A lo largo de su administración, Javier Duarte siempre presumió que Veracruz era, como segunda opción, el destino más popular de México. Si por alguna razón, los turistas no podían viajar a Playa del Carmen, Acapulco o Puerto Vallarta, nuestro terruño resultaba la alternativa ideal por su cercanía, precio y oferta turística. Al menos eso se pensaba.

Sin embargo, a raíz de los escándalos de corrupción, la violencia creciente –lo que ha provocado el cierre de decenas de establecimientos como consecuencia del cobro de piso-, las pésimas carreteras y la percepción de inseguridad en todas las regiones, muchos viajeros han decidido que a Veracruz no vienen ni de vacaciones.

Y las tendencias así lo muestran. Según los hoteleros de la zona conurbada, durante las fiestas de carnaval apenas tuvieron una ocupación superior al 60 por ciento, cuando en otros años era un verdadero vía crucis encontrar hospedaje si no se había hecho una reservación con anticipación; vino el puente con motivo del natalicio de Benito Juárez y los prestadores de servicios ni se enteraron, como sucedió en la región del Totonacapan, donde se tuvo una de las Cumbres Tajín con menor asistencia de muchos años.

Y si eso pasa en las zonas de mayor potencial turístico, en fechas estratégicas, ya se imaginarán lo que sucede cualquier día común en ciudades como Xalapa, Orizaba o Coatzacoalcos. Hay fechas en que los principales hoteles logran ocupar una de cada diez habitaciones, generalmente por personas que vienen por asuntos de negocios o atender temas personales. Los turistas no has abandonado.

Y aunque las razones pueden ser muchas, como las ya mencionadas, lo cierto es que ni el gobierno federal ni las autoridades estatales han hecho algo por revertir la situación, por el contrario.

Aunque la tarea del Fiscal General de Justicia no es traer turistas a los hoteles ni llevar comensales a los restaurantes, el irresponsable protagonismo que hay detrás de declaraciones como la que “Veracruz es la fosa clandestina más grande del mundo”, lo ha convertido en un verdadero espanta viajeros. ¿Quién en su sano juicio se atrevería venir a Veracruz en tales circunstancias? Y luego se enojan que haya países que emiten alertas rojas a sus connacionales para que no visiten el estado.

La cosa es que oficialmente hoy inicia el periodo vacacional para millones de personas en el país; es, junto con algunas fechas del verano y el fin de año, el periodo de mayor afluencia turística, donde el sector intenta recuperar algo de lo perdido. Sin embargo, a nosotros nos tomará nuevamente con una mano atrás y otra adelante.

No hay campañas de promoción turística –si piensan que es meterle dinero bueno al malo es un error lamentable-; tampoco se ven preparativos para recibir de miles de visitantes. Acaso los vendedores ambulantes de volován y chicharrón sí se han preparado para atender a un turismo de escasos recursos, generalmente de los estados y las ciudades vecinas.

Fuera de los retenes carreteros para atender a los automovilistas, tampoco se observa una planeación para dar a conocer cientos de lugares que podrían representar un verdadero redescubrimiento de nuestro estado. Así, mientras otros destinos multiplican su infraestructura y oferta política, en Veracruz padecemos una caída sostenida del turismo en todas sus formas.

El turismo de aventura, por ejemplo, la joya de la corona durante tantos años, ha caído hasta en un 60 por ciento tan sólo en la zona centro del estado, según el Consejo Turístico de las Altas Montañas. En el verano pasado, la dirección de Turismo de Veracruz confirmó que la informalidad, la falta de promoción y de incentivos provocó una caída de hasta el 45 por ciento, tan sólo en el puerto jarocho.

Como en otras regiones del país, Veracruz cuenta también con un enorme potencial en turismo religioso con motivo de la celebración de la semana mayor. Pero eso se deja al azar y a la imaginación de cada pueblo.

Este domingo, en el inicio del operativo de seguridad por la temporada de Semana Santa, las autoridades del turismo del estado han dicho que la ocupación hotelera está a tope. Ojalá y así suceda. Se agradece el optimismo, pero no se ha observado que haya un plan para que esto efectivamente suceda. Las cifras las conoceremos en cosa de un mes, aunque no serán muy distintas a las del año pasado.

En realidad, en la víspera del inicio de las campañas políticas, el gobierno está más ocupado en traer votos que turistas.

Las del estribo…

  1. Como estará el desempleo que las plazas para policías en los municipios de Xalapa y Coatepec –dos ciudades donde los índices delictivos se han disparado dramáticamente- están volando. Hipólito ha decidido explorar la posibilidad de que sea la Academia de Policía quien capacite a sus elementos. Y en Coatepec ya hicieron el primer filtro de aspirantes. Para bien de todos, ojalá y se integren verdaderas policías que sirvan a la gente y no a cubrir las travesuras de la autoridad.
  2. La semana pasada se realizó en la ciudad de México un encuentro de secretarios de información de los comités estatales del PRI. Por Veracruz asistió Marco Antonio del Ángel. Cómo andarán las cosas que Américo ha tenido que sacrificar a uno de sus cuadros de mayor confianza, sólo para que el candidato honre el compromiso que tiene con el hijo del polémico César del Ángel. ¿De qué tamaño es la deuda?