La sal es parte elemental de una dieta, el cuerpo necesita sodio. Sin embargo, se ha convertido en un enemigo de la salud, al igual que la azúcar. El problema a veces no es tanto la cantidad que añadimos a la comida, sino la que ya existe en todos los alimentos procesados.

Como ocurre con el azúcar, necesitamos una cantidad diaria de sodio al día, alrededor de 500 mg. La mayoría la ingerimos a través de la sal. El sodio es un electrolito que ayuda a transmitir impulsos nerviosos, mantiene el balance de los fluidos, y ayuda a los músculos a contraerse y a relajarse.

Es esencial para nuestro organismo, pero si consumimos en exceso, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el volumen de la sangre aumenta, el corazón trabaja más de la cuenta, y con esto sube el riesgo de hipertensión y de ataque al corazón.

Según datos del Centro de Control de Enfermedades americano, una persona sana puede consumir hasta dos mil 300 mg de sodio al día. Eso equivale a una cucharadita de sal. Las personas hipertensas o con riesgo de serlo, deben consumir un máximo de mil 500 mg de sodio. Entonces ¿todos los tipos de sal son malos? y ¿qué beneficios tienen?

Sal de mesa

Es la sal más utilizada en la alimentación. Procede de minas, concretamente de un mineral llamado halita, y se consume depurada y refinada. Ésta suele ser del tipo vacuum, ya que se consigue a través de un proceso químico en el que además se añaden minerales como el yodo.

La sal de mesa realiza funciones en la transmisión del impulso nervioso a través de los nervios, en la contracción muscular y mantiene el adecuado balance de los fluidos corporales.

Sal marina

Se suele decir que la sal marina es mucho más saludable para cualquier tipo de receta que la sal vacuum. Ésta se obtiene de la evaporación del agua del mar, de ahí que tenga un aspecto diferente y forma de cristales. Dependiendo de su procedencia, además de cloruro sódico, en su composición también puede contener trazas de calcio, potasio o hierro, además de yodo.

De todos modos, su contenido es muy bajo, con lo que la fama de que es más sana que la de mesa no tiene mucho  sentido. Este tipo de grano ayuda a producir ácidos necesarios para digerir las proteínas y enzimas.

Además, suministra minerales esenciales directamente a las células para aumentar y mejorar el sistema inmune del cuerpo y aumenta la resistencia frente a las infecciones y enfermedades bacterianas. Dentro de las sales marinas, la flor de sal es una de las más apreciadas y caras, debido a su recolección manual.

Sal del Himalaya

La sal rosada del Himalaya es un ingrediente mineral que proviene de las montañas de Pakistán, específicamente de la mina Khewra, considerada una de las más puras de todo el planeta. Contiene 84 compuestos saludables para el cuerpo y, además, es una fuente principal de electrolitos oligoelementos ––elementos minerales–– que ayudan a mejorar el funcionamiento de varios sistemas vitales del cuerpo.

Sea cual sea la sal, lo importante es no pasarse

El exceso de este mineral puede provocar problemas importantes a mediano y largo plazo en nuestro cuerpo, desde insuficiencia renal, por los cálculos en los riñones que podrían aparecer, hasta problemas cardíacos por la forma en que este mineral puede hacer subir nuestra tensión arterial.

Todos estos problemas se deben tener en cuenta para reducir su  consumo en cada alimento o receta. Y es que normalmente se consume mucha más sal de la que en realidad se necesita.

Los riñones son los encargados de controlar la cantidad de sodio en el cuerpo. Cuando se está sano, éstos eliminan el sodio extra para mantener el balance requerido. Por el contrario, si los riñones no son capaces de lograr el adecuado equilibrio, se puede terminar padeciendo de hipertensión arterial y retención de líquidos.

Con información de Muy Interesante