Pacho Viejo; Mpio. Coatepec, Ver.- Durante su vida, ha sido llamada dos veces «Guerrera»; la primera vez se lo impuso el reportero de la nota policiaca, y ya finado, Víctor Báez Chino, y la segunda ocasión se lo dijo «Charo» una de las reclusas del penal de Pacho Viejo.
María Gina «N» así se asumió el pasado viernes, como una «Guerrera», tras escuchar el veredicto de la jueza de control, Mónica Segovia Jácome, «se amplía la prórroga de la medida cautelar de prisión preventiva por el tiempo que dure el proceso”.
Cuando llegó al penal de Pacho Viejo en mayo del 2017, una de las internas, de nombre “Charo” le dijo “Si estás aquí es porque eres una guerrera, porque aquí se viene a luchar, a aprender y si quieres tu libertad vas a tener que luchar como una guerrera y vas a salir”.
Los 365 días que lleva privada de su libertad en el penal de Pacho Viejo, tras ser acusada por la Fiscalía General del Estado de los presuntos delitos, incumplimiento de un deber legal, omisión, coalición y desvío de recursos, “han sido difíciles, no puedes mantenerte fuerte todo el tiempo, hay días en los que si obviamente me caigo, me pongo triste, pero me vuelvo a levantar por mis hijos, y yo soy fuerte y debo tener esa fortaleza por mis hijos, estoy en la lucha, sigo en la lucha y aquí me seguirán viendo como lucho por tener mi libertad porque soy una guerrera”.
Aunque trata de evitarlo, no se contiene, los ojos se le llenan de lágrimas, y platica “ya llevo un año aquí. Estoy en la lucha, y voy a seguir luchando porque soy una guerrera. Charo me dijo no te preguntes por qué estás aquí en la cárcel, tienes que preguntarte para qué, y aquí vas a obtener respuestas, estás aquí porque vas a salir”.
Cuando María Gina “N” trabajó como jefa de información del Diario AZ en Xalapa, el jefe de la edición “Justicia”, el reportero de la nota policiaca, Víctor Báez, cuando hablaba por radio, por teléfono y quería referirse a ella, le llamaba con la clave “Guerrera”.
Al solicitar determinada información María Gina “N”, el ahora finado jefe de la sección “Justicia” hablaba por radio y le decía a los demás reporteros policiacos “Guerrera avisó que hay un accidente en la avenida Lázaro Cárdenas, es una pipa. Guerrera quiere fotografías bien hechas, que se vea el peligro que puede causar ese accidente, porque la nota se va primera para mañana”.
Gina recuerda a Víctor Báez como su compañero de trabajo y refiere que es también “Difícil” el periodismo en estos tiempos, que las cosas han cambiado mucho y los reporteros y reporteras deben cuidarse, no exponerse.
Refiere que dentro del penal, convive con otras mujeres internas, que llevan muchos años privadas de su libertad, algunas no tienen abogado, porque son de bajos recursos y no saben cómo va su proceso penal.
María Gina se siente agradecida con su familia porque no la ha abandonado y son los únicos que la visitan, mientras que a otras reclusas ya nadie las va a ver los domingos, al ser olvidadas por sus seres queridos.
Con el cabello corto, pintado de color oscuro, menciona que en el penal las mujeres son solidarias, se comparten los que les llevan las familias y si alguna no tiene una cobija para taparse en las noches que hace frío, las otras se la comparten.
Señala que el primer día que ingresó al penal, ella y su familia sintieron “terror, miedo, mucho miedo, porque todos sabemos lo que se dicen de las cárceles. Yo aquí con las demás compañeras no he tenido problemas, han sido buenas personas conmigo, tratamos de tener una convivencia de paz, claro no falta, la que no se lleva con la otra y se enojan por una cubeta de agua y se la quitan entre ellas, pero hasta ahí, no ha pasado a más. Yo trato de estar tranquila y llevarme bien con todas”.
Refiere que en el penal ha conocido a mujeres “sabias, que los años las han hecho sabias y son las que me dan ánimos, que no me desespere, mi caso se va aclarar y se tiene que aclarar. Yo voy a salir de esto”.
La también egresada de la Universidad Veracruzana, preguntó por los periódicos, cuáles continúan vigentes, cuáles han cerrado por quebrar económicamente, cómo está el ambiente reporteril, los partidos políticos, los diputados, las diputadas, las conferencias de prensa.
La ex coordinadora de Comunicación Social de la administración estatal anterior apareció en la sala 4 de juicios orales del Distrito Judicial de Xalapa, con sede en Pacho Viejo, a las 09.00 horas, vestida con pantalón de mezclilla, camiseta marca Polo, color anaranjado, y un suéter del mismo color.
Usa unas arracadas pequeñas, pegadas al lóbulo de la oreja, trae en el cuello un rosario, y cada una de las bolitas que representan el Padre Nuestro y las Ave Marías son color verde, su rostro está maquillado.
Su apariencia fisica denota fortaleza, pero tiene los ojos enrojecidos e hinchados de tanto llorar, durante la audiencia que duro más de 12 horas, en la que su abogado defensor solicitóla extinción de la medida cautelar y se le diera arraigo domiciliario.
Al abogado expuso a la jueza de control, que en este año que María Gina lleva en prisión, su hijo y su hija con edad de nueve años han resultados afectados emocionalmente, pero la autoridad jurisdiccional no lo concedió.
Los recesos que hacia la jueza de control durante la audiencia, eran ocupados por ella y su hijo con edad de 20 años para darse un abrazo, y hablarse cosas en voz bajita.
Él, un muchacho por lo menos 25 centímetros más alto que ella y de cuerpo robusto, la abrazaba, le daba besos en la cabeza, le acomodaba el suéter color anaranjado porque en la sala 4 de juicios orales hacía frío a causa del aire acondicionado, y le daba ánimos, “todo va a estar bien” le decía.
Finalmente, después de 12 horas que duró la audiencia de revisión de medidas cautelares a petición de la FGE, cuando la jueza Monica Segovia determinó que no le daría arraigo domiciliario, María Gina espero a que saliera la autoridad jurisdiccional de la sala, se paró de la silla, volteó, abrazo a su hijo, a sus dos hermanas y se despedían, mientras que dos mujeres custodias se paraban junto a ella, para llevársela a la camioneta en la cual sería trasladada para ingresar al penal una vez más.
Verónica Huerta/Avc