Todos los días escuchamos entre familiares y amigos historias de buenos y malos médicos. De quienes guardan un profundo agradecimiento a quien salvó la vida o devolvió la salud a una persona muy importante para nosotros, o de quienes a causa de una negligencia médica –o la falta de una adecuada información a familiares y pacientes- andan arrastrando su prestigio y cargan con el estigma de un tratamiento fallido.

Hay extraordinarios médicos en todas las especialidades. Pero también los hay muy malos, a pesar de que los protocolos suelen ser los mismos. Hay quienes tienen una enorme responsabilidad social –especialistas muy reconocidos que dedican una buena parte del día a prestar servicios en saturados hospitales públicos-, y quienes además de su talento profesional, llegan a tener una debilidad por el dinero fácil. En todo caso, así sucede en todas las profesiones, resultado de la condición humana.

Por eso, lo que sucede con la comunidad médica es el ejemplo vivo de lo peligrosas que suelen ser las generalizaciones. Este domingo, médicos y enfermeras de diez estados del país salieron a la calle a protestar y exigir la liberación de sus colegas Luis Alberto Pérez Méndez y Gabriela Cruz López, acusados del homicidio doloso de un menor de tres años en Oaxaca.

Los médicos realizaron una convocatoria a escala nacional –en Xalapa se plantaron en las escalinatas de la Catedral-, con el movimiento denominado #TodosSomosLuis, con el que pretenden presionar a las autoridades oaxaqueñas para que liberen al traumatólogo pediatra.

De acuerdo con el último estudio publicado sobre estadísticas de negligencia médica en México, la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) recibió el año pasado más de 14 mil solicitudes de atención para atender algún tema relacionado con el servicio de alguna institución de salud. Los principales motivos de denuncias fueron por malos diagnósticos, seguido de los tratamientos médicos, la relación entre médico y paciente, tratamientos quirúrgicos y deficiencias administrativas.

La institución que presentó un mayor número de quejas y demandas fue el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con más del 65% de las querellas, seguido del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) con el 25%. Lógicamente, las cifras están dadas por el volumen de pacientes que atienden a diario.

En muchas ocasiones los centros médicos –sobre todos los de carácter público- en lugar de ser espacios donde se encuentren las respuestas y soluciones a los problemas médicos terminan siendo los lugares donde las personas contraen más afectaciones y en algunos casos hasta pierden la vida por errores cometidos por el personal médico.

Las negligencias médicas, aseguran abogados especialistas, se presentan cuando un médico o un proveedor de atención médica realizan una acción que tiene como consecuencia la lesión o muerte de un paciente. Esto puede ocurrir cuando se hace un diagnóstico erróneo o cuando no se acatan las prácticas médicas estándar. Aunque no se puede responsabilizar a los médicos por una condición médica preexistente, sí puede considerarse negligencia cuando se agrava una condición médica preexistente.

En nuestro país se ha avanzado muy poco en la construcción de una normativa legal para sancionar la negligencia médica. Es más, la figura jurídica de negligencia médica no existe, por lo que legalmente este delito no está tipificado. Los ordenamientos contemplan únicamente la figura de responsabilidad profesional, pero no específicamente en materia de salud.

En contraparte, frente a las 14 mil denuncias anuales, también hay millones de casos de éxito que todos los días retornan a sus casas para continuar con sus vidas. Hasta ahora, la comunidad médica sigue gozando de un gran prestigio.

En su defensa, los galenos argumentan que no están obligados a ofrecer curación, sólo tienen la obligación de brindar medios, y solo podrá ser obligado a responder de sus actos cuando se demuestre que incurrió en culpa por haber abandonado o descuidado al enfermo o por no haber utilizado diligentemente en su atención sus conocimientos científicos o por no haberle aplicado el tratamiento adecuado a su dolencia a pesar de que sabía que era el indicado.

No es la primera vez que los médicos salen a la calle a exigir la defensa de uno de los suyos. La sociedad necesita de ellos y ellos se formaron para servir a la sociedad. Por ello no se les puede estigmatizar entre santos y demonios, sino ser reconocidos como profesionales que tienen el derecho a la justicia, de la misma forma que sus pacientes. Ni ellos ni nosotros desean enfrentar una situación así.

Las del estribo…

  1. En las últimas semanas se han soltado toda clase de descalificaciones en contra de los integrantes de Vía Veracruzana a causa de su decisión de apoyar al candidato de la coalición PAN-PRD-MC. En rigor VV nunca fue un organismo del PRI; algunos de sus integrantes, no todos, fueron priistas destacados. Pero si en verdad, como aseguran, esta corriente poco representa, ¿por qué no los dejan ir en paz? ¿Por qué es tanta la preocupación? En política nunca hay jubilaciones anticipadas.
  2. Vaya revuelo que causaron las críticas de Ricardo Ahued al alcalde Hipólito Rodríguez. El bullicio tiene varias razones: la primera es que el empresario fue alcalde de la capital y sabe de lo que habla; segundo, porque se supone que se refiere a un compañero de partido: Morena. ¿Ahora qué justificación tendrá Hipólito? Ahued sigue mostrando congruencia o militancia incómoda, como se quiera ver. Si ya lo conocen, ¿para qué lo invitan?