En la Maestría en Manejo y Explotación de los Agroecosistemas de la Caña de Azúcar se desarrollan investigaciones para mejorar el cultivo

La Maestría en Manejo y Explotación de los Agroecosistemas de la Caña de Azúcar, que imparte la Universidad Veracruzana (UV), es un posgrado profesionalizante a través del cual académicos y estudiantes han realizado una vasta y variada serie de investigaciones sobre un cultivo que desde hace años está señalado como perjudicial para el medio ambiente.

El coordinador del posgrado, Adolfo Castillo Morán, comentó que el programa de estudios inició en 1995 como una especialidad, pero dada su aceptación, en 1997 fue necesario el cambio a maestría, cuyas vertientes iban sobre cuatro líneas de investigación que abarcaban el contexto agronómico del cultivo y estaban enfocadas hacia: la evaluación de nuevas variedades; el estudio de los suelos y su impacto en la producción; la biotecnología y los derivados de la caña de azúcar, y el medio ambiente.

“Por décadas se le ha pasado a la caña de azúcar como un cultivo que contamina, por el hecho de que se quema para ser cosechada –algunos productores después de cortar requeman el follaje, denominado tlazole– y eso agrava ciertas condiciones en cuanto al aprovechamiento del suelo y por las partículas que se emiten al ambiente.

”Hemos tratado de revertir esto, tal vez no incidiendo directamente, pero sí a través de los hijos de los productores, quienes estudian Agronomía y posteriormente deciden estudiar nuestra maestría. Entonces, aprovechamos esos agentes de cambio que pueden incidir hacia el seno familiar o a la comunidad de donde vienen, en el entendido de que hay prácticas que pueden mejorar las condiciones de producción del cultivo.”

La Maestría en Manejo y Explotación de los Agroecosistemas de la Caña de Azúcar es un posgrado profesionalizante que está adscrito a la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, región Orizaba-Córdoba, y tiene su sede en Peñuela, municipio de Amatlán de los Reyes. Fue el primer posgrado de aquella región que logró ser parte del Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en 2011, distintivo que mantiene a la fecha y permite a sus estudiantes acceder a una beca de manutención.

La novena generación, que iniciará actividades el próximo ciclo escolar, cursará un programa educativo reestructurado y actualizado, lo cual permitirá “ver al cultivo de la caña de azúcar como un todo, se vea la parte de la mejora en los ingenios –ahora nombrados a nivel mundial biorrefinerías– y todo lo que puede ser posible aprovechar más allá de la obtención de azúcar”.

El éxito de la maestría obedece en que al ser profesionalizarte, ofrece soluciones a problemas reales

Explicó que hay una línea de investigación que permitirá la interacción entre ambas líneas, porque así como hay personas abocadas en los campos de cultivo, las hay también en el proceso de fabricación y quienes hacen el enlace entre ambas.

“De ahí que la tendencia del nuevo programa versará sobre el manejo sostenible del cultivo de la caña de azúcar como una parte fundamental; otra, referente al manejo de la interacción campo-fábrica, y una tercera línea tendrá que ver con los procesos de balance y energía en los ingenios azucareros.”

De acuerdo con el académico, el éxito que ha tenido la maestría obedece a que es profesionalizarte, es decir, no desarrollan ciencia básica sino aplicada, busca dar solución a problemas reales que los estudiantes identifican en sus áreas laborales o campos de cultivo.

“En las investigaciones se busca dar respuesta, si no inmediata sí a corto plazo, precisamente para que tenga ese impacto en los resultados de la producción.”

Mediante una de las investigaciones se ha detectado que al quemar y requemar la caña de azúcar y el tlazole, respectivamente, se pierden hasta 84 kilogramos de nitrógeno por hectárea, lo cual indica que se desaprovecha un potencial que el propio cultivo ofrece.

Al quemar las hojas y requemar los residuos que quedan como parte del proceso de cosecha, se deja de aportar nitrógeno al suelo, a lo cual se suma el efecto dañino y el deterioro que padecen los primeros tres o cuatro centímetros de suelo, así como la flora y fauna de nivel microscópico que ahí coexiste.

Por un lado, explicó, han estudiado los efectos que tiene el dejar de quemar y requemar, ello ha conllevado a que el productor mejore un poco la condición de los suelos de cultivo.

“Resultados de la importancia de aprovechar todo lo que el cultivo mismo genera se han expuesto en congresos nacionales e internacionales. No digamos que es un deshecho, sino el derivado de la cosecha, por ejemplo, los tallos de la caña de azúcar son aportación de materia orgánica.

”Nuestros suelos cañeros han ido perdiendo materia orgánica con el paso del tiempo y es por ello que las dosis de fertilización se incrementan; entonces, hemos buscado alternativas que a corto plazo puedan dar resultados tangibles y que se reflejen en beneficio del producto, al incrementar los rendimientos y menor gasto de químicos y fertilizantes.”

En la quema y requema los campos de cultivo de caña de azúcar pierden hasta 84 kilogramos de nitrógeno por hectárea

De acuerdo con Castillo Morán, a través de las ocho generaciones formadas en la maestría han visto cómo varios productores se han convencido de los beneficios que tiene desarrollar prácticas favorecedoras de la conservación del suelo.

Otro ejemplo más que citó de las investigaciones que han desarrollado fue sobre el control de plagas, entre cuyos beneficios está que algunos productores han dejado de utilizar insumos químicos pues éstos pueden llegar a ser muy agresivos para el ser humano.

“Sabemos que no es fácil cambiar el pensamiento de todos los productores y que como posgrado no podemos dar respuesta a muchas interrogantes, pero sí hemos incidido en ir generando la semilla en aquellos jóvenes productores que heredarán o adquieren tierras, o simplemente se dedican a la labor del cultivo de la caña de azúcar.”

Si bien, en los últimos 25 años se ha pasado de 62  a 51 ingenios azucareros en el paísy en Veracruz -en 1910- estaban contabilizados 48 ingenios y a la fecha no llegan ni a una veintena (https://bit.ly/2LbhSnA), “se trata de un indicador para la reconversión tecnológica de tales industrias”, justificó el entrevistado.

Para él, los ingenios tienden hacia la automatización de procesos, la diversificación de productos, lo cual conlleva a estar en otro estatus tecnológico.

“Creo que en el corto tiempo se tendrán que ir visualizando esos cambios y es aquí donde precisamente la maestría está aterrizando para también tener esa opción de formación y que se vea como un todo: desde la obtención de los tallos de la caña de azúcar hasta los productos que puedan generarse, más allá del azúcar o el alcohol.”