Investigadores del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV) desarrollan un estudio genético para tratar de identificar las dos subespecies del mono araña (Ateles geoffroyi vellerosus y yucatanensis) que habitan desde el sur de Tamaulipas hasta la península de Yucatán.

María de Jesús Rovirosa Hernández, investigadora de tiempo completo de esta entidad académica, dio a conocer que en dicho estudio iniciado hace tres años colaboran investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y del Laboratorio de Docencia, Investigación y de Servicios (Ladiser) de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) de la UV, región Orizaba-Córdoba.

Subrayó que la importancia de la identificación genética de estas dos subespecies de mono araña radica en saber a qué área geográfica pertenecen, en el caso de aquellos que son liberados luego de haber sido rescatados por diversas amenazas y resguardados en recintos.

Dicho estudio ha consistido en el levantamiento de muestras fecales y extracción de ácido desoxirribonucleico (ADN), con el propósito de analizar cuáles son las diferencias entre un animal y otro, dependiendo de las características de su pelaje, tamaño y del sitio donde son localizados.

“Lo que se intenta es que no haya una cruza entre una raza y otra, lo cual ocasionaría el nacimiento de individuos híbridos”, asentó la Doctora en Biología de la Reproducción.

Dio a conocer que el Ateles geoffroyi vellerosus se localiza desde el sur de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco; mientras que el mono araña peninsular o yucatanensis, a partir del río Puxcatán, ubicado en este último estado y hasta la península de Yucatán.

“Los muestreos de mono araña los hemos realizado desde las selvas de San Andrés Tuxtla hasta la península de Yucatán; buscamos grupos y nos guiamos por personas que los han observado para tomar las muestras cuando empiezan a defecar.”

La especialista del Laboratorio de Biología del Comportamiento, quien además trabaja sobre la línea de investigación “Bienestar animal y hormonas”, señaló que la literatura cita que las subespecies de este individuo se caracterizan por su color de pelo, pero dicha información ya es obsoleta.

Añadió que el estudio de genética espera concluirse este año; sin embargo, ha sido un proceso difícil al momento de estandarizar el método para la extracción del ADN.

Cabe mencionar que en esta labor colaboran Ángel Ramos Ligonio, del Ladiser; Francisco García Orduña, del Instituto de Neuroetología, y Jessica Lynch Alfaro, del Departamento de Antropología de la UCLA.

Por otra parte, dio a conocer que dichas especies se encuentran enlistadas en la NOM-059 de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en la categoría “Peligro de extinción”; así como en el Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).

Estos animales son cazados constantemente y extraídos de su hábitat para ser vendidos como mascotas. Para concretar su cometido, los cazadores sacrifican a la madre y a individuos adultos del grupo con el fin de obtener una cría.

Aunado a esto, el hombre invade sus hábitats, tanto para asentamientos humanos como para terrenos de ganadería y cultivos, lo cual fragmenta sus grupos. Afortunadamente los monos araña y los aulladores pueden adaptarse a diversos entornos y fragmentos de selva muy pequeños.

También mencionó que en la Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) “Doña Hilda Ávila de O’Farrill”, conocida anteriormente como el predio de Pipiapan, la UV a través del Instituto de Neuroetología resguarda alrededor de 22 monos araña con los que se estudia la biología y evolución de la especie, así como cuestiones de comportamiento.

Asimismo, dijo que la enfermedad de Chagas es uno de los problemas de salud que enfrentan los monos aulladores, ya que son reservorios del padecimiento debido a que los insectos transmisores viven en áreas selváticas.

Claudia Peralta Vázquez/Prensa UV