«El año 1955 -relata Borges- el gobierno de la revolución libertadora me hizo director de la Biblioteca Nacional. Yo acababa de perder la vista». A partir de esa circunstancia, escribió el Poemas de los dones, cuyos primeros versos son una declaración de optimismo y fortaleza:

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche

Una ironía similar vivió Raquel Berruezo y como Borges, lejos de detenerse en lágrimas y reproches, siguió adelante. En esta parte final de la conversación narra esa experiencia y termina con una serie de reflexiones en torno al oficio que eligió y que ha desarrollado a pesar de los vientos de la tormenta.

Ni lágrima ni reproche

En el último año de la carrera, como cinco o seis meses antes de terminar, tuve un accidente con uno de los tornos, estaba haciendo una herramienta para una flauta, el torno me golpeó la mano y me rompió el radio y el cúbito y me jaló los tendones, obviamente dije ya no voy a poder seguir, aquí ya se acabó mi carrera de músico, se acabó mi carrera de reparación.
Todo iba muy bien y de pronto pasa ese suceso que fue un parteaguas en mi vida, además tenía 22 años. Fue un shock para todo mundo y yo pensaba ¿qué va a pasar ahora? Lo bueno es que iba muy adelantada, ya había terminado todos los instrumentos -porque se van viendo por partes-, solo me faltaban las materias teóricas, teníamos una clase de manejo de negocios y otra de acústica, pero se trataba de escribir ensayos.
El primer día que estaba en el hospital, todavía en shock por lo que había pasado, llegó un amigo a visitarme y me dijo Raquel, ya no vas a poder tocar tu clarinete. En cuanto me dijo eso se me vino el mundo abajo, realmente no lo había pensado y dije ahora sí se acabó. No sabía qué iba a pasar con mi mano, si iba a poder utilizarla. Después me enojé con él porque se me hizo algo muy cruel.
Yo decía ¿cómo voy a cambiar lo que me gusta?, primero tocar, que ha sido mi vida desde que recuerdo, y ahora me encuentro esto que es lo que me apasiona y que puedo hacer; no, no puede ser.
Estuve como semana y media recuperándome en el hospital, estaba enyesada, no podía mover el brazo ni nada y estaba preocupada porque quería regresar a la escuela a terminar. Cuando salí del hospital estaba muy triste pero afortunadamente mi mamá había llegado ese año a Inglaterra y estaba conmigo, si no hubiera sido así, quién sabe qué hubiera pasado porque no podía dormir, me daba miedo hasta cruzar la calle, todo lo que tuviera movimiento me asustaba. Mi mamá me ayudó y también en la escuela tuve apoyo de un tutor que me decía mira, tu vida no se acaba aquí, eres una persona muy joven, puedes hacer mil cosas.
Fui a la escuela y mientras esperaba al maestro para hablar con él, me puse a ver unas revistas de reparación que había ahí, vi una que decía Adaptación de instrumentos en la que había una trompeta que tenía unos pedales y llaves extra para una persona que tenía problemas pulmonares, y un saxofón para tocar con una mano. Cuando la vi dije ya tengo todo el conocimiento de ingeniería, porque la carrera se llama Musical Instrument Technology (Tecnología de los Instrumentos Musicales), nos enseñaban a utilizar todas las herramientas, todas las máquinas para que hiciéramos nuestras propias herramientas, no solamente aprendíamos a reparar, sabíamos perfectamente cómo utilizar esos aparatos, entonces dije ya tengo el conocimiento, es cuestión de que me recupere y puedo hacerlo de alguna manera, lo tengo que hacer.
Entré a ver al maestro y le dije:
-Maestro, ya nada más me faltan cinco meses para terminar la carrera, denme chance de hacer un proyecto final para que pueda salir bien
-Claro que sí, Raquel, porque vemos el esfuerzo que haces y sabemos que esto ha sido fuerte para ti y para todos
No me iban a quitar el yeso hasta el verano, después de que terminaran las clases, pues así, con una mano empecé a diseñar las llaves para tocar mi clarinete como yo sentía que podía hacerlo, no podía mover el dedo índice y el medio pero los otros sí, entonces dije pues voy a hacer un clarinete para tocar con ocho dedos. Hice el proyecto y al final hice las llaves, claro, un maestro me ayudaba a utilizar las máquinas, a pulir y todo eso, y así terminé con mi proyecto, lo toqué y todos se quedaron como ¡wow! Fue un súper o aprendizaje porque dije también de las cosas malas puede uno sacar cosas muy buenas, solo es cuestión de enfocarse y no dejarse caer.
Después de que terminé la escuela, el maestro me pidió que lo ayudara con unas reparaciones con los alumnos, entonces estuve otro año en la escuela y fue muy bonito.
Iba a terapias para que pudiera recuperar mi movilidad y al mismo tiempo trabajaba con los niños y también en la recepción de una trattoria, muy pequeñita, de un sardo y su esposa, que era inglesa, había brasileños, italianos, los chicos que repartían las pizzas eran de la India, de Pakistán, de todos lados, era muy divertido y eso también me ayudó a salir del hoyo.

Vientos murcianos

Llegó el momento en que dije bueno, ya tengo que empezar a hacer lo que estudié, pero todavía no me sentía lista para regresar a México porque, a pesar de que las veces que vine, me encontraba a mi maestro y a mis compañeros y me decían Raquel, ¿cuándo vas a venir?, ¿cuándo vas a abrir el taller?, te necesitamos aquí, por favor regresa pronto.
Mi mamá es de Murcia, España, y cuando estaba en la secundaria nos fuimos a vivir un año allá, entonces decidí ir a probar allá, dije quiero ver si puedo hacer lo de la reparación ahí. Llegué, fui a pedir trabajo a la tienda de música más grande que hay en Murcia y me dijeron:
-Sí, de hecho necesitamos una persona en ventas que nos ayude con todo el tema de maderas y metales
-Pues maravilloso
Empecé a trabajar ahí y estuve tres años en España. En esa tienda aprendí de ventas -porque no tenía ni idea-, yo tenía que decidir qué instrumentos se vendían en la tienda, tenía contacto con muchas marcas muy prestigiosas, tomé cursos con varias marcas de instrumentos -de clarinetes, de flautas- muy buenas, fue gran una oportunidad. El último año me tocó la crisis, me tocó ver cómo explotaba todo y la tienda empezó a tener un bajón porque la gente ya no quería comprar y nos despidieron casi a todos, entonces la opción era poner mi taller por mi lado, pero en Europa no es tan fácil que abras tu changarrito a puerta cerrada, tienes que pagar impuestos, tienes que hacer muchos trámites y yo decía va a ser muy difícil que abra yo mi propio negocio y decidí irme otra vez a Inglaterra.

Baby come back

Estando allá dije bueno, ya que en México me están insistiendo que vaya, puedo ir una temporada, dar un curso y aprovechar para ir abriendo camino allá, aunque yo sabía que en el momento en que regresara iba a tener mucho trabajo porque en ese momento todavía no había nadie que reparara, y con formación profesional, menos.
Idee un curso de mantenimiento y reparaciones de emergencia, lo anuncié, llegué y fue un éxito total. Fue uno o dos fines de semana y estuvo llenísimo, entonces pude hacer un dinerito. Antes de hacer ese curso, quería traer accesorios y cosas para vender aquí, porque es muy cerrado todo el tema de accesorios y cosas para los instrumentos de viento; fui a una tienda enorme de instrumentos y accesorios de viento que estaba cerca de donde yo vivía, compré varias cosas y cuando iba a pagar, el señor que estaba en la caja, por hacerme plática, me dijo:
-¿Y para que llevas todo eso?
-Es que yo reparo y voy a México a dar un curso
-¿Dónde estudiaste?
-En Merton
-¿En serio?, justamente ahorita estamos buscando una persona que esté medio tiempo en ventas, y si reparas, increíble porque además puedes estar en el servicio técnico
-¿De veras?
-Sí, tráeme tu currículum y ven hacer una entrevista.
Era una de las mejores tiendas de instrumentos de Inglaterra, empecé a trabajar ahí a los 15 días y fue increíble la experiencia, fue súper bonita y también aprendí mucho, tanto de ventas como en el servicio técnico, que era lo que más me gustaba. Llegaban músicos de la Filarmónica de Londres, llegaba un montón de gente. A veces entraba alguien y me decían:
-¿No lo conoces?, toca en la orquesta sinfónica de no sé dónde
-¿En serio es él?
-Sí, es él
Iba mucha gente famosa y de renombre. Estuve un tiempo más en Inglaterra, luego se juntaron otras situaciones y dije creo que ahora sí quiero regresar.

Cuento de hadas

En 2013, antes de regresar a México, el maestro Trevor Head, una eminencia en la reparación en Reino Unido y ex maestro de Merton College me hizo una invitación para ir a tomar un curso avanzado de reparación, él abrió su propia escuela en un pueblito llamado Llangunllo, en País de Gales, y ofrece cursos intensivos dos veces por año. Otra de mis pasiones es viajar, así que no lo pensé dos veces.
Tuve que rentar un coche porque no había manera de llegar hasta el lugar donde está su escuela. Ha sido una de las experiencias más increíbles, he viajado bastante, sin embargo nunca he visto paisajes iguales a los que hay en Gales, su colinas llenas de borregos, árboles desbordantes de flores de colores rojizos y hojas de color ocre -además, la época fue justo en la entrada del Otoño-. Iba manejando y no podía dejar de admirar cada metro que iba recorriendo, ¡simplemente hermoso!
Llegué muy noche porque me perdí, ya que todas las señales tenían nombres muy raros, largos y difíciles de leer -en galés, obvio-, me quedé en una casa de huéspedes con una pareja de ingleses lindísimos. Solo recuerdo que dormí profundamente esa noche, no había ruido alguno y cuando desperté en la mañana siguiente y abrí las cortinas, me quedé sin aliento. Me sentí atrapada en un cuento de hadas.
La escuela-casa del maestro era la antigua primaria de Llangullo, la quitaron y Trevor compró la propiedad, una casa bellísima y enorme de estilo victoriano. Pasé una semana allí, no quería irme, fue increíble todo, tanto la enseñanza del maestro Trevor por su experiencia, el lugar, todo. Lo guardo como algo muy, muy especial.

Toco madera

Decidí regresar y desde que llegué ya había gente llamándome: Raquel, ¿me puedes dar un curso?; Raquel, ¿me puedes reparar un instrumento? Yo tenía mi marca porque en la escuela, en la clase de manejo de negocios, tenías que hacer tu marca y todo el proyecto de cómo iba a ser tu negocio. Ya tenía todo, nada más tenía que traducirlo a lo mexicano.
Me instalé en una cabañita que tenemos en el terreno de mi mamá y ahí empezó Toco madera, taller de reparación, mantenimiento y adaptación de instrumentos de viento madera y metal. La gente fue diciendo de boca en boca y desde entonces-hace ya cuatro años que regresé, no he dejado de tener clientes, muchos de ellos compañeros de la escuela. Ahora ya estoy trabajando a escala más grande, ya me mandan instrumentos de todos lados del país, he ido a visitar orquestas a Chiapas, a Oaxaca, a Cancún, a Mérida y he arreglado orquestas completas en Nayarit, Coatzacoalcos, Poza Rica, en muchos lados y he ido creciendo gracias a todo eso.

Luthiers unidos, jamás serán vencidos

Ahorita ya hay un poco más de personas que reparan en México, no todas profesionales pero he hecho mancuerna con esas personas que son profesionales, nos hemos unido y estamos retroalimentándonos entre nosotros y tenemos planes de hacer un festival de luthería y de hacer una pequeña asociación, la unión hace la fuerza.
Al mismo tiempo, me han contactado de otros países, mi contactó un chico brasileño, me dijo oye, tenemos un grupo de luthiers en Brasil, es una asociación muy grande, entré al grupo y como también hablo portugués, siempre hay una retroalimentación bien importante. Otro reparador con bastante renombre, de Valencia, me contactó hace poco, está haciendo unos clarinetes. Lógicamente, en Inglaterra tengo varios compañeros y eso ha sido muy bueno porque siempre ayuda que la misma gente que sabe reparar, te ayude a crecer más.
En estos años que he estado aquí, he hecho otros cursos, fui a hacer un curso en Estados Unidos de un señor que fabrica flautas, se llama David Straubingher, es lo máximo en flautas profesionales. Él inventó unas zapatillas increíbles -las zapatillas son los colchoncitos que tapan las llaves-, pero hay que hacer una certificación para poder comprar sus zapatillas. Tomé un curso con otro maestro de París que hace pícolos y flautas, eso fue en el festival de Guanajuato, en el 2016. En febrero acabo de estar en el Seminario de Luthería en Colombia con 80 luthiers, sobre todo de Latinoamérica.
En julio tengo la certificación de Yamaha. En enero nos dieron una preparación para que sepamos cuál es el protocolo de la reparación de los instrumentos de Yamaha, vinieron reparadores de Japón, ellos tienen sus normas.
Creo que ha sido importante conocer más reparadores en vez cerrarme a decir no, yo ya estoy aquí y nadie me va a quitar el trabajo, no le voy a enseñar a nadie, al contrario, he estado haciendo cursos, he preparado gente que porque sí es muy cerrado ese tema aquí en México. Aparte de todo, soy mujer (risas), el 95 por ciento de los reparadores de México son hombres, conozco, a lo mejor, una o dos chicas que reparan, pero no más.

Preciosura y precisión

Realmente, la reparación de instrumentos es muy mecánica, yo digo que los instrumentos son máquinas preciosas y precisas, son como un reloj, todo tiene que estar en su lugar, alineado y perfecto. Son mecanismos impresionantes que han llevado todo un proceso de desarrollo a lo largo de muchísimos años. Metales y maderas son totalmente distintos, pero me apasionan los dos.

PRIMERA PARTE: Viento en popa
SEGUNDA PARTE: La rosa de los vientos


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