Son de historias-8

Luciano, hombre exitoso en la producción mueblera fue haciendo dinero y destacó en su pueblo. De mediana edad, Interesado por las costumbres quiso tener un rancho, un deseo que había tenido desde la juventud, comprando cerca en la comunidad de Buenos Aires una buena cantidad de hectáreas, ahí mandó construir estructuras para una granja avícola, hombres y mujeres del pueblo alababan y alagaban el desarrollo ascendente económico de Luciano, gerentes de bancos, empresarios, destacados profesionales se cobijaban con él, las damas de la región sonreían ante las acertadas acciones que realizaba, así mismo adquirió un ato ganadero, que le distinguió entre los demás productores por su calidad. Cada domingo, Luciano ofrecía una comida a base de carnitas, chicharrones, con diversos aderezos, acompañados de frías cervezas que se colocaban en dos redondeles de un tambo partido a la mitad. Entre los comensales, llegaban algunos con botellas de licor; Presidente y Don Pedro, que hacían las delicias de los asistentes, los que adulaban las instalaciones avícolas y el ganado de registro adquirido. Un semental cruzado de cebú con suizo era de los más destacados y una que otra vaca lechera que el propietario presumía que cada una, daban en promedio, de veinte a veinticinco litros diarios, pero después de ser preñadas y al concluir el parto producían hasta cuarenta litros diarios, lo que Luciano mandaba a expender al pueblo.

Sucedió que un día Luciano consideró la conveniencia de dejar a un hijo que había procreado con otra mujer, las riendas y administración del rancho y fábrica mueblera. Era  el mayor de seis hijos que con doña Hilaria había tenido, pero el azar y ya con dinero Luciano encontró otro amor. Quizá ante los recuerdos, se abandonó en la nostalgia y en un momento de debilidad cede a Gregorio el hijo primogénito ese control administrativo.  El heredero, quien había crecido con carencias económicas y no habiéndose dado la oportunidad de estudio alguno, y como es natural en estos casos, se perdió en las etéreas presunciones materialistas, y muy pronto su proceder era de arrogancia y soberbia, lo cual, le hacía más grotesco, porque aunado a su demeritada condición física, se presumía de lo que él no había construido, y ante esa vacuidad, reflejaba su persona toda falsedad. Era su gusto trasladarse en una camioneta de batea de tonelada y media, extendiendo el brazo izquierdo por la ventanilla del conductor  cruzando en actitud soberbia y déspota la distancia entre el poblado y el rancho.

De cuando en cuando Luciano, el padre, ya con mayor edad visitaba las instalaciones de la granja y veía a lo lejos las vacas y los toretes. Unas jóvenes que realizaban tareas propias del rancho, se acercaban sonrientes a atenderle, la más pequeña, pero la más atrevida, con mirada coqueta y suspicaz provocaba los ánimos de don Luciano, como ella le decía.  Poco a poco tuvieron encuentros amorosos, ella con lo que creía hombre adinerado y él con una mozuela que daba nuevos bríos a su impetuosa sexualidad.

Gregorio, al pasar poco tiempo, fue complicando las necesidades económicas de la granja y la fábrica, por lo que sin experiencia alguna, se vio involucrado en un préstamo crediticio con el banco, lo que le llevó a la ruina.

Luciano ya sin dinero y con desavenencias sociales, pero no por eso sin amor, decidió partir con la mozuela a la Ciudad y Puerto de Veracruz, ahí planeaba iniciar un nuevo negocio, el del arte culinario. Para ello, con un poco de dinero con  el que contaba, adquirió cuatro vaporeras con capacidad de catorce litros para cocer y trasladar ahí tamales que pondrían a la venta, que la joven mujer sabía preparar de acuerdo a los cánones gastronómicos de Buenos Aires.

Luciano promovió este deseo entre los recién conocidos en el Puerto, pidiendo que le enviaran a algunos jóvenes que pudieran y quisieran salir a vender los tamales, para ello compró dos triciclos, para transportar las vaporeras con los tamales.

Aparecieron por ahí dos mozalbetes, que se ofrecieron realizar el trabajo de vendedores ambulantes. La joven mujer y Luciano pusieron manos a la obra, teniendo la primera producción de tamales, se preparó la salida de los dos triciclos para promover la venta. Una tarde noche de intenso bochorno, con bullicio porteño en las calles, congregados los vecinos de Luciano, tomando de la mano a la joven y emocionada cocinera y la algarabía de la concurrencia, se dio la partida de las vaporeras, perfectamente colocadas en los triciclos. Los jóvenes iniciaron el trayecto, volteando discretamente a ver a los ahí congregados, quienes les hacían señales de triunfo, en tanto ellos pedaleaban con fuerza los vehículos. Al irse alejando, imprimían mayor velocidad y los comentarios de éxito fueron diversos. La inversión hecha en ello, rendiría buenos frutos, era casi todo el capital con el que contaban para lograr conquistar el mercado de la venta ambulante de antojitos, y, ya hacían cuentas de los beneficios. Así transcurrió parte de esa tarde, hasta adentrarse más la noche, uno que otro vecino acudía a informarse con Luciano y su joven mujer, si ya se tenían noticias de los alcances comerciales, pero los mozalbetes no regresaban, pasaron las horas y Luciano con cierta sospecha, se empezó a inquietar, la joven conyugué empezó entrar en angustia, una vecina que aun no conciliaba el sueño se acercó al domicilio y preguntó; quiénes eran los jovenzuelos que habían contratado para tan importante empresa, Luciano con la certeza ya de su equivocación, dijo: no lo sé, y la joven guisandera estalló en llanto.

Los jóvenes sollastres, que habían partido con los triciclos y habiendo sido despedidos con tanta fiesta, nunca volvieron con las vaporeras.

Sintácticas

De las reflexiones de Jevs:

El hombre recupera el pasado porque tiene memoria.

La escritura es para leerse en el presente inmediato o en un futuro, el internet a modificado esta acción porque es casi al instante en que el hombre se lee. Y leerse es comunicarse, en este tipo de expresiones se amalgaman: presente-pasado-futuro, y es como el hombre se encuentra a sí mismo en un instante de lo que es su existencia, en una de las tareas más sublimes, el deseo y la necesidad de comunicarse. Y es ahí en donde la libertad de expresión adquiere mayor profundidad humana, el sentido que le da a la vida de libertad. El existencialismo y la existencia se conjugan para ser, porque el principio de la libertad del ser y de ser son fundamentales para su consciencia, porque sin ello el hombre se frustra, por eso crea en el imaginario otros mundos que le hacen vivir y crear sus propias condiciones de liberación que en efecto suelen ser más intensas que la realidad misma.

Giovanni Bottesini: Concierto para Doble Bajo No 2 en  SI Menor.