“Para una mujer, morir en Veracruz es algo común; el acceso a la justicia, un acto excepcional”, publiqué en marzo pasado con motivo de la conmemoración del Día internacional de la Mujer.

Entonces abordé la precaria situación de seguridad que vive la mujer veracruzana, provocada por tres factores fundamentalmente: el creciente número de agresiones que nos coloca como el segundo estado con el mayor registro de feminicidios, la incapacidad institucional para prevenir y proteger – y ante el fatal desenlace-, investigar para castigar a los responsables; y una descomposición social donde la vida de una mujer tiene cada vez menor valor.

Lo resumí así: Las investigaciones de las autoridades siguen tratando de encontrar respuesta a los brutales homicidios en los antecedentes, la personalidad o la vida personal de las víctimas, jamás de sus victimarios. Y esta violencia se reproduce en un incesante bombardeo informativo que busca inducir que el fatal desenlace en la vida de una mujer siempre tiene su origen a que ella misma motivó la conducta de su agresor. Las autoridades y los medios las hallan muertas, nunca asesinadas. Así de absurdo.

Este fin de semana fueron asesinadas al menos cuatro mujeres. Tres de ellas en el municipio de Tlapacoyan –lo que provocó que la tarde de este domingo los pobladores cerraran la carretera de acceso a la ciudad- y una más en el municipio de Calcahualco, una población de la zona montañosa de la región de Huatusco.

Hasta ahora, las autoridades no aportan dato alguno, como sucede con decenas de casos que tienen a Veracruz en el umbral de la tercera alerta de género, lo que sería un hecho inédito en el país. Apenas en abril pasado, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) anunció que debido a la prevalencia y aumento de mujeres desaparecidas en Veracruz solicitará una tercera alerta de género para el estado.

Según el Observatorio, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas refieren que de 2008 a 2017 se ha registrado la desaparición de 3 mil 159 mujeres, de las cuales 899 no han sido localizadas, 2 mil 201 fueron encontradas con vida y 58 muertas.

Durante la presentación del estudio “Implementación del tipo penal de feminicidio en México: Desafíos para acreditar las razones de género 2014-2017”, el OCNF recordó que el estado ya cuenta con dos declaratorias de alertas de violencia de género contra las mujeres. La primera se decretó en noviembre de 2016 por violencia feminicida, y en diciembre de 2017, se declaró la segunda por agravio comparado.

Pero no son sólo cifras; estas se ocupan para desarrollar políticas públicas –hasta ahora ausentes- y para dimensionar el tamaño de la tragedia. No obstante, lo grave se encuentra en la historia personal de cada mujer que pierde la vida y que implica la ruptura de una familia, la orfandad de cientos de niños veracruzanos y una creciente percepción de impunidad que genera más violencia.

Tan sólo en los primeros cuatro meses del año, en Veracruz se registraron casi 70 feminicidios, en los que en al menos 10 casos estarían involucrados policías municipales en la desaparición de mujeres, advirtió el Observatorio. En el estado se ha incrementado este delito en 142 por ciento en los últimos años y que hay casos documentados de desaparición forzada de mujeres.

“Vemos que en los 68 casos las mujeres fueron torturadas, golpeadas, desmembradas; es una manera brutal y hemos visto que el crimen organizado las violan y las que sobreviven no quieren declarar porque temen ser asesinadas”, reseñaron con absoluta crudeza las activistas de este organismo.

¿Es el gobierno el único responsable de estas cifras abominables? En la gran parte que le toca, sí. ¿Acaso puede el Estado y sus autoridades prevenir crímenes que muchas veces se cometen en el círculo íntimo de las víctimas? Ellos dirán que no, sin embargo, no hay acciones que protejan a las mujeres –aun en situaciones de riesgo inminente- ni que desincentive la acción por parte de los agresores.

Hay muchas preguntas que nos debemos hacer. ¿Por qué Veracruz es el segundo lugar nacional en este tipo de delitos? ¿La incompetencia de la autoridad es el verdadero detonador del odio y el instinto de los agresores? ¿La sociedad y los medios contribuimos con una conducta y un lenguaje que haga que los delincuentes lo piensen dos veces? ¿Porqué las muertes de mujeres son cada vez más frecuentes y con mayor violencia? ¿En qué hemos fallado?

Este fin de semana, familias de Tlapacoyan y Calcuahualco se sumaron al luto por las madres, las sus hijas o las hermanas que les arrebataron la vida. Tuvieron que enfrentar la muerte sin encontrar una explicación lógica de su destino. Y enfrente, una autoridad ineficaz e indolente y una sociedad permisiva que se devora a sí misma.

Morir en el golfo dejó de ser una novela para convertirse en una tragedia cotidiana.

Las del estribo…

  1. Por las expresiones de José Antonio Meade este domingo –señalando de Ricardo Anaya de vulgar ladrón-, se espera que el debate de este martes en Mérida saque chispas. Más de la mitad de los mexicanos piensa que las acusaciones son ciertas. Con el panista fuera de la contienda, la estrategia se enfocará a la búsqueda de los indecisos y el voto útil, la mayoría de ellos contrarios a López Obrador.
  2. Conforme a los pronósticos, candidatas y candidatos a diputados locales adelantaron el verano; sacaron su traje de baño y su chaleco salvavidas para surfear la ola de la campaña presidencial y de gobernador. Aunque están en juego cinco elecciones, sólo se reconoce a estos candidatos, el resto ni se ven ni se oyen; saben que su suerte depende de sus hermanos mayores.