En esta segunda parte de la conversación, Santiago Gutiérrez Rebolloso habla del proceso que lo llevó a decidirse por la música, primero, y luego por el canto.
Percusión, percusión, no me quieras matar, percusión
En algún punto, mi hermana y yo empezamos a tener gustos musicales diferentes, a ella le gustaba mucho el pop y una cantante que se llama Demi Lovato y lo que estaba de moda, porque era lo que le gustaba a todas sus amigas, pero a mí nunca me importó ser el inadaptado, yo seguí firme en mis gustos. Una vez escuché a Esperanza Spalding por coincidencia y empecé a escucharla todo el tiempo, luego, a Concha Buika, cosas que ya no eran las que mi mamá nos había puesto en discos, sino que las descubrí yo, y luego mi mamá hasta se hartaba porque descubría un disco y me obsesionaba, me gustaba una canción y la estaba poniendo todo el día. También había un disco que escuché una vez en una casa de unos amigos, se llama Lambarena. Bach to África, era música de Bach con música africana, ese también lo ponía todo el tiempo y mi hermana lo odiaba, tampoco le gustaba Esperanza Spalding, decía que no le gustaba que no cantara letras, que fuera puro dubi, dubi, Concha Buika tampoco le encantaba.
Yo estaba a la mitad de la prepa, en ese tiempo, Aleph [Castañeda] era maestro en JazzUV, escuchó cantar a mi hermana y le dijo a mi papá que le podría gustar JazzUV, y entró a Canto pero según nada más era para aprender técnica, decía que no iba cantar jazz pero tuvo que hacerlo.
Hubo un seminario del Ayuntamiento y trajeron a un cantante que se llama Jonathan Hoard y a un percusionista colombiano que se llama Samuel Torres. Desde siempre me ha gustado muchísimo el canto, pero yo no me consideraba cantante y no creía que podía hacerlo en ese momento porque mi voz estaba cambiando y no sentía el control sobre ella, entonces entré a percusión porque, además, me gustaba el cajón.
Entré al seminario pero nada más sabía tocar cajón y ahí tocaban congas, y solo me la pasaba viendo. Al siguiente semestre entré a Percusión en JazzUV, pero lo veía como una actividad extracurricular porque quería irme a estudiar agroecología a Chapingo o a algún otro lugar. Entré para aprender porque tenemos muchos amigos músicos que no estudiaron eso, entonces yo decía sí se puede estudiar una cosa y dedicarte a mil, voy a aprender percusión y luego estudio otra cosa y luego aprendo otra, quería aprender muchísimas cosas.
Entré a los Cursos Preparatorios, aunque todavía no es la universidad, no es lo que pensaba, yo creía que nada más era tocar pero tienen un nivel de exigencia alto; lo que me gusta es el cajón, lo afrocubano y todo lo demás también me gusta mucho pero oírlo, porque siento que no es tan mi personalidad, son percusiones de más energía y siento que el cajón es más sutil y eso me gusta más; también me gustan otras percusiones como las hindúes. No estaba tan clavado con las percusiones y tenía que hacer ejercicios para sacar sonido y cosas así, y realmente lo sentía como una carga.
Llevábamos un coro obligatorio, lo daba Noel Josafat, quedé en el más básico porque no tenía buena lectura. En todo el semestre nada más vimos como tres piezas súper sencillas, a nadie le interesaba porque no eran cantantes, solo lo llevaban por obligación, pero a mí sí me gustaba y luego practicaba más lo del coro que lo de mi instrumento.
Todavía seguía en la prepa, entonces era bien difícil estudiar porque no tenía mucho tiempo, a veces tenía tiempo libre pero no estaba en mi casa y pensaba Canto sí lo podría estudiar porque llevo el instrumento todo el tiempo, como que no quería aceptar que tenía más ganas de estar en Canto y solo buscaba pretextos en mi cabeza para convencerme.
Creo que en ese tiempo ya había decidido que sí me iba a quedar en JazzUV, pero todo era muy raro porque ya le había dicho a mi abuela que quería estudiar agroecología; tenemos un tío que vive en Texcoco y ella ya estaba haciendo todo el plan para que me fuera a vivir con él, y me daba pena decir no, ya no quiero eso.
En ese tiempo, con mis papás yo tocaba el cajón, la que cantaba era mi hermana, pero yo quería cambiarme a canto y al que más confianza le tuve para decírselo fue a mi papá, y me dijo sí, tú cantas muy bien, eso me ayudó a confiar en que lo podía hacer.
Ariles del carrizal, me estoy muriendo de nervios, pero me lanzo a cantar
Fui a hacer la audición y me encontré con un montón de gente y me preguntaban ¿pero por qué, si tú estás en Percusión? y les contestaba es que estoy en la prepa y para Percusión está muy pesado ahorita, voy a estudiar Canto y regreso a Percusión cuando termine la prepa, pero al mismo tiempo seguía con lo de la agronomía, entonces estaba bien raro mi plan: me iba a ir y luego iba a regresar a terminar JazzUV.
Soy mucho de dejar las cosas al último momento (risas) y ya van varias veces que aplico para cosas en línea y mando la aplicación al último minuto, y en JazzUV hice lo mismo: terminó el semestre, estuve todas las vacaciones meditándolo y al último momento mandé la aplicación, nada más le dije a mi papá, no le había dicho a nadie más.
Hay una cantante que me gusta mucho que se llama Lalah Hathaway, tiene un disco con Snarky Puppy que se llama Family Dinner, no es tanto jazz, es como soul o algo así pero hace un solo de scat, me lo aprendí de oído y lo canté
Lalah Hathaway me gustaba porque, en sus solos, más que solo cantar las sílabas y las notas, explora su voz, su registro, en una parte hace acordes con su voz, quién sabe cómo lo hace pero canta tres notas a la vez, a veces aprovecha los gallitos que le salen naturalmente y los utiliza como un efecto, y hace muchas inflexiones y melismas y eso me gusta mucho, me gusta mucho escuchar la voz humana cantar y producir diferentes texturas, antes no lo entendía pero esas cosas son las que me ponen la piel de gallina.
En-canto
Entré a Canto, iba a haber un Concierto de Cantantes y mandaron un correo para ver quién quería participar, yo todavía era bastante inseguro de mi voz pero al mismo tiempo sabía que sí podía, dije que quería cantar y me dijeron que sí. Canté Summertime y fue la primera vez que mucha gente supo que cantaba y se asombró porque me ubicaba como percusionista. Apenas llevaba como tres meses y esa experiencia me dio mucha confianza porque la gente me felicitó, luego mi hermana subió un video y mucha gente me respondió y me hizo comentarios, entonces empecé a tener más confianza en mi voz.
Ese primer semestre estuve la maestra Paty Ivison, me ayudó en la técnica, quisiera haber estado más tiempo con ella pero me cambiaron, pero aunque fue poco tiempo, sí me ayudó porque realmente yo cantaba para mí, nunca para los demás, nunca lo sacaba. Obviamente, por toda la música que oí desde chiquito y porque cantaba desde que era niño, ya tenía bastante control de mi voz, y oído, afinación, intuición, no me costaba tanto trabajo improvisar u otras cosas que a lo mejor a alguien que entra con cero experiencia musical le cuesta más trabajo.
No me costaba trabajo, pero tenía que perderle el miedo a mi voz y sacarla, Paty me ponía ejercicios pero por miedo a escuchar mi voz con esa resonancia a la que no estaba acostumbrado y que hubiera gente enfrente de mí, fue difícil quitarme esa barrera.
Luego entró el maestro Olson Joseph, vino de Haití y me tocaron dos o tres semestres con él, en ese tiempo traté de seguir explorando mi voz para encontrar mi sonido. El maestro Olson es muy exigente en cómo debemos improvisar los cantantes de manera realmente consciente, porque los otros instrumentistas están viendo las notas que están tocando y a veces es hasta mecánico porque ya saben qué notas tocar en cada acorde, pero como cantante tienes que desarrollar más el oído y ser consciente. No había trabajado eso y fue lo que hice en ese tiempo.
Seguí cantando en los Conciertos de Cantantes que eran la oportunidad que tenía de cantar cada semestre. También empecé a ir a las jam sessions, al principio no me subía pero luego unos compañeros me invitaban y eso me ayudaba a subirme.
Para los exámenes de JazzUV, tienes que buscar un acompañante, invité a unos amigos y empecé a buscar lugares para tocar, era muy chiquito e informal pero fueron mis primeras experiencias. Luego empecé a cantar más con mis papás, sobre todo con mi papá, fui algunas veces al DF con su septeto y ya no solo tocaba el cajón sino que también cantaba, entonces empecé a cantar cada vez más en experiencias reales y no solo en la escuela.
Repica y repiqueteando
En un Concierto de Cantantes canté Autumn Leaves y también cantó un cuarteto vocal que estaba formado por miembros de Vox Populi, es un proyecto de música vocal a cappella y me dijeron que su barítono iba a ir a Cuba por un tiempo y que creían que yo podía cantar por ese tiempo con ellos. Fui a hacer la audición pero todavía me faltaba madurar un poco, me faltaba un poco de confianza y como no había tenido ese tipo de experiencias, no pude sacar todo el repertorio y no quedé, pero me sirvió para darme cuenta de esas cosas y trabajarlas.
Estuve en dos ensayos con ellos y eso me sirvió para darme cuenta de que es muy diferente que cantar con instrumentistas pues estás haciendo la armonía con las voces, entonces tienes que estar mucho más consciente y cuidar mucho más todo tu sonido para unificarlo con el de los demás. En ese tiempo también entré a otro coro, era mucho más clásico y me sirvió para entender más esa colocación coral y ese sonido que ayuda a que suene todo más unificado y afinado.
En ese semestre, que fue hace un año, mi papá grabó un son en el que invitó a muchos cantantes y músicos veracruzanos que admiro, cantaron Eloy [Zúñiga Martínez] y Fanny [Stephanie Delgado], que son dos cantantes que admiro mucho, hicimos un coro ellos dos, una amiga que se llama Valentina Marentes y yo, también grabé una improvisación. En ese tiempo mi hermana estuvo en un reposo vocal porque tuvo un problema, entonces no grabó, pero para mí fue otra experiencia.
Ese semestre, con la experiencia del coro, la del ensamble vocal y la de la grabación en el estudio, pude ver muchos huecos que todavía tenía. Hay cosas de las que a veces no te das cuenta, pero en el estudio se ven todos los errorcitos mínimos o detallitos, entonces vi muchas cosas que podía trabajar, creo que vi todo desde otras perspectivas y me volví más consciente de que podía seguir mejorando.
Luego canté con Valentina y con Tézcatl Trío en La Brújula y toqué varias veces con amigos que a veces yo invitaba y a veces me invitaban, y eso me sirvió para tener más conciencia.
Caminito a cappella, apurándose a aplicar…
A finales de ese año —el 2016—, buscando videos a cappella encontré uno grabado en vivo en un escenario con puros jóvenes cantando una canción de Esperanza Spalding, me gustó mucho y vi que lo había subido A Cappella Academy, me llamó la atención que eran puros chavos y que sonaba súper bien, busqué la página y vi que es un campamento en Los Ángeles, que se puede ir desde los 13 años pero casi todos son entre 15 y 18. Empecé a ver todos los vídeos y vi que estaba súper profesional, súper bien hecho, que conocía a varios del staff y los admiraba. El director canta en un grupo famoso que me gusta mucho, se llama Pentatonix, cantan de todo pero más música pop, yo creo que es el grupo a cappella más famoso por eso, porque tiene arreglos más digeribles y más comerciales. El bajo —que es Avriel Kaplan, el director de A Cappella— tiene una súper técnica vocal y un súper registro.
Vi todo eso y me obsesioné con la idea de ir porque significaba estar en un lugar donde están haciendo lo que más me gusta y con gente que admiro, y conocer gente de mi edad porque la mayoría de los músicos y cantantes que conozco y con los que convivo aquí son mayores, entonces era como un sueño estar con gente de mi edad que esté igual de apasionada, pero vi la página un día después de las audiciones, ya se me había pasado y dije chin, si lo hubiera visto ayer todavía hubiera podido mandar la audición, el próximo año ya voy a tener 18 —que es el límite de edad— pero lo voy a intentar, a ver qué pasa.
Todo ese año estuve cantando con mucha gente pero al mismo tiempo en un proceso muy introspectivo de ver cosas que no sabía, solamente cantaba y no ponía atención a los detalles. Seguía en mi cabeza la idea de audicionar el próximo año, estaba escuchando todas las audiciones y veía más o menos todo lo que creía que se fijaban en los que aceptaban, pero fue igual que con la aplicación de JazzUV, estuve con la idea todo el tiempo pero no se lo decía a nadie. Ponía un montón de videos, entonces mi mamá ya sabía que era un campamento, pero no le había dicho que quería ir, luego les dije a mi hermana y a Valentina que deberíamos audicionar.
Cuando abrieron las audiciones salimos de vacaciones, todo el tiempo estuve pensando que quería hacerlo pero no lo hice, el último día para mandarlo era la noche del 31 de diciembre, yo no lo había grabado y ese día dije sí, lo tengo que grabar.
La aplicación costaba 20 dólares, que eran como 400 pesos, le dije a mi papá que si me prestaba el dinero y me dijo sí, estaría muy bien. Lo hice el último día, mientras todos estaban cenando, en el baño de mi casa, era el único lugar donde no había tanto ruido. Ahí estuve haciendo tomas no sé cómo cuántas horas porque ladraba un perro, pasaba un pregonero, alguien azotaba una puerta y me lo echaban a perder o me desconcentraban; al final no grabé todo de seguido, grabé partes y luego las edité para juntarlas.
Fue bien estresante porque grabé en el último momento, ya faltaban unos minutos y se me acababa la batería del celular y todavía tenía que editar y juntar todos los cachitos de videos y luego pasarlo a la laptop para subirlo a YouTube, y llenar la aplicación con todos los datos, y hacer el depósito. Fue muy estresante pero al final mandé la aplicación a tiempo y cené todo nervioso. Pasé un mes pensando en eso todo el tiempo porque daban los resultados hasta el primero de febrero.
Y me pareció pequeño el mundo para soñar…
En febrero fui con mi papá a Tlacotalpan a la Fiesta de la Candelaria, ahí estaban Manuel López, Lorena, Arantxa [Peláez], Ale Paniagua y otros amigos. Era la noche del 31 de enero, estaba el fandango, yo estaba en Luz de Noche y salí un rato al fandango con una jarana que le regalaron a mi papá —entonces, ni modo que también la vendiera—, me subí a bailar varias veces y luego me metí un rato a Luz de Noche, abrí mi correo y vi un mail que decía A Cappella Academy y me daba un montón de nervios abrirlo.
Toda la gente estaba en el fandango o platicando y yo estaba con mi celular, yo creo que me veía como adolescente que no está en el momento, pero ya quería saber el resultado, lo abrí y lo leí pero no me lo creí, decía algo así como: Querido aplicante, tenemos el placer de darte un lugar en A Cappella Academy 2018. Estaba en inglés y como no me lo creía, le tomé capturas de pantalla y se lo mandé a varios amigos para que me dijeran si me estaba equivocando o si estaba bien. No se lo dije a nadie de los que estaban ahí porque me daba pena que mi papá se pusiera feliz y después le dijera ah, no, me equivoqué. Les mandé un mensaje a los de A Cappella Academy en el que decía me llegó esto pero no estoy seguro si es verdad que quedé, y me respondieron sí, estamos muy emocionados. Me costó un rato procesarlo y luego ya les dije a todos los que estaban ahí y estuve muy feliz en ese momento.
(CONTINÚA)
PRIMERA PARTE: Por dentro suena el tesoro
TERCERA PARTE: Cascabel de la esperanza
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