En esta segunda parte de la conversación, Rey David Alejandre narra sus experiencias en la Ciudad de México y en Xalapa.
Chilanga banda
En México empecé a crecer como jazzista porque en Cancún tocaba a un nivel local pero en la ciudad hay más músicos, más competencia, y empecé a tocar con los jazzistas de allá, uno de los que me echó la mano —que es mi carnalote— es un gran saxofonista: Diego Maroto, él fue de los primeros músicos que me invitó a su grupo de jazz cuando llegué a México, él ya tenía mucha experiencia, ya había grabado varios discos y me empecé a incorporar a eso.
Había un lugar que se llamaba Los Íntimos, ahí íbamos a descargar todos los músicos, estaba Iraida Noriega, iban a palomear Enrique Neri, Elizabeth Meza, Agustín Bernal, Rodrigo Castelán, Francisco Lelo de Larrea, ahí fui conociendo músicos y me empecé a incorporar con grupos y proyectos de jazz. Empecé a hacer carrera de jazz, grabé varios discos: con Diego Maroto, con Iraida Noriega, con Elizabeth Meza, con Panchito Lelo de Larrea, que tiene un buen proyecto, es un buen músico y su disco es muy bueno, su música es muy difícil; hicimos muchas tocadas en Monterrey y varios estados. Esos músicos de jazz me invitaban a todos los huesos, había de todo tipo, de acompañar artistas, de bailes, de fiestas. También toqué con varios artistas de la farándula de los que uno no quiere mencionar (carcajadas).
También toqué con una big bang que se llamaba Arte 01, la dirigía Eugenio Elías, ahí también había bastantes buenos solistas, entre ellos un gran trompetista, líder en aquellos tiempos: Carlos García, el Súper ratón, era un trompetista mexicano muy destacado que tocó muchos años con Luis Miguel y con muchos otros artistas, pero sobre todo era un líder en la trompeta, nunca fallaba una nota en big bang y eso es muy difícil. Con esa big band acompañamos a Paquito D’Rivera.
Noche de luna en Xalapa
Estaba tocando en Cancún con mi grupo y con grupos de jazz pero quería seguir aprendiendo, un día un amigo bajista, Juan Bosco, me dijo va a haber un seminario de jazz en Xalapa, vámonos para allá, nos quedamos en casa de mi hermana. Era el Seminario de Berklee, no me acuerdo bien en qué año fue pero creo que en el 96. Yo ya conocía a Javier Flores porque él tocaba en el Rico Melao y creo que tocó alguna vez con el Combo Ninguno, a los del Combo también los conocía desde niño porque iban a Veracruz.
Vine, fue muy bonito porque hubo mucho ambiente de jazz. Los de Berklee dieron becas y resulté ganador de la más alta, en ese tiempo era como de seis mil dólares, algo así. Dieron el documento en el Teatro del Estado, en el concierto final, fue muy motivador para todos. No me pude ir a estudiar porque resultaba muy caro pagar un lugar para vivir, la comida, más la visa, y aparte yo no hablaba ni entendía nada de inglés, esa parte me daba mucho miedo, lo musical no tenía problema porque mientras uno quiera aprender y esté dispuesto a seguir aprendiendo, si uno no sabe algo, lo aprende, basta con preguntar o investigar.
Me gustó mucho y me enamoré de Xalapa, volví a ver a mis amigos del Combo Ninguno y me integré a tocar con ellos en ese lugar que se llamaba Barlovento. Me gustó el ambiente de jazz que había aquí, había lugares para presentarse, a veces no había mucho dinero pero uno podía presentar su proyecto, que era lo importante. Uno podía compartir el escenario con otros músicos y entre ellos, uno muy importante para mí fue Lucio Sánchez, él siempre me invitaba a tocar a algunos conciertos importantes que hacía y muchas veces me traía a Xalapa para que tocara con él.
Me quedé como dos años en Xalapa, también toqué con mi compadre Picos [Sergio Martínez], me hablaba para tocar en grupos pequeños con Javier Cabrera y otros músicos, también hizo su big bang y yo estuve ahí, tocamos en varios foros de aquí de la ciudad, hubo muchos conciertos. Muchas veces, mi compadre también me traía para tocar.
Se lució Lucio
El primero que me dio la oportunidad, porque creía en mí como pianista, fue Lucio Sánchez, en el 2000 me invitó a grabar el disco Reflexión, estaban Michael [Hoaglin] —el guitarrista que acaba de fallecer—, Yeek [Muzik], el Kubo [Jacub Dedina], Iván Martínez —que desgraciadamente también falleció— y vino Alejandro Campos de México. Yo digo que todas esas oportunidades te hacen crecer porque o te rajas o sigues y para mí sí era importante.
Yo vivía en Xalapa y me ponía a estudiar todos los días el piano, ya tenía un poco más de experiencia, ya improvisaba, ya me sabía varios standards, ya podía tocar y Lucio me invitaba a sus conciertos a varios lugares de aquí, tocábamos mucho en La Tasca y eso sirve de experiencia, entonces, cuando Lucio me invitó a grabar, me dio mucho gusto porque era la primera persona que me tomaba en cuenta.
Mucha gente te ve tocar pero no se atreve a invitarte hasta que ve que te invita otro, esa es una de las cosas que tenemos aquí en México, que no maduramos como músicos, aunque toques bien no se atreven a invitarte hasta que ven que ya tocas con alguien que tiene prestigio, hasta entonces te la creen.
Me volví a ir a Cancún, volví a regresar a Xalapa, me fui al DF pero siempre venía Xalapa porque me gustaba mucho estar aquí. En el 2005, Lucio me invitó a grabar otro disco, Caleidoscopio; estaba Leo Colorado —que toca instrumentos prehispánicos—, estaba Gerry López en el sax alto, en la guitarra estaba Manuel Viterbo y en la batería estaba Roli Alarcón. Con ese disco fuimos a Francia, era un intercambio, íbamos a dar un concierto pero podíamos enseñar y estudiar. Fuimos al conservatorio de Didier Lockwood, un violinista francés muy importante, nos quedamos una semana a vivir en una casa que nos dieron enfrente de la escuela, dimos una clínica y nos metimos a tomar clases.
Dimos conciertos en varias partes de Francia, en algunos pueblos que están en el campo y compartimos escenario con músicos de allá, todo estuvo muy bien. Después fuimos a España y tocamos en un lugar que se llama BarCo.
JazzUV
Aquí en Xalapa, había compartido el escenario con Édgar Dorantes en varios palomazos y a veces me invitaba a tocar en sus conciertos, cuando fundó JazzUV me invitó a que viniera como maestro y me pareció buena oportunidad para regresar a Xalapa. Me renté aquí un departamento, seguía viviendo entre México y Xalapa pero me quedaba aquí. Fue buena experiencia compartir como maestro con Édgar, Agustín Bernal, Gabriel Puentes y también estaba Aleph [Castañeda]. Había alumnos que se estaban preparando y ahorita ya son buenos músicos, ya tienen carrera, como Emiliano Coronel que ya tiene un grupo de salsa y uno de jazz, también estaba su hermano Vladimir que luego se fue a estudiar a Puerto Rico y allá terminó su carrera.
Fue una buena etapa porque uno como maestro comparte lo que trae y sigue aprendiendo, eso es lo bonito de esto, ahí estuve compartiendo un año, dimos varios conciertos y después se acabó, todo tiene un ciclo.
No hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró…
Luego me fui para México y sentí que mi ciclo ahí también había terminado, ya había estado casi 12 años en la ciudad y había tocado con muchos artistas, con mucha gente y creía que ya había sido todo. Tuve buenas oportunidades, toqué en una clínica con Wynton Marsalis —eso sirve como experiencia pero no quiere decir que haya tocado con Wynton Marsalis— y toqué en otras clínicas y conciertos importantes.
Lo que me sacó de ahí fue que la policía nos hizo un súper asalto después de hacer una grabación por Texcoco, nos detuvieron dos camionetas, sacaron a todos a golpes y nos metieron al monte, al único que no le pasó nada fue a mí, pero me dijeron que si los veía me iban a matar. Traía bastante dinero, mi piano nuevo, mi trombón, también nuevecito, un King muy bueno. Fue una experiencia muy horrible y como ya no quería estar en el DF, después del asalto dije este es el momento de irme, ya se acabó. Me fui para Cancún, estuve ahí tocando tres años y después me fui a Nueva York.
(CONTINÚA)
PRIMERA PARTE: Salsero y jarocho
TERCERA PARTE: Un jarocho en Nueva York
https://youtu.be/_ytRO9DuKKQ
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