Las Choapas, Ver.- La inseguridad cambió la vida de los habitantes de Las Choapas y Agua Dulce: «Ojalá nunca nos hubiera pasado esto», cuentan mientras repasan decenas de historias de horror e impunidad, pero también de hartazgo y enojo.
No hace falta escarbar mucho, el tema inseguridad está en la boca de todos. Apenas hace unos días circulaba la imagen violenta de un grupo de encapuchados quienes rodeaban el cuerpo descuartizado de un joven. La violenta imagen se hizo viral.
Pero en Las Choapas, la imagen ya no sorprende. Los ciudadanos se han impuesto a sí mismos un toque de queda, apenas oscurece ya nadie sale del pueblo, transitar las carreteras hacia las comunidades o la federal es una sentencia.
Las advertencias son muchas, te puedes topar con los malos, o ver algo de lo que no quieres ser testigo.
La recomendación es viajar de día, y si quieres entrar a algunas comunidades debes pedir permiso, porque ahí están las autodefensas, un grupo de ganaderos y campesinos que decidieron armarse y controlar el acceso a sus comunidades cansados de los robos y los secuestros.
La violencia cambió la vida de los lugareños, reconocen “Arturo” y “Carlos”. Antes cuentan, se podía salir de madrugada para amanecer en el Puerto de Veracruz, hoy no salen ni a comprar leche de noche en el pueblo.
Las historias de violencia han marcado a todos, Arturo recuerda la de Anita, la joven policía que fue decapitada junto a sus otros dos compañeros, los elementos fueron levantados en la carretera Las Choapas-Cuichapa y abandonados en el Ejido 5 de mayo.
Ana no alcanzaba los 35 años, acaba de entrar a la policía municipal, madre soltera de dos pequeños, antes había sido empleada en varios comercios, pero buscaba algo estable, con prestaciones que le dieran seguridad a sus hijos.
Los dos pequeños los cuidaba una vecina de la colonia, su muerte fue una tragedia para todos.
Secuestros y cobro de piso obligaron a población a armarse
En diciembre del 2015, el ganadero dedicado a la producción de hule –quien después se convertiría en regidor-, Timoteo Aguirre, fue secuestrado de su rancho “La Luz”, los captores pidieron por él la cantidad de 20 millones de pesos.
Apenas se supo del secuestro, ganaderos, campesinos y amigos de la región tendieron un cerco, cerraron las entradas y salidas del pueblo, eran entonces los inicios de los que se conocería como “las autodefensas”, que no son más que los propios ganaderos encapuchados y armados defendiendo su territorio.
Camionetas con hombres armados circularon por el pueblo, rastrearon hasta que cercaron a los secuestradores, entonces la policía estatal entró en acción. Dos de los ocho delincuentes acusados de realizar el secuestro fueron detenidos y sentenciados a 60 años de prisión.
El grupo conocido como los tres mil, y liderado por Baldomero X, en compañía de otros ganaderos resultó efectivo. Cansados de las extorsiones y el cobro de piso se organizaron y reforzaron, pusieron antenas para tener radiocomunicación permanente y avisarse en caso de peligro.
Cerraron sus comunidades para controlar el acceso de entrada y salida y vigilar la llegada de desconocidos. La organización dice Carlos, frenó el cobro de piso, y tranquilizó al pueblo, aunque la incidencia delictiva no bajó.
Cuando la emergencia apremia, salen en caravana. Su organización se hizo evidente a los medios de comunicación cuando en marzo del 2017 volvieron a entrar en acción ante el secuestro de Nancy Jaime, esposa de un ganadero de la región.
Armados con rifles de alto poder y AK47, salieron a patrullar las calles y a instalar retenes, su intervención logró la liberación de la mujer.
Ramiro quien atiende un comercio de ropa en pleno centro de Las Choapas, dice que es viejo y no tiene miedo de contar que el surtió a los campesinos y ganaderos con ropa camuflaje y máscaras.
“La vida es tranquila si no te metes con quien no debes, se matan entre ellos”, cuenta, pero reconoce que salir del pueblo a deshora es tan peligroso que el toque de queda es quedarse dentro hasta el día siguiente.
“Carlos” reconoce que el sur es como la tierra sin ley, los policías son “halcones” y Renato Tronco –ex diputado, ex alcalde- y cacique del pueblo, controla más de 100 taxis que le informan de los movimientos: “Los policías ven pero callan, aquí es como si no existiera, no ve los asaltos y secuestros”, nos refuta.
Secuestros no paran
“Ojalá nunca nos hubiera pasado esto”, dice “Arturo” quien repasa el asesinato del líder sindical en una de las calles de Las Choapas.
Pero enumera una ola de violencia que no para por más operativos que se anuncien.
La delincuencia nos quiere desaparecer: Vecino de Agua Dulce
En Agua Dulce Pedro tiene una teoría: La delincuencia quiere desaparecer y asustar al pueblo para que huya, y ellos se queden con el control, porque el municipio tiene una ubicación privilegiada.
Solo así se explican los asesinatos, los secuestros, y las extorsiones que son el día a día, ahí todos tienen una historia que tiene que ver con los malos.
Agua Dulce es sede del activo integral de producción BS4, antes activo integral Presidentes, quien en 2014 producía un promedio diario de 90 mil barriles de crudo y 149 millones de pies cúbicos de gas.
Su actividad es comercial y ganadera, Pedro cuenta que la inseguridad lo obligó a vender su parcela donde todavía se dedicaba a la siembra.
Para llegar ahí tenía que bajar de su vehículo y atravesar tres puertas, así fue como fueron secuestrando y levantando a sus vecinos de las parcelas vecinas.
Para evitarlo decidió vender, pero su sorpresa fue mayor cuando hasta su negocio llegaron a pedirle la cuota por la venta del rancho, 300 mil pesos tuvo que pagar para salvar su vida.
El propio comisario ejidal había pasado el dato a los delincuentes, ahora dice que su relación es más amable, de vez los delincuentes pasan a su negocio por comida y refrescos.
Pero cuenta que apenas hace unas semanas, secuestraron al dueño de la ferretería “Universo”, lo cual dice es raro, porque se sabía que pagaba cuota de diez mil pesos.
En unos minutos, Pedro da una lista de una docena de casos de secuestro y cobro de cuota, pero reconoce que no todo se denuncia.
Flavia Morales/Avc