En los últimos años, una emergente clase política cobijada por Andrés Manuel López Obrador, Morena y sus aliados, ha utilizado un discurso maniqueo y falaz para capitalizar el justificado enojo de la sociedad mexicana ante los casos de corrupción, pero al mismo tiempo, para esconder sus propias trapacerías.

En el fondo, lo que López Obrador y sus hordas pretenden es sustituir a la mafia del poder –como él llama a los grupos políticos y económicos tradicionales afines al PRI, al PAN o al PRD y cualquiera de sus adversarios-, por una nueva mafia del poder: la suya.

Este jueves detonó un nuevo escándalo de Layda Sansores, senadora con licencia del PT y candidata a la alcaldía de Álvaro Obregón en la Ciudad de México, y una de las incondicionales de Andrés Manuel López Obrador, cuyo mayor mérito ha sido a descalificar a cualquier enemigo del tabasqueño –empezando por el gobierno en turno, por supuesto-, pero que le ha valido toda clase de privilegios en su saltimbanqui por las cámaras legislativas.

El programa En Punto, de Noticieros Televisa, difundió información –soportada por documentos oficiales proporcionados por el propio Senado de la República- que confirman que Sansores facturó cargos por 700 mil pesos que no están relacionados con su labor legislativa. La senadora respondió de manera cínica y mentirosa que esos recursos se utilizaron para la cena de fin de año para trabajadores del Senado, “quienes reciben un ingreso quincenal de 1 mil 750 pesos, y no tienen prestaciones laborales”.

Layda Sansores, dijo también que los gastos personales facturados al Senado en 2016 y 2017 no fueron para ella, sino para los trabajadores así como colaboradores de su equipo.

Sin embargo, jamás explica por ejemplo, la razón por la que mandó a hacer un vestido de diseñador y una mascada de seda con la cara de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, así como un saco y un rebozo. Por las cuatro prendas se pagaron 22 mil 185 pesos del dinero del Senado de la República.

Este acto no sólo muestra con absoluto cinismo la naturaleza hipócrita y perversa de los morenistas, sino que confirma que el círculo cercano a López Obrador no tiene ningún código de ética política ni respeto por quienes dicen representar. El fin justifica los medios.

Tampoco explica las decenas de facturas contenidas en cajas –y presentadas en vivo durante la transmisión del noticiero de este jueves-, expedidas por la compra de la despensa de su caja, de tintes para el cabello, joyería y hasta muñecas para una de sus nietas. Echar la culpa a sus empleados raya en la locura.

En su atribulada defensa nunca pudo justificar el destino del dinero, como si se demostró a dónde fueron a parar cientos de miles de pesos que gastó de manera discrecional, cuando estaban destinados al apoyo de actividades legislativas. Para Layda Sansores, la política es un gran negocio que le permite, entre otras cosas, comer bacalao y jamón serrano con inusual frecuencia.

La investigación de En Punto, programa conducido por la periodista Denise Maerker, detalló que entre los gastos realizados por Sansores hay tintes para el cabello, desodorantes, pasta de dientes, ropa, almohadas, sábanas, un refrigerador, una estufa, una licuadora, las compras del supermercado y hasta una muñeca de más de cuatro mil pesos. También facturó compras en diversas tiendas departamentales en la Ciudad de México y Campeche; en maquillaje, joyería, ropa, bolsas y juguetes para sus nietos gastó 56 mil 274 pesos.

Luego de que la senadora acusara difamación del programa y una manipulación de los datos, subió a su cuenta de Twitter videos de los trabajadores de limpieza, quienes defienden a Sansores y aseguran haber recibido beneficios que van desde sobres con dinero, hasta refrigeradores y aparatos electrodomésticos. Pero de las compras exhibidas en cadena nacional, nada respondió.

Por supuesto que habrá peores casos de corrupción en el país. Pero en teoría, la honestidad valiente de López Obrador ha sido una oferta que implica que estos abusos del poder público no se repetirían. Eso es falso; sucede todos los días frente a sus narices y bajo su protección.

Los mexicanos estamos ante un gran riesgo: empoderar a una verdadera mafia del poder más corrupta, más arrogante, más cómplice, con un grado de intolerancia absoluto. No sólo no explicaron los hechos, sino que acusaron que se trataba de una infamia, cuando la información fue soportada en documentos oficiales.

Layda Sansores es el vivo ejemplo de lo que podría suceder al país. Que después nadie se diga engañado.

Las del estribo…

  1. Ayer referíamos el mensaje de Enrique Krauze, en el que llamaba a los mexicanos a ejercer un voto diferenciado que garantice la división de poderes y fortalezca un sistema de contrapesos lo mismo al Congreso que al Poder Ejecutivo. La respuesta rabiosa no se hizo esperar: AMLO se puso el saco y lo tildó de conservador. México corre el riesgo de empoderar un mesianismo corrupto y autoritario: los ejemplos sobran.
  2. Este domingo será de fiesta. Día del Padre y debut de la selección nacional en el mundial de futbol. Por supuesto que nuestra triste realidad no va a cambiar sólo por ello, pero sin duda será un momento de sosiego en medio de la tormenta cotidiana. Necesitamos un poco de alegría. La merecemos.