injusto que el filme no enfoque con mayor amplitud el vasto universo que fue Castellanos como escritora, catedrática y diplomática.

Llego a la conclusión de que la cinta cae en el cliché de valorar a la mujer solo en relación a los hombres de su vida. Salí con la sensación de que el esposo robaba cámara y de que eso no podía ser, para nada, una buena señal. A pesar de esto, hay belleza y pulcritud en la construcción de la cinta; como en las escenas donde se leen poemas y escritos de la poeta, narradora y ensayista, con lo que nos damos cuenta de que el argumento se elabora a partir de sus experiencias vividas y plasmadas en sus textos.
Al final, mi admiración es total para el numeroso equipo de mujeres al frente y detrás de cámaras. Karina Gidi interpretando a Rosario Castellanos, por cierto actriz xalapeña a quien esta interpretación le valió el Ariel 2018 a Mejor actriz; Tessa Ía es la joven Rosario; la nueva Natalia Beristáin con apenas un largometraje dirigido antes de su actual película; Dariela Ludlow como directora de fotografía realizando un trabajo soberbio y haciendo notar su experiencia en el cine; y la escritora María Renée Prudencio trabajando en el guión, quien ya cuenta con varias nominaciones y un Ariel a Mejor guión adaptado.