En esta parte final de la conversación, Arantxa Peláez Cházaro habla sobre su relación con el verso y sobre sus dos proyectos actuales, La Calandria y Leonas y Vozarronas.

Golpe a golpe, verso a verso

Mi abuelo siempre se sentaba en su mecedora y nos decía a ver, escuchen lo que acabo de escribir. Nos sentábamos en la sala, lo escuchábamos y cuando terminaba nos pedía nuestra opinión. Algunas veces yo me quedaba con él y le decía que me enseñara, en una libretita me ponía A-B-B-A-A-C-C-D-D-C y me explicaba el octosílabo y me decía ¿qué quieres decir? Una vez le hice una décima mi abuela, lo recuerdo muy bien porque le hablé por teléfono a mi abuelo y le dije te la quiero leer, a ver qué piensas. Se la leí y me dijo está muy bonita, nada más que tal y tal renglón están chuecos, cámbialos. Mi mamá hace unas décimas súper chidas, nada más que le da pena decirlas, pero desde que estaba muy chiquita, entre ella y mi abuelo me fueron enseñando.
El taller que di en Tlacotalpan a los niños de Barrio abajo no era de décima, era de versada para el fandango. Otra vez di un taller en Santiago [Tuxtla] que era para las pascuas navideñas.
A pesar de que mis papás siempre están con la expectativa de que haga décima o que diga las décimas de mi abuelo, no sé si es temporal pero desde hace algunos años me nace mucho más hacer versos para cantar en el fandango, sí hago décima pero ahora tengo muchas más cuartetas, quintillas y sextetas, eso es lo que más me gusta.

La Calandria

He tocado mucho en el «hueso», en cumpleaños, bautizos, comidas, etc., en esas tocadas se hacen combinaciones interesantes que luego no vuelven hacerse más. También estuve en algunos grupos que no se dieron por distintas razones, y en esas idas y vueltas de huesos y de intentos de grupo, coincidí muchas veces con Raymundo Pavón, a quien conocí en la primaria y después nos reencontramos en la secundaria, fuimos a las mismas escuelas pero él es dos años menor, entonces nunca fuimos realmente amigos, más bien nos hicimos amigos cercanos tocando son jarocho en el hueso y en los fandangos. Conocí a Alejandra Paniagua en la Xalitic y desde entonces somos muy amigas, pero a diferencia de la amistad con Ray, nunca habíamos tocado juntas.
Un 26 de junio, estábamos tomando mezcal en mi casa Ale, Ray y yo y justo estábamos hablando de estos grupos que habíamos tenido todos en algún momento, no solo de son jarocho. En ese momento estábamos llevándonos mucho los tres y había mucha química y dijimos estaría súper chido hacer un grupo con arpa porque no es tan común, el arpa se toca más en otro ámbito del son jarocho. Están Adriana [Cao Romero], Viche [Octavio] Vega y hay referencias impresionantes como Mario Barradas y Andrés Alfonso, gente que tocó arpa hace algunos años, pero estaría muy bien una propuesta nueva. Los tres queremos tocar, vamos a tocar juntos.
Empezamos y la verdad es que desde el primer ensayo, esa química de amistad que había entre nosotros, también se reflejó en la música, coincidimos en muchas ideas, Ray proponía muchas cosas, Ale y yo también; poco a poco fuimos tejiendo el nido de La Calandria y ya van a ser dos años que estamos tocando.
El grupo ha hecho que seamos como hermanos, hay una conexión muy fuerte entre los tres y por esta cuestión tan fraternal, se volvió todo muy íntimo pero también muy intenso (risas), todos los matices que se te puedan venir a la mente cuando piensas en una relación de hermanos, así mero es. Hay ensayos que nos pasamos horas y horas y horas tocando hasta que el arreglo sale como queremos o probando muchas cosas, y también hay ensayos en los que no sale nada (risas).
En estos dos años hemos vivido cosas súper bonitas que realmente no nos imaginábamos, no pretendíamos nada más que juntarnos a tocar y divertirnos y presentarnos en algún momento, pero cuando acabábamos de juntarnos, alguien de Puebla le escribió a Ale en su fanpage de cantautora y le dijo que necesitaba un trío de son jarocho, así puso, un trío, fue muy loco que de repente se diera esa tocada. Fuimos y nos fue terrible porque era como una de esas presentaciones de Estampas de México y fue muy extraño, no entendíamos muy bien en dónde cabíamos ahí, y el tipo se portó terrible.
Esa experiencia nos ayudó mucho porque dijimos nunca nos vuelven a ver la cara de ninguna forma, entonces organizamos todo, hicimos cotizaciones por tiempo, definimos bien el repertorio y dijimos si no es con nuestras condiciones, no aceptamos.
Tuvimos muchas tocadas en varios lugares de Xalapa y después fuimos a Oaxaca, ahí tocamos en El Venadito, en la Biblioteca Andrés Henestrosa y en La Jícara, estuvo muy bonito.
En julio del año pasado, me fui de intercambio de movilidad a Bogotá, cuando me iba todos dijimos estaría súper chido tocar allá. Daniel de Mendoza es un contrabajista que conocí aquí porque estuvo de intercambio en JazzUV, allá nos volvimos a ver y la verdad es que me ayudó muchísimo a encontrar lugares, a conectarme con gente, porque yo conocía muy poca gente allá y no sabía cómo se mueven las cosas.
Gracias a su ayuda, se fueron en octubre e hicimos siete fechas en Bogotá, estuvieron allá dos semanas y también estuvo muy bien, conocimos gente súper bonita, súper linda y a la gente le gustó el son jarocho.
Disfruto mucho tocar con Ray y Ale porque es muy divertido, porque los admiro como músicos y porque realmente siento que sí tenemos una idea en común del sonido que queremos generar como grupo, nuestros gustos musicales son parecidos y eso se refleja en nuestra chamba.

Leoneras y vozarronas

Terminé mi taller de son jarocho de la Xalitic con jarana, cuando salí, de regalo de navidad, mi papá me dio una leona de don Isidro Nieves, pero estaba súper grande para mí, entonces se la vendí a un amigo y le encargué una a Tacho [Utrera]. Me la hizo, me enseñó durante un año, más o menos, después fui a Luna Negra, el seminario de los Cojolites, y tomé el taller de leona con Joel Cruz Castellanos. Me enamoré del instrumento y a partir de ahí empecé a tocarlo más y más en los fandangos.
Laura, desde hace un tiempo, quería hacer algo con mujeres leoneras, nos invitó a Verónica Roa, Anna Arisméndez y a mí a formar un cuarteto que se llama Leoneras y Vozarronas. Empezamos a ensayar en enero y contamos con la ayuda de Natse Rojas, que es la productora. A la leona en las comunidades se le conoce más como guitarra grande, bocona, vozorrona y otros nombres con sonoridades que a mí me parecen muy fuertes y bonitas. Por eso el ensamble se llama Leoneras y Vozarronas.
Lo interesante del ensamble es que confluyen cuatro formas muy distintas de tocar el instrumento y que la vozarrona, que es tan grave, multiplicada por cuatro no es tan fácil. Al principio se nos antojaba hacer el proyecto con todas las mujeres leoneras que pudiéramos encontrar sobre la faz de la tierra, pero nos dimos cuenta de que ya de por sí, tocar cuatro no era nada fácil. Ha sido muy enriquecedor, eso sí, pero musicalmente no ha sido tan fácil, es toda una exploración.
Todas andamos de arriba para abajo y vivimos en lugares distintos, nos vemos cada mes o cada vez que lo logramos. Para mí es una fortuna tocar con tres mujeres que admiro tanto. Vero es, me atrevo a decir, la única mujer de Jáltipan que no es zapateadora y que se dedica profesionalmente a ser músico de son jarocho. Anna es de Texas y ha sabido involucrarse también profesionalmente en esta música. Las dos han tenido que ganarse su lugar en distintos contextos luchando contra diferentes prejuicios, aparte de que, la verdad, no siempre es fácil siendo mujer. Las admiro y me encanta la energía que ponen ambas en la voz y en la guitarra grande, me gusta mucho cómo canta y toca cada una. Laura lleva la dirección musical y, aparte de tener un estilo tan propio y una destreza tan desarrollada, nos guía con mucha sensibilidad, nos conoce bien a las tres y sabe qué pedirnos a cada una. Después, la idea de Laura es que aparte de este ensamble hagamos seminarios, encuentros o reuniones con más mujeres leoneras.
Ya nos invitaron a tocar dos sones en un recital de guitarra de son que organiza en la Ciudad de México un chavo que se llama Joan Cruz, y tocamos en la Fonoteca Nacional y en la Facultad de Música de la UNAM. Vero y yo vamos a tocar dos sones como invitadas en la presentación que van a hacer Laura y la bailarina chicana Vanessa Sánchez. Es el sábado 14 de julio, a las 8:30 de la noche, en La Culpa.
Queremos estrenarnos bien, bien con el ensamble en febrero en Tlacotalpan, en las fiestas de La Candelaria. Por lo pronto, el 29 de julio vamos a dar un pequeño concierto a trío Laura, Vero y yo -Anna no podrá a estar- en el San Juditas Playhouse, la casa de ensayos y todología de «los Mantos» [Los músicos de La Manta].

Soneros somos…

¿Qué sigue?, pues seguir tocando, seguir explorando, practicando, aprendiendo más, haciendo versos, conociendo otras músicas. Ahorita, como te comentaba, estoy haciendo mi tesis, el viernes 13, a las 6:00 de la tarde, en La casa de nadie  voy a presentar la página -que es parte de ella- Talleres de Son Jarocho para que se registren talleristas de todo el mundo y también para que los que tienen talleres permanentes los registren, igual hay una sección de noticias para los talleres itinerantes. Pero, bueno, la tesis abarca más, ya les iré actualizando, se trata de analizar a fondo cómo enseñamos y cómo aprendemos el son jarocho actualmente. También quiero estudiar diseño de algo (risas), tal vez el culpable de eso sea Manuel López, quien siempre me motivó a estudiar también algo de diseño, porque, la verdad, también me gusta mucho. En fin, arrieros somos y en el camino andamos.

 

PRIMERA PARTE: Mi prenda amada
SEGUNDA PARTE: La ruta del son

 

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