El escritor y periodista mexicano Juan Villoro advirtió que México vive uno de los peores momentos del despojo y explotación de los recursos naturales, por ello es necesario iniciar una movilización de conciencias.

Ante este panorama, expresó a Universo que es importante que las comunidades indígenas sean los verdaderos garantes y custodios de una riqueza que nos beneficia y afecta a todos.

También habló sobre los temas que abordaron en la Segunda Reunión de Trabajo del Concejo Indígena de Gobierno, celebrada en abril de este año.

En la reciente reunión del Concejo Indígena de Gobierno, a la que usted asistió, ¿cuáles fueron los temas que ahí se trataron?

La realidad es que estuve poco por falta de tiempo, sólo participé en el inicio de este conversatorio, donde la idea fue continuar discutiendo el balance y evaluación de lo que se hizo en la campaña de María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy.

El Concejo logró algo muy importante, más allá de lo que fue la experiencia de recabar firmas; tuvo que ver con articular a las comunidades indígenas, grupos que no se habían conocido entraron en contacto por primera vez.

Marichuy Patricio ha dicho que ir a visitar una comunidad es como visitar a un pariente que sabes que existe y que pertenece a tu familia, pero nunca lo has visto. Entonces, esta gran familia se pudo articular gracias a que recorrió 26 estados de la República Mexicana, lo cual fue muy importante, ése es un primer logro.

El segundo logro es establecer un diagnóstico común; es decir, tratar de ver cuáles son los problemas de cada región porque queda muy claro que estamos viviendo uno de los peores momentos del despojo en México, ejemplo de ello es la extracción inmoderada de minerales, la contaminación de los ríos, la destrucción de los parques naturales reconvertidos en áreas naturales protegidas –que no lo son tanto–. Es un país que está siendo víctima del saqueo por parte de industrias internacionales y nacionales.

Un caso emblemático es la compañía cervecera norteamericana Constellation Brands –que compró Corona–, la cual se instaló en el valle de Mexicali y se quedará con el agua de riego de los algodoneros, que proviene del río Colorado; ésta ya es muy exigua y es muy poca la que llega a México, las comunidades han protestado por esto.

Nosotros nos quejamos de la política de Donald Trump, pero los gobiernos locales son cómplices de las empresas norteamericanas y permiten que se establezcan en zonas donde dañan la naturaleza a cambio de ganancias a corto plazo, pero que serán terribles para el futuro. Lo mismo pasa en muchos lados.

Otro ejemplo es el Nevado de Toluca que a través de su deshielo garantiza el abastecimiento de agua potable a esa ciudad; esto está en riesgo por el cambio de legislación que permite la inversión turística y comercial en lo que antes era un parque nacional.

Es muy importante que las comunidades indígenas sean los verdaderos garantes y custodios de una riqueza que nos afecta a todos, porque es algo que debemos entender, no se trata de que el Concejo Indígena de Gobierno sólo actúe en exclusiva para las comunidades, sino que a través de ellas procuren un proyecto que defienda el país desde abajo por quienes conocen el suelo.

En las ciudades queremos comer lechugas orgánicas y comida sana, ¿cómo las vamos a obtener si los cultivos están en manos de empresas transnacionales que utilizan fertilizantes y pesticidas que causan cáncer?. Si queremos bajar el índice de cáncer debemos buscar otra manera de alimentarnos.

¿Son viables las propuestas impulsadas por el Concejo Indígena de Gobierno?

Tenemos que hacer que sean viables, porque las comunidades no tienen el poder para controlar esto; es decir, una comunidad puede denunciar que se exportan maderas finas a China o Japón, pero ellos no tienen la capacidad de detener ese problema y si tratan de hacerlo son reprimidos e incluso asesinados.

En Veracruz, por donde corre el 30 por ciento del agua potable de todo el país, se están construyendo hidroeléctricas y se está permitiendo la minería y fracking, que es terrible; esto se puede denunciar pero para detenerlo tenemos que crear redes de resistencia civil entre todos, éste es el siguiente camino y es hacia dónde va el Concejo Indígena de Gobierno, pero requiere de movilizar a toda la población.

¿Cómo movilizar a una población apática?

No hay una sociedad civil activa, si existiera tendríamos otro país. La población es muy apática, la escritora Cristina Rivera Garza habla con toda razón de una apatía militante, uno pensaría que la apatía solamente se debe al desinterés y que tú no puedes esforzarte por ser apático, pero estamos en una situación paradójica donde la gente dedica muchas energías a ser apático porque esto es más cómodo, le impide participar y es muy tranquilizador no tener que hacer nada.

Obviamente, movilizar las conciencias es un proceso muy difícil, la gente está muy cansada porque los partidos políticos han engañado tanto, les han prometido tanto y no han cumplido; entonces, a la gente no le interesa meterse en la política y decide quedarse en su pequeño núcleo y tratar de sobrevivir de esta manera. Es un proceso complejo el que tenemos que llevar a cabo.

No sé cuál será el futuro, ojalá pudiera estar cierto, pero creo que lo peor que pueda pasar es no tratar de cambiar las cosas.

¿Lograrlo será un proceso largo?

Larguísimo, pero como dicen las comunidades indígenas, llevamos 500 años en esto, los tiempos de las comunidades son otros tiempos –por fortuna–, como dicen los zapatistas “vamos despacio porque el camino es largo”.

Efectivamente, es un camino que vale la pena transitar y es mucho lo que se ha logrado, es mucha la visibilidad que se obtuvo con las firmas y sobre todo con el diagnóstico posterior que hizo el Instituto Nacional Electoral al declarar que la contendiente más honesta de todos fue “Marichuy” Patricio, fue un oasis de dignidad en medio de la corrupción política mexicana y esto impactó a muchas personas.

¿En esta movilización de conciencias hay cabida para los partidos políticos?

Creo que tendrían que transformarse totalmente, no (hay cabida) para los que tenemos ahora y no para la forma que tenemos de ejercer la democracia que es meramente representativa, no es una democracia directa.

Lo vemos ahora en las elecciones que hay alianzas absolutamente inverosímiles entre personas que dicen defender ideas totalmente contrarias y sin embargo se unen por conveniencia; entonces, cada formación política está hecha de personas que contradictoriamente se han unido por puro oportunismo. Obviamente con estos partidos no se puede avanzar.

Paola Cortés Pérez/Prensa UV