Igual que en la anterior elección para gobernador, los veracruzanos se volcaron a las urnas electorales este domingo para reprobar la actuación del gobernador en turno, en este caso Miguel Ángel Yunes Linares, y la malograda intentona de imponer a su hijo como sucesor. Era necesario que el triunfo del candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, fuera aplastante para evitar el albazo o que trataran de reventar la elección. El pueblo sabio y dolido votó y decidió: no más yunismo en Veracruz, basta de tratarnos como un pueblo torpe al que se le pueden hacer promesas y promesas sin que estas se cumplan y que todo siga igual o peor. Los veracruzanos nos sumamos a los afanes democratizadores de los mexicanos que confían en la esperanza de un verdadero cambio porque ya estamos cansados de tantos abusos, tanta violencia, tantos agravios, tanta arrogancia de parte de quienes están en los altos cargos del gobierno. Le dijimos ¡NO! a la imposición de una monarquía, no al nepotismo, no más corruptos en el gobierno, vamos por un cambio para reconstruir el estado confiando en que el mal hay que desterrarlo de raíz. Los cinco o seis puntos de ventaja que le sacó Cuitláhuac García Jiménez a Miguel Ángel Yunes Márquez, de acuerdo al OPLE, deben ser la cuarta parte de lo que en realidad obtuvo el candidato de Morena, lo demás debe estar en los basureros, porque el operativo para inducir el fraude se puso en marcha, solo que no les alcanzó para culminarlo, la voluntad popular fue muy superior y contra ello nada qué hacer. Así como Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa pasaron al basurero de la historia, a Miguel Ángel Yunes Linares le toca acompañarlos. Llegamos al fin de un proyecto perverso, a un minigobierno de pesadilla, listos para convivir con otro tipo de autoridades en las que debemos confiar y así caminar juntos en busca de un Veracruz mejor.