La buena es que México es potencia mundial en turismo ya que subió dos escalones en el ranking al situarse en sexto lugar, debajo de Francia que ocupa el primero, España el segundo, Estados Unidos el tercero, China el cuatro e Italia el quinto sitio.

De acuerdo con la Organización Mundial de Turismo, en 2017 nos visitaron 39.3 millones de turistas, 12 por ciento más que en 2016 en que recibimos a 35.1 millones de visitantes.

Reitero, es una excelente noticia para México, pero pésima para Veracruz donde ya mero no se paran ni las moscas.

Como candidato y como gobernador Miguel Ángel Yunes dijo en más de una ocasión que había empresarios “deseosos” de invertir en Veracruz en varios rubros; uno de ellos el turismo. También dijo que Veracruz estaba destinado a convertirse en potencia turística por su riqueza natural, histórica, cultural y gastronómica.

En efecto, Veracruz es un estado para presumir, pero su realidad turística es otra. Por lo pronto, los empresarios “deseosos” de invertir no han llegado.

En enero de este año, Sergio Lois Heredia, presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles de Veracruz y Boca del Río, habló de la urgencia de trabajar en la promoción del estado como destino turístico, ya que el promedio de turistas registrados el año anterior había sido muy bajo.

“Necesitamos trabajar este año promocionando a nuestro estado para que en las temporadas bajas no tengamos promedios tan raquíticos. El año pasado lo resistieron los hoteles, pero si este 2018 sigue así la tendencia, muchos no resistirán y habrá cierre de hoteles” advirtió el empresario.

¿Y qué pasó?

Que no le hicieron caso y la visita de turistas, así como la ocupación hotelera en estas vacaciones de verano fue lamentable.

En comparación con otros años, Veracruz casi no ha tenido promoción turística nacional y menos internacional. Y en esto mucho ha tenido que ver el desastroso trabajo de Leopoldo Domínguez Armengual, un notario público habilitado como secretario de Turismo y cuyo único mérito es ser amigo del gobernador.

Y van datos duros: De acuerdo con el reporte de Data Tur, en Veracruz y Boca del Río la estadística reveló que de 4 mil 151 habitaciones de hoteles ocupadas en 2015, la cifra se redujo a 3 mil 913 en 2016. Y en 2017, el primer año de gobierno de Yunes Linares, bajó a 3 mil 775 habitaciones.

Es decir, tan sólo en esos dos municipios la ocupación promedio bajó de 47.9 por ciento en 2015, a 43.6 por ciento el año anterior.

Si así le fue a los dos sitios playeros más emblemáticos de la entidad, imagina lector cómo le fue a los demás municipios.

Tanto en 2017 como en este año, festividades tradicionales como la Fiesta de la Candelaria en Tlacotalpan, el Carnaval de Veracruz y la Cumbre Tajín estuvieron lejos de tener la afluencia turística de otras épocas.

Para colmo, lo que dijo Lois Heredia se cumplió ya que varios hoteles tuvieron que cerrar por falta de huéspedes, así como restaurantes de las zonas norte y sur del estado.

A lo anterior hay que agregar la inseguridad que nomás no baja y ahuyenta a los turistas.

¿Qué hacer?

Por lo pronto, esperar a que se vaya el señor Domínguez Armengual junto con su amigo el gobernador, y después realizar una promoción turística masiva a la par de ofrecer garantías de seguridad a los visitantes para que no sólo visiten, sino que regresen a Veracruz. No hay de otra.

Y mientras eso sucede la entidad se consume entre la falta de turistas, falta de seguridad, falta de empleo y falta de vergüenza de quien hace doce meses prometió casi el paraíso.

No sólo es lamentable sino hasta patético, que mientras varias entidades de la República se conjuntan para hacer de nuestro país una potencia mundial en turismo, Veracruz esté lo que le sigue a rezagado.

Qué tristeza y qué piche frustración.

bernardogup@nullhotmail.com