Salvo que el caro equipo de videovigilancia que acaba de adquirir el gobierno estatal tenga un filtro para no registrar hechos delictivos, no se explica la declaración de Miguel Ángel Yunes Linares en el sentido de que en Xalapa hay cada vez menos nota roja, y peor aún, insistir que los índices delictivos registran un descenso en todo el Estado.
Quien intenta gobernar Veracruz quiere abatir la delincuencia por decreto, con base en declaraciones que buscan convertir a la nota roja en una novela rosa con final feliz. Hace un par de días, el gobernador afirmó que en Xalapa se ha disminuido “notablemente” la delincuencia; y de manera irresponsable no sustentó su dicho en cifras oficiales o de organizaciones civiles reconocidas, sino que su fuente de información es… ¡la nota roja de los diarios!
Según ha dicho, la supuesta disminución de la incidencia delictiva se debe a la instalación de cámaras de vigilancia y a la presencia de aviones tripulados; curioso que hable de resultados, cuando en el primer caso ha establecido un conflicto político con el alcalde de Xalapa a causa de su instalación irregular –muchas de ellas en lugares prohibidos, obstruyendo semáforos y vialidades o junto a postes útiles que fueron desechados- y en el segundo, se trata de un proyecto que está a prueba, con cargo a los impuestos de los veracruzanos.
La declaración, tan cínica como desafortunada, llega justo en un momento de crisis para el estado, cuando las estadísticas –esas sí de carácter público y emitidas por las autoridades responsables-, nos confirman como el estado con la más alta incidencia en secuestros, el mayor número de robos a ferrocarriles y uno de los tres principales centros de operación de los huachicoleros. Es evidente que seguimos siendo la nota roja nacional.
Para documentar su optimismo –como solía referir Carlos Monsiváis-, basta revisar la sección policiaca de algunos medios, ahora que ésta se ha convertido en la fuente oficial de información del gobierno en materia de seguridad pública.
Hace una semana, un alto mando de la Policía Federal fue ejecutado en Cosoleacaque y su cuerpo arrojado en un paraje a un costado de la carretera; por esta razón, el Comisionado Nacional de la PF visitó el estado sin siquiera entrevistarse con el mandatario estatal.
Dos días más tarde, tres cabezas humanas fueron depositadas en una céntrica calle de Tecolutla, lo que sólo confirmó el pánico colectivo de los habitantes de ese lugar. Apenas el miércoles, una mujer fue atacada a balazos en pleno centro de la ciudad de Córdoba, evento en el que lamentablemente perdió la vida.
El sábado por la noche, una familia que viajaba en un tramo de la autopista Xalapa-Tamarindo fue asaltada por un grupo de maleantes. Las personas fueron amarradas y arrojadas a un barranco, mientras los despojaban de dinero en efectivo y algunas pertenencias, entre ellas, tres caballos que llevaban en un remolque.
Este domingo, un taxista de Martínez de la Torre que se resistió al robo de su unidad recibió tres balazos en la cabeza, lo que lo mantenía entre la vida y la muerte. En Yanga, una persona fue asesinada de siete balazos en un parque público de la comunidad de Palmillas.
Y el fallido Gobernador de Veracruz dirá que se había referido específicamente a Xalapa –aunque su comentario lo hizo extensivo al estado-, donde en teoría ya no se han registrado eventos como los de principios de año en que aparecían muertos por doquier. Pues esta semana se registró una cantidad importante de delitos, entre ellos, agresiones a personas –una de ellas, el feminicidio de una joven mujer en su propio domicilio-, robos a casas habitación y comercios.
Miguel Ángel Yunes nunca ha mostrado interés por las víctimas. Por ello, la reacción en medios de información y redes sociales a su afirmación generó indignación y enojo. “Que salga a caminar por las calles de Xalapa, en la noche y sin guaruras, para ver si sigue pensando lo mismo”, fue uno de los comentarios de ciudadanos que padecen una realidad que para el gobierno no existe.
Hoy en Veracruz nos quieren vender una novela rosa, cuando en realidad, seguimos siendo la nota roja de buena parte del país.
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