Una de dos: a Cuitláhuac ya le nació su primer colmillo o ya se supo el contenido el acuerdo que tuvo el gobernador electo de Veracruz con Andrés Manuel López Obrador hace algunos días en la ciudad de México. Ninguno de los dos supuestos son buenas noticias para el gobernador Miguel Ángel Yunes, quien cada día está más arrinconado y con menos poder que nunca.

A diferencia de hacer dos años, cuando los alcaldes encabezados por Miguel Ángel Yunes Márquez se amotinaron y tomaron por asalto el palacio de Gobierno y la Casa Veracruz –con lo que prácticamente concluyeron la administración anterior e iniciaron la actual-, esta vez se han guardado las formas políticas. Por lo que se sabe, Cuitláhuac ha atendido bien las instrucciones de su mánager.

El esperado encuentro entre el próximo gobernador y el actual no se ha dado simplemente porque Cuitláhuac no quiere ver a Yunes –aunque el mandatario estatal tampoco está muy entusiasmado en hacerlo-; al menos esa parece ser la estrategia del Tlatoani morenista.

Mientras que Peña Nieto y López Obrador ya se reunieron y se obsequiaron reconocimiento y respeto, en Veracruz eso no sucederá. Según el diario Reforma, Cuitláhuac García habría puesto cuatro condiciones –ninguna de ellas negociable- para reunirse con Yunes Linares y acordar la transición de gobierno.

Estas son: la renuncia inmediata del actual titular de la Fiscalía General del Estado, Jorge Winckler Ortiz;  dejar el nombramiento del Fiscal Anticorrupción y de los doce  Magistrados del Poder Judicial al próximo Congreso local, donde Morena tendrá la mayoría absoluta; que no se repartan patentes de notarías a los amigos y otros y no se contrate más deuda pública, en los próximos meses; y la última, que el ORFIS sancione a funcionarios de la actual administración en la cuenta pública 2017 a punto de darse a conocer.

Aunque algunas de estas condiciones podrían cumplirse de manera natural –por ejemplo, el nombramiento del Fiscal ya es un intento fracasado-, el carácter de Miguel Ángel Yunes hace pensar que será más fácil ver levantar el vuelo a la portentosa águila del paseo de Los Lagos, antes que someterse a la pretensión de su principal adversario político.

Por lo que han declarado ambos gobernadores –el electo y en funciones- se infiere que estas condiciones ya fueron presentadas y no aceptadas, de tal forma que prolongarán su encuentro hasta el mes de noviembre, cuando la ley establece que debe iniciar el proceso de entrega-recepción del gobierno saliente.

¿Tiene razón Cuitláhuac en plantear estas demandas? Pues a la luz de la historia reciente sí. Siendo gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares exigió al gobernador Duarte y a los diputados locales prácticamente lo mismo; es más, en reiteradas ocasiones pidió asistir al Congreso para hacer un pronunciamiento público, algo que Cuitláhuac ni siquiera ha imaginado.

Por supuesto que las cuatro condiciones son posicionamientos políticos estratégicos. Algunos de ellos ni siquiera están en el ámbito de competencia del Gobernador –aunque son de su absoluta voluntad y responsabilidad política-, lo que justifica sobradamente que las rechace. No se trata de pactar, se trata de poner en evidencia el poder y los excesos que se pudieran haber cometido durante esta administración.

Primero, el nombramiento del titular de la Fiscalía General del Estado, Jorge Winckler Ortiz, corresponde al Congreso. Fue realizado por un periodo de nueve años y por tanto no habría las condiciones legales –las políticas sobran-, para removerlo del cargo. No obstante, ese era el mismo escenario que tenía entonces Luis Ángel Bravo y hoy se encuentra recluido en Pacho Viejo. Ambos fiscales podrían no sólo compartir el cargo, sino también la suerte.

Remover a Jorge Winckler del cargo no sólo sería una muestra de debilidad, sino prácticamente una humillación pública.

La segunda petición –cancelar el nombramiento del Fiscal Anticorrupción y de los doce Magistrados del Poder Judicial-, se cumplió sola. El PAN y sus aliados no tienen los votos suficientes para sacar adelante la designación; hace un par de años, Javier Duarte sí contaba con los votos necesarios y ni así logró imponer a su Fiscal carnal, como tampoco podrá hacerlo el actual mandatario.

Que no se repartan patentes de notarías a los amigos y otros y no se contrate más deuda pública en los próximos meses, es una exigencia que se da a la luz del fin de cada sexenio (bienio en este caso). Fidel Herrera y Javier Duarte inundaron de notarías el estado, algunas de las cuales ya fueron canceladas; el tema de las notarías no sería tan grave como la eventual contratación de deuda pública ante los problemas que padece el gobierno. La reestructuración sólo fue un espejismo.

Por último, que el ORFIS sancione a funcionarios de la actual administración en la cuenta pública 2017 no corresponde al gobernador, sino al titular del organismo, quien lo hará gustoso si recibe la confianza y el respaldo del próximo gobernador. El Auditor General, Lorenzo Antonio Portilla, ya sobrevivió a una alternancia con un hueso tan duro de roer como es Miguel Ángel Yunes. Con el poder de la información, ya conoce el caminito.

En estas condiciones, la transición de gobierno se espera agitada. Los demonios de la administración pública volverán a recorrer Veracruz y nos habremos de enterar de nuevas trapacerías. La historia personal de López Obrador y Yunes Linares aún no concluye.

Las del estribo…

  1. El despliegue de 10 patrullas y hasta 50 elementos policiacos para revisar el antro “Hunter” no es considerado un tema de seguridad; el hecho de que hayan sembrado droga –los videos lo confirman- tampoco. Las muestras de desesperación y enojo no ayudan al Gobernador ni a los veracruzanos en este momento.
  2. El ex gobernador Flavino Ríos ya ganó un amparo a la FGE que le garantiza libertad. Lo mismo podría empezar a ocurrir con otros imputados; hasta ahora seguimos teniendo muchas investigaciones pero ninguna sentencia. ¿Habremos visto sólo un espectáculo mediático y la purificación de quienes saquearon al estado?