El voto de castigo, que en los comicios de este domingo favoreció a MORENA en la elección de Presidente de la República y gobernador de Veracruz, fue un claro mensaje del electorado de que están hartos de políticos y gobernantes corruptos, inútiles y simuladores.

El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y su hijo perdieron porque ni uno ni el otro quisieron aceptar las señales inequívocas de una ciudadanía lastimada por las anteriores administraciones priistas pero también decepcionada por el engaño de un gobierno de alternancia que en 2016 le había ofrecido un “cambio” radical y que hasta la fecha no ha cumplido cabalmente con las expectativas que generó: la inseguridad se disparó; los empleos disminuyeron; no se ha recuperado ni la décima parte de lo que saqueó la banda del ex gobernador Javier Duarte, cuyos ex colaboradores cómplices terminaron aliándose con el yunismo azul; la deuda pública aumentó, y los desvíos millonarios del erario estatal continuaron para financiar campañas electorales, como la de su primogénito, aunque este lunes el mandatario veracruzano negó cínicamente a través de un video haberse entrometido en el proceso electoral como solían hacerlo, dijo, sus antecesores del PRI.

¿Cómo suponía Yunes que, con estos decepcionantes resultados, el electorado veracruzano le iba a extender otro cheque en blanco para instalar una monarquía que de menos pretendía reinar en la entidad hasta el año 2030?

Los votantes no eligieron al candidato con mayor experiencia, trayectoria y oficio político, pero tampoco accedieron al capricho nepotista del gobernador.

Hasta ahora se desconoce con quiénes gobernará Cuitláhuac García los próximos seis años a Veracruz, lo que no es un asunto menor dada la complicada situación en que le entregará Yunes Linares la administración. Pero afortunadamente para el morenista, se supone que contará con el apoyo político y financiero del próximo Presidente de la República que es de su mismo partido. Además de que tendrá el respaldo del Congreso local debido al número mayoritario de diputaciones que conformarán la próxima bancada de MORENA, la que, de entrada, deberá exigirle al gobernador saliente que realmente rinda cuentas y no que siga contando cuentos como hasta ahora ha hecho con la dócil Legislatura que actualmente dominan y controlan sus diputados cómplices y corruptos del PAN-PRD, a los que ha dejado hacer pingües negocios en los que ha sido implicada hasta la mamá del dirigente estatal del partido blanquiazul, Pepe Mancha Alarcón.

Y es que muy aparte de que Yunes está obligado constitucionalmente a informar cada año al Poder Legislativo acerca del estado que guarda su administración, hay otro asunto que él ha manejado de manera discrecional, al que parcialmente le ha ido dando resonancia mediática pero sólo para sacarle raja electoral: el del llamado “vómito negro”, esto es, los recursos y propiedades que han entregado algunos ex funcionarios duartistas  a cambio de no ser encarcelados o de que les reduzcan las penalidades en los juicios que actualmente enfrentan.

Porque corren versiones de que varios habrían entregado cantidades millonarias para la campaña del hijo del gobernador y, otros,  mansiones que no habrían sido incorporados al patrimonio del estado. Entre éstas se menciona una –¡hasta con atracadero!, ubicada en un fraccionamiento ribereño del municipio de Alvarado–, que presuntamente pertenecía al ex secretario de Seguridad Pública del estado, Arturo Bermúdez Zurita, y otra situada en el Club de Golf de Xalapa, que eventualmente habitaba el ex secretario de Educación de Veracruz, Adolfo Mota Hernández, la cual le habría sido entregada al fiscal Jorge Winckler Ortiz, a quien los diputados locales recién electos de MORENA pretenden iniciarle juicio político por haber vulnerado la autonomía de la Fiscalía General del Estado con su actitud sumisa ante el titular del Poder Ejecutivo.

¿Con el nuevo gobierno de MORENA sabremos realmente la verdad? ¿Yunes Linares esperará hasta el final o solicitará licencia antes de entregarle el poder a Cuitláhuac, como Javier Duarte lo hizo en octubre de 2016?

La peor debacle priista

Al asumir la responsabilidad de los resultados adversos de la jornada electoral del domingo pasado, el ex candidato priista a la gubernatura, Pepe Yunes Zorrilla, declaró este lunes que su partido, el PRI, debe replantear agenda, método y modelo para seguir siendo una opción y una alternativa frente a la sociedad veracruzana.

En tono autocrítico, el senador con licencia reconoció que “son resultados devastadores para el Partido Revolucionario Institucional. Nunca antes habíamos tenido una elección tan adversa y esto obliga a que el partido replantee agenda, método y modelo para seguir siendo una opción y una alternativa frente a la sociedad veracruzana”, apuntó.

Y es cierto. En la debacle electoral de 2006, en la que Yunes Zorrilla perdió su primera elección para el Senado de la República y Roberto Madrazo la presidencial, el PRI también fue relegado hasta el tercer lugar de la votación, pero al menos en Veracruz el partido tricolor ganó en esa ocasión 6 de las 21 diputaciones federales de mayoría relativa. Ahora no triunfó en uno solo de los distritos electorales del estado, ni locales ni federales.

“En este sentido, lo que tengamos que aportar y, en primera persona, lo que tenga que aportar para que el Partido Revolucionario Institucional tenga claridad en su oferta, cercanía frente a la gente y siga siendo la opción de desarrollo que demanda Veracruz, lo estaré haciendo sin titubeos y sin escatimar absolutamente ninguna acción”, manifestó Pepe Yunes, quien agradeció a quienes lo acompañaron durante la campaña.

Por otra parte, a diferencia del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien en un video que grabó y difundió por la redes sociales este lunes sobre el proceso electoral se resistió a reconocer todavía los resultados de las encuestas oficiales de salida del INE-OPLE que desde la noche anterior dieron como virtual ganador de la elección a Cuitláhuac García Jiménez, de MORENA, Yunes Zorrilla confirmó que la tendencia no favorecía a su candidatura sino a la del abanderado de la coalición “Juntos haremos historia”.

“Son datos públicos que nosotros aceptamos como válidos”, admitió el ex candidato de la alianza PRI-PVEM, quien se pronunció también porque Veracruz emprenda lo más pronto posible un proceso de reconciliación, pues expuso que si no hay unidad entre todos los veracruzanos difícilmente se podrán resolver los problemas de seguridad, de desigualdad y económicos, que deben trascender el tema electoral y comprenderse como de la mayor importancia en la agenda pública del estado.