Miriam Cházaro es una de las actrices históricas de la Compañía de Teatro de la Universidad Veracruzana, además de su larga trayectoria sobre el escenario, ha incursionado en la dirección y en la dramaturgia, ambos oficios se conjugan en la obra Ojo de perdiz, que será estrenada este fin de semana. Platiqué con Arantxa Peláez Cházaro, responsable del diseño sonoro de la puesta en escena:
«Mi mamá [Miriam Cházaro] es actriz de la Compañía Titular de Teatro de la UV desde hace muchos años, hace tiempo escribió una obra que se llama Ojo de perdiz y la tenía como escondida. A mí me gustaba mucho y casi a forma de trampa, metí un proyecto de diseño sonoro para la obra a Jóvenes Creadores del Fonca, con la intención de que por fin la montara porque yo sabía que si no hacía eso, mi mamá nunca la iba a montar.
«Después me fui a Bogotá y la verdad casi ni me acordaba que había metido ese proyecto el año anterior, un día me escribió Ana María Aguilar, amiga mía de hace varios años y actriz de Leche de gato y otras obras, me dio mucho gusto que ella me diera la noticia de que el proyecto había quedado.
«Es una obra inspirada muchísimo en las vidas de mi abuela y mis tías tlacotalpeñas, y en general de las mujeres cuenqueñas. Cuenta historias desde un lado muy femenino y para mí es muy interesante porque veo en los personajes mezcladas a varias personas que yo conocí, hay mucho de ficción pero también mucho de realidad. Son universos casi paralelos que de repente nos meten a un túnel del tiempo como Tlacotalpan o cualquier pueblito de la Cuenca [del Papaloapan], pareciera que el tiempo se detiene en esos lugares.
«Sí me interesaba mucho que la música fuera en vivo pero, sobre todo, lo que más interesaba era que de alguna forma estuviera el son jarocho, ya que esa música es parte de la idiosincrasia jarocha.
«El ojo de perdiz es el tejido que tienen las mecedoras y las sillas, y muchos no saben pero también se encuentra en los tejidos de las blusas tlacotalpeñas bordadas, y no solamente en la Cuenca, sino en todo el sur de Veracruz. Es un tejido que ya no se hace tanto en las telas pero que todavía se hace mucho en las sillas y en los muebles. Hay cierta metáfora respecto a cómo un tejido tan pequeño puede convertirse en algo tan grande, un elemento importante de la manera de ser del cuenqueño es convertir cosas chicas en gigantes, hacer que un asunto que es de una sola familia, por ejemplo, se convierta en un chisme grande, un asunto de todo el pueblo, de ahí proviene el nombre de la obra.
«He tratado de que eso también se refleje en la música, no solamente sacar al son jarocho de su contexto original -de presentarlo fuera del fandango o fuera de un grupo en el escenario-, sino también utilizar todas estas líneas melódicas que son tradicionales desde hace mucho y que son como puertas a la improvisación, para plasmar este tejido también en la música, por eso es que estoy utilizando una loop station, que ahora está muy de moda. También quería desarrollar los elementos de una música que es muy tradicional a través de una herramienta totalmente contemporánea, de una tecnología que te permite grabar y entretejer distintas voces al mismo tiempo.
«Ya lo había hecho, aunque no con el son jarocho. Lo aprendí con Abraham Oceransky, ocurrió de una forma muy casual: estábamos en el Teatro de la Ciudad en la presentación del segundo disco de La Manta y Roberta del Prado me dijo oye estamos montando una obra con Abraham y quiere una mujer que toque el chelo, y yo le dije de ti, sé que no tocas chelo pero estaría padre, y yo le dije sí me interesa, ya desde hace un rato traía la idea de hacer algo en teatro.
«Era Tempo Finito, una puesta que hablaba sobre la vida de Leonardo Da Vinci, que escribió Abraham. Él tenía muy claro desde el principio que quería elementos musicales que tuvieran que ver con el Renacimiento, pero con una loop station, a mí me entusiasmó tanto que hasta me compré el aparato. En esa obra utilicé distintos instrumentos: la viola, voces, una especie de fídula contemporánea y la leona también. Fue muy agradable el proceso, fue duro pero también tuve muchas oportunidades para experimentar todo lo que yo quería, y había mucho diálogo entre Abraham, los actores, la música y todo lo que ocurría en escena. Ese fue el inicio para que después yo dijera quiero seguir haciendo esto.
«Se va a montar con la OrteUV, mi mamá estaba temerosa y Luis Mario [Moncada] la animó y la motivó a montar la obra porque le gustó mucho cuando la leyó, y no le quedó de otra cuando supo que el proyecto había quedado, de repente todo se dio y sus compañeros también se entusiasmaron mucho. También me da mucho gusto que sea una compañía veracruzana la que cuente una historia jarocha.
«Por otro lado, el proceso ha sido muy rico porque es para mí una gran oportunidad de trabajar con actores que tienen muchísima experiencia y que a pesar de ello son muy pacientes, ha sido muy enriquecedor. Lo que más me interesa de trabajar con las sonoridades en el teatro, y sobre todo en vivo, es ir descubriendo siempre cosas nuevas. A pesar de que las bases sobre las que esté improvisando sean un Cascabel que se ha escuchado hace muchísimos años, de todas formas estoy improvisando en función de lo que está ocurriendo en escena. Eso me ha gustado siempre del teatro, que a pesar de que siempre hay cosas que funcionan más para una cosa o para otra, siempre hay algo nuevo porque cada ensayo es distinto, cada escena es distinta y cada actor y cada actriz me pide algo distinto
«La neta, estoy muy agradecida con el Fonca y con mis tutoras Sandra Muñoz y Mónica Raya por haber seleccionado mi proyecto. Ha sido muy nutritivo conocer tantos jóvenes talentosos, México, la neta, tiene un chingo para dar y estos estímulos no deberían perderse nunca, hacen mucha falta, son oportunidades que realmente te dan un empujón para seguir chambeando y aprendiendo.
«Estrenamos el viernes 8 de junio en la Sala Chica del Teatro del Estado, van a ser nueve funciones, tres fines de semana, por ahora y esperemos que tenga más vida la obra. Los viernes va a ser a las 8:30 y los sábados y los domingos a las 7:30. Esperamos que vaya mucha gente».
Todo queda en familia… Doña Sarita y sus diseñadores de «alfombra roja»… una nota más de la corrupción de artistas e intelectuales universitarios y no universitarios!!!!