A ver, a ver, es muy sencillo… si yo digo que alguien es un criminal yo tengo que probarlo, no esa persona probar su inocencia; si alguien dice que yo he cometido un delito, tiene que probarlo, no yo mi inocencia. Es la culpa y no la inocencia la que debe ser demostrada.

El candidato de Morena a Gobernador de Veracruz se equivocó, seguramente porque no conoce los principios constitucionales ni legales relacionados a la investigación de los delitos, al proceso penal y a las víctimas. Pero no es tarde para corregir.

La Ley General de Víctimas (y también la Ley de víctimas de Veracruz) establecen como principio que “ninguna autoridad o particular podrá especular públicamente sobre la pertenencia de las víctimas al crimen organizado o su vinculación con alguna actividad delictiva. La estigmatización, el prejuicio y las consideraciones de tipo subjetivo deberán evitarse”.

Este es el principio de no criminalización, que además señala que “las autoridades no deberán agravar el sufrimiento de la víctima ni tratarla en ningún caso como sospechosa o responsable de la comisión de los hechos que denuncie”.

Además de lo que marca la ley y en términos, sobre todo, de empatía humana, se trata de que los candidatos en general sean empáticos con la emocionalidad de las víctimas, de cualquier víctima. En el caso de las personas desaparecidas en Veracruz, sus madres, padres, hermanos, hijos están en la búsqueda no sirve de nada, en este momento, decirles en su cara que posiblemente son criminales.

Ya escuché completo y a detalle el discurso de Cuitláhuac en el foro con los empresarios. Efectivamente, además de que está lleno de lugares comunes y de simplificaciones no dignas de un candidato a la Gubernatura de Veracruz, no sólo criminaliza a las víctimas, criminaliza a los jóvenes, a todos los jóvenes.

Criminaliza y revicitimiza a las personas que están muertas en las fosas ilegales como Colinas de Santa Fe, criminaliza y revicitimiza a las familias que están en la búsqueda.

Él no se refiere a los restos encontrados, se refiere a las fosas. En esas fosas hay seres humanos que no sabemos quiénes son, ni qué edad tenían. Que no han sido recibidos por sus familiares que los esperan en cualquier lugar de Veracruz o de México.

Entiendo que quizá se equivocó en su discurso al hablar de los jóvenes y de repente se metió a criminalizarlos. Quizá no lo pensó bien. Pero un candidato a ser el Ejecutivo del Estado no puede equivocarse así.

En todo caso, si él conoce casos específicos y carpetas de investigación de las personas que se han encontrado en fosas clandestinas que estén imputados de algún delito, debería entonces decir de cuáles se tratan.

Conozco cientos de casos de personas desaparecidas y hasta donde yo sé ninguno de ellos estaban o están (antes o después de su desaparición) acusados de algún delito.

Todavía más grave cuando sabemos ya que muchos de esos casos fueron desapariciones forzadas, es decir, cometidos por policías o servidores públicos. ¿Sabe el candidato de Morena que muchos de los casos a los que él hace referencia indirecta tienen Recomendaciones de las Comisiones de Derechos Humanos tanto de la Estatal como de la Nacional? Tendría que leer esas Recomendaciones si aspira a gobernar un estado como Veracruz, y no sólo ésas, si no lo que dicen los tratados, principios, criterios, internacionales e interamericanos sobre el tratamiento a las víctimas.

Es una lástima, una desgracia, que un posible próximo servidor público, que además está pidiendo el voto ciudadano, tenga un desconocimiento de esa magnitud.

En Colinas de Santa Fe y de Arbolillo se han encontrado a los hijos de Griselda, de Basilia, de Josefina, de Maricarmen, de Soledad, de René, de Maye; y en el rancho El Limón, el hijo de Bernardo y de Columba. Hasta donde yo sé ninguno de ellos era un delincuente, ninguno. Ninguno estaba señalado por estar en alguna banda o en la delincuencia organizada. ¿Va ir Cuitláhuac a disculparse con cada una de ellas? Debería.

En una sola cosa tenía razón Cuitláhuac, eran jóvenes, muy jóvenes, pero no murieron por ser delincuentes o pobres, murieron por policías corruptos y por un sistema de seguridad y justicia que no funcionó en ese momento de su desaparición, y luego volvieron a morir porque muchos otros servidores públicos no los encontraron, no los buscaron, y no atendieron a sus familiares.

¿De qué lado quiere estar Cuitláhuac en diciembre si se convierte en el Gobernador de Veracruz? ¿De qué lado quiere estar Cuitláhuac si se convierte en Gobernador de más o menos 20 mil familiares víctimas indirectas de desaparición? ¿De qué lado quiere estar cuando gobierne un estado de 2500 personas familiares de mujeres asesinadas por feminicidio? ¿De qué lado cuando sea Gobernador de miles de víctimas?

Mi corazón y solidaridad con Griselda, Basilia, Josefina, Maricarmen, Soledad, René, Manzini, Maye (quien además le escribía poemas a su hijo mientras lo esperaba y que tuve el privilegio que me mostrara); Bernardo y Columba, quienes ya recibieron fatales noticias de sus seres queridos, y mi esperanza y admiración para los demás de miles de familiares más que todavía viven en el calvario de no saber dónde están.