“Apúrate que viene el gobernador, ya sabes cómo le gustan las cosas”… los elementos ya estaban cansados de esperarlo, sólo debían grabar unos cuantos minutos, las filas permanecían listas, la iluminación era buena, el clima estaba a favor. En una de las esquinas se empezó a ver ese “cuchicheo”, prueba de que estaba entrando Javier Duarte a la Academia de Policía.
Se interrumpió el descanso, “firmes compañeros, den lo mejor de ustedes, son la nueva imagen de la polícia, griten fuerte”; aunque estaban agotados, con el sudor en la frente, realmente les motivaba salir en el video de la Fuerza Civil de Veracruz, el Grupo Élite de la policia estatal; el gobernador llegó al sitio con esa sonrisa que intentaba tener siempre, diciendo “no hace mucho calor”.
Ese comentario, que se supone era un chiste, no causaba gracia, sin embargo, todos reían porque lo había dicho el gobernador y no lo íbamos a dejar con su oración al aire. Lo que le tocaba decir a él, se grabó en cámara una y otra vez; en los descansos tomaba su BlackBerry, volteaba a los lados como buscando a alguien, mínimo se acercaban 8 personas para ver qué necesitaba, a los cuales ignoraba y acababa llamando a otro.
En ese momento todos querían agradarle, servirle, aunque fuera para pasarle una servilleta que secara su sudor; cargar una sombrilla para darle sombra mientras no grababa, sin fijarse en que los policías tenían más rato en el sol, expuestos. Impresionante lo que se vivía cuando estaba cerca Javier Duarte, un hombre que abría paso al caminar, y con más de 10 personas tras él.
Hoy, sólo le persiguen reporteros, abogados, y ya. Nadie se ríe con sus chistes, buenos o malos; si voltea a los lados sólo podrá ver una pared, pero a nadie que se ofrezca a ayudarlo. Muchos quizá estén molestos de lo bien librado que salió de su audiencia, pero él ya vive su condena desde que ganó Yunes Linares las elecciones.
Javier Duarte jamás se vio como ahorita, nunca imaginó estar sin lujos, permanecer encerrado en un espacio pequeño sin alguien que le rinda pleitesía o le haga reír, el ex mandatario ya vive el peor panorama de las consecuencias de sus actos. Bien dicen que la vida es una ruleta, no siempre se puede estar arriba, Duarte de Ochoa vivirá por un largo rato la parte de abajo.
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