Entre los años ochenta y noventa, Xalapa se llenó de negritud, el arribo de maestros de percusiones africanas como Taumbú y Zimbo Abuba Baba, de percusiones afrocaribeñas como Mario Jáuregui y Tino Galán, y de Estela Lucio, maestra de danzas africanas, detonó un fuerte movimiento que ha puesto a Xalapa como uno de los puntos más importantes del país en los que se desarrollan estas manifestaciones culturales. En este contexto se desarrolló Claudia Rojas como percusionista y bailarina. En los años noventa fundó, junto con Smirna Prieto y Cristina Estrada, un grupo sin precedentes en el país, el ensamble femenil Son de Cuero. De todo ello platicamos.

Ariles de San Andrés, / me llevaron al DF / pero regresé otra vez

Yo soy Claudia Rojas Torres, nací en San Andrés Tuxtla en el año 72, viví un tiempo en México y por algunas situaciones familiares nos tuvimos que regresar. Cuando regresamos, en realidad San Andrés no me gustaba (risas), pero el pueblo es maravilloso y rápido me atrapó. Llegamos a vivir a una casa grande con los abuelos y no había mucha música en forma directa porque los abuelos ya estaban grandes y mi mamá estuvo muchos años enferma, entonces todo era muy tranquilo, pero el ambiente del pueblo es alegre y festivo, siempre había música que oía de la casa de junto o en la calle. La mayoría de la música que se oía en el pueblo era la llamada tropical y que hoy llamamos chunchaca, yo tengo la imagen de que estaba la muchacha que nos ayudaba haciendo el ruido de las tortillas y se oía el Chilito Piquín a lo lejos (risas), era un clásico ese sonido, lo tengo aquí (se señala la cabeza).
Sí había muchos músicos en mi familia, de parte de mi mamá todos eran músicos líricos natos, mi abuelo tocaba el violín y todos mis tíos tocaban la marimba o la guitarra y cantaban maravilloso, pero cuando yo llegué ya no existía esa influencia directa, ya estaban dedicándose a otra cosa, pero sí había un gen. Por parte de mi papá también, muchos tíos tocaban guitarra y tuve unas tías que en su época hicieron un grupo de puras mujeres, tocaban la llamada música tropical y son cubano de los 50, fue un ensamble muy famoso, tocaba en las ferias de los pueblos, entonces, sí había una influencia fuerte de las dos familias.

El patio de mi casa / no es particular…

La primera decisión que recuerdo haber tomado referente a la música es que un día dije quiero tocar la batería, pero el contexto de mi familia era muy conservador y me dijeron estás loca. Había un señor que le daba clases a un amigo mío y yo decía llévenme con él, y la respuesta era eso es de hombres, y no sé qué.
El patio de mi casa era como otra galaxia porque mi abuelo era carpintero, entonces había aserrín y un montón de cosas que a un niño le pueden parecer maravillosas, mis abuelos habían tenido un restaurante y había rockolas abandonadas de muchos colores. Yo fui tomando cosas que estaban tiradas en ese patio y me hice una batería con cubetas, usaba tapas de cacerolas como platillos y demás, la armé y la pinté de rosado (risas), pero nunca hubo ese incentivo familiar, la respuesta siempre fue un no rotundo, entonces se quedó como en receso.

Ψ

Tú eres aquello que haces,
no aquello que dices que harás
(C. G. Jung)

Cuando tomé la decisión de venirme a estudiar acá, mi hermana ya estaba estudiando piano en la Facultad de Música, entonces dije yo también quiero entrar, pero a Percusión y la respuesta fue no (risas). Fue un proceso muy fuerte de mi vida porque me preguntaba por qué en el piano sí y en la percusión no.
Decidí estudiar otra cosa y lo primero que pensé es que con lo que tenía más afinidad era con la biología y con la psicología, y entré a Psicología solo por escoger algo, la verdad.
Como mi hermana y yo éramos buenas chicas, muy dedicadas, me fue muy bien, hasta tuve algunas becas. Salí muy bien pero cuando terminé la carrera dije aquí está el título (risas) y ahora voy a ver cómo le hago pero voy a aprender a tocar, y así fue toda mi vida, quizás no he llegado a ser el músico que hubiera querido, todavía tengo el ansia de aprender el solfeo, mi maestro Javier Cabrera, al que admiro muchísimo, me enseñó la métrica, lo que valen las notas y demás, pero nunca tuve una instrucción que fuera de fondo, porque ya estaba en una edad en la que había que trabajar y había que vivir, entonces siempre he ido tomando lo que he podido de las maravillosas personas y maestros que me encontrado, pero algún día lo voy a lograr (risas), voy a aprender solfeo y me voy a clavar de lleno.

Caras vemos, percusiones no sabemos

Saliendo de Psicología, empecé a tomar clases, cursos, y como creo que tengo facilidad, los maestros me empezaron a incluir de alguna manera en los proyectos y tengo que dar gracias porque así, de esa manera informal, aprendí lo poco o mucho que sé. Todo lo aprendí de manera completamente casual, claro, tomé mis cursos, pagué maestros en algunas temporadas y muchos amigos me decían mira, flaca, esto es así, pero todo se fue dando de forma natural, yo hubiera querido decir bueno, ya estudié Psicología, tengo un colchón y me voy a concentrar en esto, no ha sido así pero también ha estado padre porque ha fluido como ha sido y estoy muy agradecida porque es lo que me gusta.
La primera percusión que conocí fue la batería, pero cuando llegué a Xalapa tuve la suerte que en la misma Facultad estaba Cándido Hernández y me dio algunas clases súper básicas de conga: me enseñó los tonos, cómo poner las manos, pero fue muy poquito tiempo. De niña quería estudiar batería, estando aquí dije voy a aprender lo que sea, pero que sea una percusión, y por la buena fortuna llegué al espacio donde estaba la gente de la percusión afrocaribeña, que también tenemos mucha cultura de ésta, y me fascinó de entrada, no extrañé no estar con un maestro de batería sino que me enamoré de la percusión.
Después, mi primer maestro formal fue Javier Cabrera, tuve la oportunidad de estar uno o dos años con él, iba a su casa y tomaba clases. Después fue mi maestro de vida porque, aparte de que es una persona muy humana, trabajando en sus proyectos, como Rumbamba, siempre me seguía enseñando. Otra persona con la que tomé cursos fue Miguelito Cruz, yo siento que él fue un complemento maravilloso porque Javier tiene toda la sabiduría ancestral y el sabor, pero Miguel es un músico más contemporáneo y tiene una afinación increíble, fue una combinación perfecta, sí tuve los mejores maestros.

Son de cuero

Cuando tenía unas poquitas clases en mi haber, Smirna [Prieto] estaba buscando chavas para hacer un ensamble de percusiones y me invitó. Aquí vivía una chica que se hizo gran amiga y hermana mía, tocaba conga y djembé, se llama Cristina Estrada. Al principio éramos Smirna, Cristina, yo -que éramos las que tocábamos un poquito más- y algunas otras amigas que tenían la intención de aprender. Todas estábamos dispuestas a hacer un colectivo, entonces, las que sabíamos un poquito invitábamos amigas aunque no supieran, con el afán de que nos formáramos juntas y tener un proyecto.
El grupo se llamó Son de Cuero, fue muy divertido porque, la verdad, tocábamos muy poquito (risas) -ahora me da un poco de pena- pero como la gente tenía mucha curiosidad porque era un ensamble de puras mujeres, pues nos iba muy bien, donde nos presentábamos se llenaba y, además, creo que se dejó el antecedente de que había movimiento de hombres y de mujeres. Yo nunca me he concentrado mucho en esto de decir sí, las mujeres podemos, me parece que es tan natural que está demás decirlo, no tiene que haber un movimiento de mujeres músicos, el que sea músico que sea y ya, no quiero ir en el sentido de defender que se haga un movimiento que siga siendo separatista.
Desgraciadamente duró poco porque cada quién agarró su camino: Smirna tiene un trabajo bien bonito con su esposo, Cristina tuvo la oportunidad de irse a París y estudiar mucho djembé con los africanos, yo tuve la oportunidad de quedarme aquí donde estaba tan feliz porque veía que gente de otros lados de la república venía a tomar clases acá con Javier y con Estela [Lucio], entonces decidí este es muy buen lugar para aprender, y así fue.

(CONTINÚA)

 

SEGUNDA PARTE: En cuerpo y alma
TERCERA PARTE: Flores Rojas

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